domingo, abril 26, 2009

Día del idioma - La palabra.

La palabra.

(Que buen idioma el mío, que buena lengua heredamos de los conquistadores torvos)

Pablo Neruda De Confieso que he vivido.

…Todo lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan… Me prosterno ante ellas… Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito… Amo tanto las palabras… Las inesperadas… Las que glotonamente se esperan, se acechan, hasta que de pronto caen… Vocablos amados… Brillan como perlas de colores, saltan como platinados peces, son espuma, hilo, metal, rocío… Persigo algunas palabras… Son tan hermosas que las quiero poner todas en mi poema… Las agarro al vuelo, cuando van zumbando, y las atrapo, las limpio, las pelo, me preparo frente al plato, las siento cristalinas, vibrantes ebúrneas, vegetales, aceitosas, como frutas, como algas, como ágatas, como aceitunas… Y entonces las revuelvo, las agito, me las bebo, me las zampo, las trituro, las emperejilo, las liberto… Las dejo como estalactitas en mi poema, como pedacitos de madera bruñida, como carbón, como restos de naufragio, regalos de la ola… Todo está en la palabra… Una idea entera se cambia porque una palabra se trasladó de sitio, o porque otra se sentó como una reinita adentro de una frase que no la esperaba y que le obedeció. Tienen sombra, transparencia, peso, plumas, pelos, tienen de todo lo que se les fue agregando de tanto rodar por el río, de tanto transmigrar de patria, de tanto ser raíces… Son antiquísimas y recientísimas… Viven en el féretro escondido y en la flor apenas comenzada… Que buen idioma el mío, que buena lengua heredamos de los conquistadores torvos… Éstos andaban a zancadas por las tremendas cordilleras, por las Américas encrespadas, buscando patatas, butifarras, frijolitos, tabaco negro, oro, maíz, huevos fritos, con aquel apetito voraz que nunca más se ha visto en el mundo… Todo se lo tragaban, con religiones, pirámides, tribus, idolatrías iguales a las que ellos traían en sus grandes bolsas… Por donde pasaban quedaba arrasada la tierra… Pero a los bárbaros se les caían de la tierra de las barbas, de las herraduras, como piedrecitas, las palabras luminosas que se quedaron aquí resplandecientes… el idioma. Salimos perdiendo… Salimos ganando… Se llevaron el oro y nos dejaron el oro… Se lo llevaron todo y nos dejaron todo… Nos dejaron las palabras.

Confieso que he vivido. Pablo Neruda

Voz Nilda Sarmiento.

sábado, abril 25, 2009

Significado de la palabra:

Diástole.

‘Movimiento de dilatación del corazón’. Los diccionarios de la Academia lo calificaron de masculino hasta fines del xix, lo que explica su frecuente uso con ese género en textos de esa época. Pero hoy solo se considera correcto el femenino, que es, por otra parte, el género etimológico: «Durante la diástole, las cavidades cardiacas se llenan de sangre» (Marcos Salud [Esp. 1989]).

Milamores.

‘Hierba anual de la familia de las Valerianáceas’: «Les dictó una lista de las flores más sabrosas, entre las que no faltaban el dondiego, la borbonesa, [...] la milamores [...] ni el zarapinto» (MtzPisón Ternura [Esp. 1985]). Es sustantivo femenino y se escribe siempre en una sola palabra.

De o con mil amores.

‘Con mucho gusto, de muy buena voluntad’: «Con la autorización necesaria del Congreso, concedida de mil amores» (PzTamayo Ciencia [Méx. 1991]); «Si estuviera en mis manos..., sabes que lo haría con mil amores» (Grosso Zanja [Esp. 1961]). Ambas locuciones son válidas, aunque de mil amores es de uso más frecuente.

Modista.

‘Persona que tiene por oficio diseñar o confeccionar prendas de vestir’. Como el resto de los sustantivos acabados en -ista, es común en cuanto al género (el/la modista): «La prensa italiana no descarta la pista pasional en el asesinato del modista Gianni Versace» (Expreso [Perú] 17.7.97); «Se había jubilado María José Valero, la modista valenciana que [...] cosió el traje nupcial de la Infanta» (Época [Esp.] 6.4.98). Para referirse a un hombre se usa también la forma modisto, creada a partir de modista y muy extendida en el uso: «Parecía dibujada a cuatro trazos por los modistos de París» (Landero Juegos [Esp. 1989]).

