En español existe un esquema particular de negación, que permite combinar el adverbio no con la presencia de otros elementos que tienen también sentido negativo.
Los adverbios nunca, jamás, tampoco, los indefinidos nadie, nada, ninguno, la locución en la/mi/tu/su vida y los grupos que contienen la palabra ni aparecen siempre en oraciones de sentido negativo.
Si estos elementos van antepuestos al verbo, este no va acompañado del adverbio de negación no:
Nunca voy al teatro.
Él tampoco está de acuerdo.
Jamás lo haré.
Nadie lo sabe.
Nada de lo que dice tiene sentido.
Ninguno de ellos es actor.
En su vida lo conseguirá.
Ni su padre lo perdonaría.
Pero si van pospuestos al verbo, este debe ir necesariamente precedido del adverbio no:
No voy nunca al teatro.
Él no está de acuerdo tampoco.
No lo haré jamás.
No lo sabe nadie.
No tiene sentido nada de lo que dice.
No es actor ninguno de ellos.
No lo conseguirá en su vida.
No lo perdonaría ni su padre.
La concurrencia de esas dos «negaciones» no anula el sentido negativo del enunciado, sino que lo refuerza.
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