viernes, diciembre 08, 2006

Conjugando: ASOLAR Y APOSTAR

“La guerra no declarada en Medio Oriente asola a la población”.
¿Está bien conjugado asolar?
No.
Estamos aquí ante un verbo irregular, con el sentido de destruir, arrasar, arruinar; así habrá de decirse que ‘la guerra asuela’.
En cambio, si asolar se refiere al calor, a la idea de secar los campos la acción del sol y la consecuente temperatura, el verbo tiene el carácter de regular: el calor asola los campos, no asuela.
Similar situación se presenta con apostar, que alude a la idea de perder dinero o algo así, quien se equivoque en una acción pactada con otro. En tal caso se apuesta; pero apostar tiene también una forma regular, aquella que el diccionario define como poner una o más personas o caballerías en determinado puesto o paraje para algún fin; en este caso, por ejemplo, las tropas se apostan en algún sitio, no se apuestan.
DILIGENCIA. ¡Qué palabra tan difícil de pronunciar, ah! Si, es diligencia, que no deligencia, como suele oírse con mucha frecuencia. Esa conjunción de íes, vocales cerradas, llevan a abrir la primera y a transformarla en e. Así nace el barbarismo deligencia. Diligencia, aparte de esos antiguos coches tirados por caballos que popularizaron las fenecidas películas de ‘cowboys’, alude al cuidado y actividad en ejecutar algo; a la prontitud, agilidad y prisa, al trámite de un asunto administrativo, y constancia escrita de haberlo efectuado. Quien actúa con diligencia es diligente, o sea, cuidadoso, exacto y activo; pronto, presto, ligero en el obrar.
AUDITAR. Amenazante verbo castellano (audire, en latín). Se trata de examinar la gestión económica de una institución, con el fin de comprobar si los gastos se han ajustado a las normas establecidas. Quien realiza la auditoría se llama auditor, y hoy tienen formación universitaria, lo mismo que los auditores de guerra, de la Marina, o de la Rota, ese nombrado por el Papa para conocer en apelación de las causas de todo el orbe eclesiástico. La auditoría procede de un verbo latino que significa oír, y así nos explicaremos palabras como auditivo, auditorio y otras similares, pertenecientes a la misma familia. En lugar de auditorio, palabra castellana, suele preferirse la voz latina auditorium, que no está mal y se castellaniza como auditórium; pero está mejor la sencilla voz auditorio.
CONFESO.
Voz usual en el vocabulario legal, que siempre alude a la persona que ha confesado un delito o culpa. "Está confeso", es expresión que escuchamos a diario cuando la policía habla de un delincuente. Confesa puede entenderse como el femenino, pero en sentido estricto antes se llamó así a la mujer viuda que, llena de pena, entraba a un convento; y por aquí llegamos a confesional, es decir, lo perteneciente o relativo a una confesión religiosa, a un credo. Y si usted es católico, estimado escucha, seguro que con regularidad se confiesa, para lo cual debe ir al confesionario, palabra ésta que tiene otras formas castellanas: confesionario o confesorio, sitio en el que encontrará a su confesor, sacerdote encargado de la confesuría.
PARAPENTE.
He aquí una palabra de moda, en especial entre quienes practican los llamados deportes de aventura. El parapente es uno de ellos; consiste en lanzarse con un paracaídas desde una pendiente, disfrutar del vuelo y luego, posarse con suavidad. La voz se origina en el francés ‘parapente’, acrónimo de ‘parachute’ (paracaídas), y pente (pendiente). Y los parapentistas serán quienes practican el parapente.

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