Naturalismo.

‘Sistema filosófico que considera la naturaleza primer principio de la realidad’, ‘corriente literaria del siglo xix e ideología determinista que presenta la realidad en sus más crudos aspectos’ y ‘tendencia artística a la representación realista de la naturaleza’: El empirismo es una de las fuentes del naturalismo filosófico; «Emilia Pardo Bazán, uno de los puntales literarios del naturalismo zoliano español» (CSerraller Paisajes [Esp. 1998]); «Su escultura fue de un naturalismo descarnado» (Abc [Esp.] 20.9.96). No debe confundirse con naturismo.

Naturismo.

‘Doctrina que preconiza la vuelta a la naturaleza y la utilización de sustancias naturales para la prevención y curación de enfermedades’: «Cursos sobre acupuntura, sofrología, homeopatía y naturismo» (Vanguardia [Esp.] 30.1.95). Debe evitarse el uso de naturismo como sinónimo de nudismo (‘práctica de desnudarse en público’), calco censurable del inglés naturism.

Nudismo.

‘Práctica de desnudarse en público’: «El hombre que practica el nudismo se libera de complejos» (Integral [Esp.] 7.95). Es también válida, aunque menos frecuente, la voz desnudismo: «Practican libremente el desnudismo en un extremo de la playa» (País [Esp.] 2.8.84).

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DICCIONARIO REAL ACADEMIA ESPAÑOLA.

viernes, abril 24, 2009

Dudas: suceder.

Suceder.

1. Cuando significa ‘ir detrás’ es verbo transitivo y su complemento directo, aun siendo de cosa, va precedido de la preposición a: «El frío sucede al calor, el beso al llanto» (Hernández Secreter [Esp. 1995]). El complemento directo exige el uso de las formas pronominales de acusativo lo(s), la(s): «Treinta sílabas que la anteceden y otras tantas que la suceden» (Fogwill Cantos [Arg. 1998]). No obstante, la presencia obligada de la preposición a ante este complemento favorece el uso de la forma de dativo le(s), frecuente incluso en zonas no leístas: «A su fría y razonada locura le sucedía una desesperación demoníaca» (Gasulla Culminación [Arg. 1975]).

2. Cuando significa, dicho de un suceso, ‘acontecer u ocurrir’, es intransitivo. Se usa solo en tercera persona y suele llevar un complemento indirecto que expresa la persona a la que le ocurre lo expresado por el sujeto: «Es el tipo de cosas que le suceden siempre a Martín» (Bryce Vida [Perú 1981]).

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DICCIONARIO REAL ACADEMIA ESPAÑOLA.

jueves, abril 23, 2009

DÍA DEL LIBRO.

SEMILLAS DE PAPEL Quien lee muchos libros, vive muchas vidas en una sola.


SEMILLAS DE PAPEL
Radialistas.net

LIBRETO.

CONTROL MÚSICA SUGESTIVA.

LOCUTORA Un libro se hace a partir de un árbol.

LOCUTOR Las páginas de un libro se llaman hojas, como las del árbol.

LOCUTORA Igual que la clorofila atrapa la luz del sol y la fija, también los libros tienen un pigmento, la tinta, que captura las ideas de quien escribe e ilumina la mente de quien lee.

EFECTO PASANDO PÁGINAS DE LIBRO.

CERVANTES (CON ECO) “En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo vivía un hidalgo de los de lanza en astillero...“

LOCUTORA El escritor se llamaba Miguel de Cervantes. Y escribió su novela de caballería con la única mano útil que le quedaba después de la famosa batalla de Lepanto.

LOCUTOR Han pasado siglos, y todavía nos reímos con las ocurrencias de Sancho Panza. Y nos emocionamos con los amores de Dulcinea. Y nos vemos reflejados en las locas aventuras del Quijote.

CONTROL MÚSICA DE TRANSICIÓN.

LOCUTOR Libros de ayer y libros de hoy...

JUANA Harry Potter y la piedra filosofal... Harry Potter y el cáliz de fuego... Harry Potter y las reliquias de la muerte...

LOCUTORA Se llama Joanne Rowling y es la autora del popular Harry Potter, el niño con poderes mágicos. Lo escribió en los cafés de Edimburgo, mientras cuidaba a su hijita, porque no tenía otro sitio donde dar rienda suelta a su imaginación.

LOCUTOR Dicen que las jóvenes generaciones leen poco o nada. Pero Joanne Rowling ha logrado entusiasmar y hacer leer a millones de niñas y niños en el mundo con sus libros rebosantes de fantasía.

CONTROL MÚSICA SUGESTIVA.

LOCUTORA La escritura es el mayor de los inventos humanos. Un invento que une a personas que nunca se conocieron, habitantes de tiempos remotos y de países lejanos.

CERVANTES Quien escribe un libro vive para siempre. Y quien lee muchos libros, vive muchas vidas en una sola.

LOCUTORA Sin libros, la historia humana sería un círculo, un eterno retorno, siempre comenzando y dependiendo de la voz que se lleva el viento, de la memoria que falla.

LOCUTOR Fue la escritura la que facilitó el avance de la ciencia y la cultura, la acumulación de los conocimientos.

LOCUTORA Como los relevos que se pasan los corredores de mano en mano, los libros nos permiten aprovechar la sabiduría de nuestros antepasados, crear un cerebro colectivo.

CONTROL MÚSICA SUGESTIVA.

LOCUTOR Los libros son como semillas. Semillas de papel. Pueden estar durmiendo en una biblioteca o escondidos en un rincón de tu casa. Y de repente, los abres, los lees, y germinan en ti. Echan raíces en tu espíritu y ponen flores en tu corazón.

jueves, abril 16, 2009

¿Qué es un soneto?

Un soneto es una composición poética de origen italiano, que consta de catorce versos endecasílabos, distribuidos en dos cuartetos y dos tercetos. Los cuartetos deben compartir las mismas rimas, y los tercetos pueden componerse a gusto del poeta con la única condición de que compartan al menos una rima, si bien en el soneto clásico suele presentar el esquema CDC DCD o CDE CDE. La estructura métrica del soneto es, pues, ABBA ABBA y CDC DCD o CDE CDE. Algunas veces, en el soneto clásico, los cuartetos pueden ser sustituidos por serventesios: ABAB ABAB; y más rara vez, por la unión de un serventesio y un cuarteto, o la de un cuarteto y un serventesio; esto es, ABBA ABAB o ABAB ABBA.

La regularidad y simetría del soneto obligan a la precisión y la concisión de las ideas. La estructura de sus rimas permite juegos de oposiciones y correspondencias que expresan las tensiones de la vida interior del poeta. Por eso, el soneto se caracteriza por su fuerte coherencia interna, y permite alcanzar una estrecha correlación entre la forma y el contenido.

La invención del soneto se atribuye al poeta siciliano Jacopo o Giacomo da Lentini, notario del emperador Federico II en el siglo XIII. Los sonetos de Lentini utilizan serventesios (ABAB) en lugar de cuartetos (ABBA), mientras que los seis últimos versos se distribuían, bien en la forma CDECDE, o bien CDCDCD.

El origen de su estructura métrica aún es discutido y se dan como posibles dos hipótesis: la que postula que proviene de la unión de dos octavas que ha perdido los dos últimos versos; y la más probable, que pretende que provenga de aislar una estancia de canción siciliana. Según esta última hipótesis, los serventesios constituirían la frente de dos pies y los tercetos la cola de dos vueltas.

De Sicilia, el soneto pasó a la Italia central, donde fue también cultivado por los poetas del dolce stil nuovo: Guido Guinizzelli (1240 - 1276), Guido Cavalcanti (1259 - 1300) y Cino da Pistoia, entre otros, quienes emplean ya los dos cuartetos y los dos tercetos, estos últimos con una estructura variable.

En el siglo XIV son muy importantes los sonetos amorosos de Dante Alighieri, dedicados a su amada Beatrice Portinari, y recogidos en su libro Vita Nuova. Pero el sonetista más influyente de la centuria es sin duda el poeta de Arezzo Francesco Petrarca, en cuyo Cancionero (Canzoniere) el soneto se revela como la estructura más adecuada para la expresión del sentimiento amoroso. Es a través de la influencia de Petrarca que el soneto se extiende al resto de literaturas europeas.

Ejemplo de Soneto.

Un soneto me manda hacer Violante,

que en mi vida me he visto en tal aprieto;

catorce versos dicen que es soneto:

burla burlando van los tres delante.

Yo pensé que no hallara consonante

y estoy a la mitad de otro cuarteto;

mas si me veo en el primer terceto

no hay cosa en los cuartetos que me espante.

Por el primer terceto voy entrando

y parece que entré con pie derecho,

pues fin con este verso le voy dando.

Ya estoy en el segundo, y aun sospecho

que voy los trece versos acabando;

contad si son catorce, y está hecho.

(Lope de Vega)

WIKIPEDIA.

miércoles, abril 15, 2009

¿Y usted por qué escribe?

LA SOLEDAD COMUNICANTE.

Por: MARIO BENEDETTI.

Hace unos años, al responder a una encuesta que preguntaba: “¿Por qué escribe”? (Liberation, París, mayo 1985), Lawrence Durrell se limitó a burlarse: “A pregunta idiota, respuesta idiota: escribo para vigilarme”. No sé si la pregunta era idiota o sagaz, pero lo cierto es que respondimos a ella 400 escritores de 80 países en 28 lenguas. La interrogante era también una doble tentación: desarrollar la respuesta en profundidad o responder con una frase ingeniosa o que pretendiera serlo. Por supuesto, hubo quienes se inclinaron por esta opción, por ejemplo, José Donoso (“escribo para saber por qué escribo”), Enrique Lihn (“escribo porque escribo”), Álvaro Mutis (“escribo por asco de mí mismo y del mundo”), García Márquez (“para que mis amigos me quieran más”, que casi se repite en la respuesta de Bryce Echenique: “Escribo para que me quieran más”), Juan Goytisolo (“si lo supiera, no escribiría”), Philippe Soupault (“porque me divierte”), Leonardo Sciascia (“porque me gusta”), Françoise Sagan (“porque adoro eso”).

Otros respondieron con más realismo y tal vez con lacónica sinceridad: Mary McCarthy (“porque sé cómo hacerlo”), Carlos Fuentes (“porque es una de las raras cosas que sé hacer”), Günter Grass (“porque no puedo hacer otra cosa”), Graham Greene y también Fred Uhlmann (“por necesidad”), Danilo Kis (“para sobrevivir”), Samuel Beckett (“porque sólo sirvo para eso”).

Hay, por último, unos cuantos que, ya que son literatos, al responder hacen literatura. Algunos ejemplos: Rachid Boudjedra (“escribo para no tener frío”), Roberto Juarroz (“porque la poesía es la conjunción más profunda del azar y el destino”), Ricardo Piglia (“porque la poesía es la forma privada de la utopía”), Osvaldo Soriano (“para compartir la soledad”), García Hortelano (“porque no soporto el vacío que es un día sin escribir), Adonis (“para hacer eco a aquello que Dios ha dicho y no ha escrito”), Jan Erik Vold (“porque si no lo hiciera, faltaría una voz”), Roa Bastos (para evitar que “al miedo de la muerte se agregue el miedo de la vida”), Doris Lessing (“porque soy un animal escribiente”).

Podría decirse que todas las contestaciones caben en un espacio limitado por dos respuestas (dos polos) muy anteriores a esa encuesta: Henri Michaux (“escribo para que lo real se vuelva inofensivo”) y William Faulkner (“escribo para ganarme la vida”). Sin embargo, no hay ninguna de las 400 respuestas (salvo, quizá, la de Osvaldo Soriano) que ponga sobre el tapete tanta verdad como un artículo titulado precisamente ¿Por qué se escribe?, que en 1933 publicó María Zambrano en la Revista de Occidente y que luego incluyó en Hacia un saber del alma: “Escribir es defender la soledad en que se está, es una acción que sólo brota desde un aislamiento efectivo, pero desde un aislamiento comunicable, en que, precisamente por la lejanía de toda cosa concreta, se hace posible un descubrimiento de relaciones entre ellas”. Aislamiento efectivo, pero comunicable. Ahora sí se entiende mejor la respuesta de Soriano: “Escribo para compartir la soledad”.

Por la mente del escritor desfilan verdaderas series o escalas orales, tan informales como irresponsables, pero en el filtro riguroso de la soledad, y a fin de transformarse en palabra escrita, asumen su responsabilidad y también su forma particular, única. Escribir es una manera de organizar el habla, el caos del habla, y, en definitiva, es un intento, casi siempre vano, de organizar el mundo, así sea el reducido y propio. Más adelante agrega María Zambrano algo que conduce a otro nivel del acto de escribir: “El escritor sale de su soledad a comunicar el secreto”. Ahora bien, ¿en qué consiste ese secreto? ¿Y por qué lo comunica en vez de guardarlo celosamente para sí? ¿No será que el secreto es nada menos que la originalidad? Un sustantivo que nunca había colindado con un adjetivo cualquiera; el hallazgo de una sola palabra que transforma un lugar común en un lugar extraordinario; la novedad de una sensación, o mejor aún, la manera nueva de decir una sensación trillada; un matiz inédito en el tembladeral de las relaciones humanas; la vislumbre desconocida de una pasión conocida; la mera invención de una palabra, etcétera, son franjas del azar, pero asimismo de la educación de ese azar. Es difícil que el azar comparezca cuando no se empieza por abrirle el camino. La inspiración cayó en desuso, pero el azar o el secreto de crear o la originalidad germinan mejor en tierras fértiles.

El impulso que lleva al escritor a revelar ese secreto forma parte de su oficio, que es comunicar. Es común que el artista, tras un descubrimiento que ha efectuado a solas, quiera de inmediato comunicarlo, así sea oralmente. No importa a cuántos. A alguien. En ese instante no piensa que pueden quitarle un tema, copiarle un desarrollo. El arte es generoso, pródigo, dador, y la verdad es que el secreto del escritor sólo adquiere un sentido cuando se hace público. Si Nietzsche decía (Zambrano lo menciona) que “las cosas son los límites del hombre”, Rubén Darío, en cambio, en su Coloquio de los centauros hace que Quirós (varios décadas antes que el centauro Robbe-Grillet) sugiera: “Las cosas tienen un ser vital”. Es claro que las cosas logran ese ser vital sólo cuando el poeta lo descubre en ellas. Sin la mirada del poeta las cosas son inertes o, si se mueven, como las máquinas, no son conscientes de su movilidad. O sea, que cuando las cosas, gracias al poeta, asumen su ser vital, abandonan su condición inerte y pasan a ser imágenes, metáforas, símbolos y, en consecuencia, dejan de ser límites para el hombre.

Semejante operación no justifica ninguna vanidad. El poeta lleva a cabo ese proceso a través de las palabras, pero otros miembros de la comunidad, digamos el agricultor, el constructor, el artesano, realizan faenas igualmente reveladoras con sus instrumentos y sus manos, a pesar de que no haya encuestas que pregunten: “¿Por qué abres un surco?, ¿porqué levantas paredes?, ¿por qué moldeas esa vasija?”. El Homo faber y el Homo ludens no sólo se complementan, sino que se influyen recíprocamente. Uno de los escritores convocados por Liberation, el portugués Antonio Lobo Antunes, respondió: “Escribo porque no sé bailar como Fred Astaire”, y esto, que parece (y quizá sea) una broma, un modo de eludir la indagación, también incluye su viruta de verdad. En la escritura cabe el mundo. “Escribo”, respondió Onetti, “porque es un acto amoroso que me da placer”. Comencé a escribir”, responde, por su parte, un bienhumorado Vázquez Montalbán, “porque quería ser grande, rico y hermoso”. Y esto, a pesar de su talante, tampoco es mera broma, porque en la escritura cabe, asimismo, el mito, no sólo el que apunta a la figura admirada, sino también al mito modesto, casi privado: la quimera propia, vocacional. Vázquez Montalbán la ribetea de humor, pero ¿quién no tiene una personal quimera? Aunque el tríptico de adjetivos no sea el mismo, claro.

Puedo entender a Severo Sarduy cuando confiesa, como razón de su escritura: “No soporto el vacío”, y, en cambio, me cuesta creer a Milan Kundera cuando limita su escritura al “placer de contradecir”, a “la felicidad de estar solo contra todos”, y no lo creo, porque si bien ese placer de contradecir está presente en sus declaraciones políticas, disidentes, en su obra literaria, en cambio, tiene más importancia el placer de decir. Por otra parte, ese alarde casi romántico de “estar solo contra todos” se inscribe más bien en la tradición de Drieu la Rochelle, para quien la necesaria misión del intelectual era “estar donde no está la muchedumbre. Delante, detrás o al costado, poco importa, pero estar en otra parte”. Curiosamente, esa obsesión lo metió de cabeza, primero en el fascismo, luego en el colaboracionismo con la ocupación alemana, y finalmente en el suicidio, que al fin fue su modo personal de “estar en otra parte”. ¿Será que a veces el escritor cree haber sorprendido un secreto y, en cambio, sólo ha descubierto (y adoptado) un oprobio que flotaba en el aire? Y entonces, cuando decide: hacer público el presunto secreto, no cae en la cuenta de que está comunicando una ignominia. Después de todo, en el sutil entramado de los malentendidos culturales hay dos que aparecen y reaparecen sin que nadie los convoque. El primero es que el escritor está instalado en su sociedad, y en ella, rodeado y traspasado por ella, escribe; el segundo es que está instalado en su soledad, y en ella, sólo para ella y sin contagiarse del contorno, escribe. De ahí que me parezca tan penetrante y verdadero el hallazgo necesario de María Zambrano cuando dice: “Aislamiento comunicable”, asombrosa contigüidad de aparentes contrarios que, a su vez, ella capta como secreto y no vacila en comunicar. (A los bienaventurados que nombra Serrat quizá podría agregarse esta variante: bien aventurados los poetas, porque dicen su secreto a voces”.)

Por más que un escritor viva sumergido en lo emergente de su. Medio social (“vivir en una sociedad y no depender de ella es imposible”, decía, con perdón, Vladimir Ilich Ulianof, también llamado Lenin, allá por 1905), tras sus balsámicos o incitantes baños de mundo deberá instalarse en su parcela de soledad, poniendo sus palabras a buen recaudo; pero si verdaderamente quiere que esas palabras, como propone el portugués Vergilio Ferreira, “creen el espacio habitable de su necesidad”, una vez que la soledad le ha ayudado a moldear su secreto, su don de sí mismo, su santiamén insólito, aquella misma necesidad ampliará ese espacio habitable para introducir en él al prójimo, al contorno, a la región, al mundo. Pura ósmosis. El mundo es materia prima de cada soledad; la suma de soledades es la savia del mundo.

“No sé escribir porque no sé ser”, masita otro portugués, Fernando Pessoa, en una de las páginas más desoladas de su Livro de desasosegó, y agrega: “No consigo reanudarme”. Afortunadamente, el libro tiene 250 páginas más, y digo afortunadamente, porque pienso que, en ese contexto, reanudarse es seguir transmitiendo la soledad, pero es también merecer la soledad del prójimo. Y esto no significa, como proponía Walter Benjamin, que el intelectual no pueda ver el cambio social sino desde la perspectiva de su soledad. ¿Acaso la sociedad no es factor, médula y sustancia de la soledad’? ¿Qué es, después de todo, la soledad sino un homenaje al prójimo?

(1987).

martes, abril 14, 2009

Significado de la palabra:

Intríngulis.

‘Dificultad o complicación’ e ‘intención solapada o razón oculta’. Es voz masculina: el intríngulis.

Quiche.

Voz tomada del francés quiche, ‘pastel horneado hecho con una base de pasta sobre la que se pone una mezcla de huevos, leche y otros ingredientes’. Aunque en francés se pronuncia [kísh], en español debe adecuarse la pronunciación a la grafía y decirse [kíche]. Se admite su uso en ambos géneros: «Masa quebrada igual que la quiche» (Ortega Recetas [Esp. 1972]); «Tengo antojo de comer pan de maíz y el quiche con albahaca» (Serrano Vida [Chile 1995]). Su plural es quiches.

Script.

1. Voz inglesa que significa ‘texto en que se expone, con los detalles necesarios para su realización, el contenido de una película o de un programa de radio o televisión’. Es anglicismo innecesario, que debe sustituirse por el equivalente español guion (o guión): «La primera versión del guión contenía incluso una anécdota real» (Vanguardia [Esp.] 17.12.94).

2. También se usa como abreviación de script-clerk o script-girl, términos ingleses con los que se designa a la persona que, en el rodaje de una película, está encargada de apuntar los pormenores de cada escena y es la responsable de que no haya fallos de continuidad; el anglicismo puede sustituirse, en este caso, por expresiones españolas como secretario de rodaje, la más usada en España, supervisor de guion o anotador, esta última preferida en América: «Damos a continuación [...] una lista de rubros utilizados en la planificación y el establecimiento de los costos de una película: [...] secretario/a de rodaje» (Feldman Realización [Arg. 1979]); «Va a hacer falta más polvo advirtió la anotadora» (Díaz Piel [Cuba 1996]).

Tedeum.

‘Cántico religioso de acción de gracias que comienza con las palabras latinas Te Deum’ y ‘ceremonia o liturgia de acción de gracias’: «Entonó con fuerte voz un tedeum» (Fisas Historias [Esp. 1983]). Debe escribirse sin tilde, pues la combinación -eu- se considera diptongo a efectos de acentuación. Su plural es tedeums : «La imagen se expuso en altar público y se le celebraron tedeums y novenarios» (González Dios [Méx. 1999]).

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DICCIONARIO REAL ACADEMIA ESPAÑOLA.

jueves, abril 09, 2009

Soneto a Cristo crucificado.

Anónimo español - Siglo XVI.

No me mueve, mi Dios, para quererte

el cielo que me tienes prometido,

ni me mueve el infierno tan temido

para dejar por eso de ofenderte.

¡Tú me mueves, Señor! Muéveme el verte

clavado en una cruz y escarnecido;

muéveme ver tu cuerpo tan herido;

muévenme tus afrentas y tu muerte.

Muévenme en fin, tu amor, y en tal manera

que aunque no hubiera cielo, yo te amara,

y aunque no hubiera infierno, te temiera.

No me tienes que dar porque te quiera,

pues aunque lo que espero no esperara,

lo mismo que te quiero te quisiera.

miércoles, abril 08, 2009

¿Qué es la Torá?

Torá (aceptado por la Real Academia Española como Torá ) [תּוֹרָה] es una palabra hebrea que significa enseñanza, instrucción, o más específicamente ley. En su sentido más amplio se utiliza habitualmente para designar a la totalidad de la revelación y enseñanza divina al pueblo de Israel. En un sentido más restringido se refiere únicamente al texto de los cinco primeros libros de la Biblia (que para los cristianos se llama Pentateuco).

Estos libros son:

  • Génesis (Bereshit [בְּרֵאשִׁית]),
  • Éxodo (Shemot [שְׁמוֹת]),
  • Levítico (Vayikrá [וַיִּקְרָא]),
  • Números (Bemidbar [בְּמִדְבַּר]) y
  • Deuteronomio(Devarim [דְּבָרִים]).

El conjunto de estos cinco libros se conoce como Pentateuco (del griego πεντα, penta, ‘cinco’, y τευχος, teujós, ‘funda para libros’, haciendo referencia a las fundas en las que se conservaban los rollos de pergamino) o, en hebreo, Jamishá Jumshé Torá [חֲמִשָּׁה חֻמְשֵׁי תּוֹרָה], ‘las cinco partes de la Torá’ o simplemente Jumashi [חֻמָּשׁ], ‘quinto’ como abreviación.

Los judíos también utilizan la palabra Torá, en un sentido más amplio, para referirse a toda la gama de enseñanzas religiosas judías a lo largo de la historia.

viernes, abril 03, 2009

Dudas: degollar - degüello.

Degollar.

(Del lat. decollāre).

1. tr. Cortar la garganta o el cuello a una persona o animal.

2. tr. Destruir, arruinar.

3. tr. Acabar mal un discurso u otra producción del ingenio.

4. tr. Dicho de un torero: Matar al toro con una o más estocadas mal dirigidas, de suerte que a veces el animal echa sangre por la boca.

Conjugación del verbo.

FORMAS NO PERSONALES

Infinitivo

degollar

Participio

degollado

Gerundio

degollando

INDICATIVO

SUBJUNTIVO

Presente

degüello degüellas / degollás degüella degollamos degolláis / degüellan degüellan

Futuro simple o Futuro

degollaré degollarás degollará degollaremos degollaréis / degollarán degollarán

Presente

degüelle degüelles degüelle degollemos degolléis / degüellen degüellen

Pretérito imperfecto o Copretérito

degollaba degollabas degollaba degollábamos degollabais / degollaban degollaban

Condicional simple o Pospretérito

degollaría degollarías degollaría degollaríamos degollaríais / degollarían degollarían

Pretérito imperfecto o Pretérito

degollara o degollase degollaras o degollases degollara o degollase degolláramos o degollásemos degollarais o degollaseis / degollaran o degollasen degollaran o degollasen

Pretérito perfecto simple o Pretérito

degollé degollaste degolló degollamos degollasteis / degollaron degollaron

Futuro simple o Futuro

degollare degollares degollare degolláremos degollareis / degollaren degollaren

IMPERATIVO

degüella (tú) / degollá (vos) degollad (vosotros) / degüellen (ustedes)

Consulta aquí:

Real Academia Española

jueves, abril 02, 2009

Dudas: rozar - rosar - roce - rose - roza - rosa.

Rozar (se).

1. Cuando significa ‘tocar ligeramente algo o a alguien’, se construye normalmente como transitivo: «Mis dedos rozan su piel» (Volpi Días [Méx. 1994]). Cuando el complemento directo es de persona, puede llevar, además, un complemento introducido por en, que expresa la parte concreta que recibe el roce: «Cuando Crespo la roza en la mano, ella llora» (Clarín [Arg.] 29.3.01). Si el sustantivo que expresa la parte rozada funciona como complemento directo, el complemento de persona pasa a ser indirecto: «Una piedra [...] le rozó la mandíbula» (Hoy [Chile] 19-25.1.83). Asimismo, es normalmente transitivo cuando significa, en sentido metafórico, ‘estar cerca [de un límite]’: «Los contactos sexuales rozaban el límite de lo decoroso» (Volpi Klingsor [Méx. 1999]).

2. Puede construirse también como intransitivo, con un complemento introducido por con o en: «El agua al caer roza con las tuberías y las calienta» (VV. AA. Física [Esp. 1995]); «Todos conocemos el movimiento estudiantil, cuya pertinacia roza en lo heroico» (Tierno España [Esp. 1966-74]).

Rozar.

(Del lat. vulg. *ruptiāre).

1. tr. Limpiar las tierras de las matas y hierbas inútiles antes de labrarlas, bien para que retoñen las plantas o bien para otros fines.

2. tr. Cortar leña menuda o hierba para aprovecharse de ella.

3. tr. Dicho de un animal: Cortar con los dientes la hierba para comerla.

4. tr. Raer o quitar una parte de la superficie de una cosa, como de la pared, del suelo, de la piel, etc.

Roce.

1. m. Acción y efecto de rozar o rozarse.

2. m. Señal o marca que queda en algo tras haberse rozado con otra cosa.

3. m. Trato o comunicación frecuente con algunas personas.

4. m. Discusión o enfrentamiento leve.

Roza. (Acción y efecto de rozar) Tercera persona, presente del indicativo del verbo rozar.

Rosar.

(Del lat. vulg. *rosāre, der. del lat. ros, roris, rocío).

1. Verbo intransitivo impersonal rural. Asurias. Caer rocío.

Rose.

Forma verbal, presente del subjuntivo del verbo rosar (caer rocío).

Rosa.

Forma verbal presente indicativo del verbo rosar.

Rosa.

(Del lat. rosa).

1. f. Flor del rosal, notable por su belleza, la suavidad de su fragancia y su color, generalmente encarnado poco subido. Con el cultivo se consigue aumentar el número de sus pétalos y dar variedad a sus colores. Suele llevar el mismo calificativo de la planta que la produce.

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Diccionario Real Academia Española.