El sexo está determinado por las diferencias físicas exhibidas tanto por hombres como por mujeres; sin embargo, el género se refiere a las diferencias determinadas socialmente entre los dos sexos, a la relación entre mujeres y hombres y sus roles sociales en las distintas sociedades o comunidades.
Los roles de género surgen de las diferencias asignadas socialmente a mujeres y hombres, y varían con la clase social, raza, casta, etnicidad, religión, edad e incluso con el tiempo. Estos factores influyen en la división del trabajo, lo cual refuerza las relaciones de poder existentes y el acceso a los recursos, beneficios, información y toma de decisiones.
Niñas, Niños: género y educación - En la mayoría de los países, las niñas y los niños son educados para adoptar roles y comportamientos muy distintos. Los diversos valores y actitudes para masculinizar y feminizar a los menores refuerzan los comportamientos basados en las ideas culturales de las normas del género. En general, a los niños se les permite ser niños durante la infancia, mientras que se espera que las niñas comiencen a adoptar su rol de madre y cuidadora desde muy temprana edad. Cuando el niño o la niña llega a la edad escolar, su personalidad está fuertemente marcada por una identidad de género, lo que conlleva una serie de expectativas sobre el comportamiento y el carácter que determinan las oportunidades que tendrá el niño o la niña en las diferentes culturas. Aunque la socialización de género afecta tanto a niños como a niñas, discrimina particularmente a las niñas.
Género y desarrollo - A mediados de los años 80, el concepto analítico de género se convirtió en el concepto básico de una nueva aproximación a la mujer y el desarrollo: esta perspectiva de Género y Desarrollo (Gender and Development o GAD) intentaba acabar con las limitaciones de los anteriores enfoques y valorar el papel de la mujer en el desarrollo. El nuevo enfoque de género fue desarrollado originariamente por mujeres preocupadas porque sus problemas eran percibidos en términos de sexo (sus diferencias biológicas con los hombres) en vez de en términos de género, los papeles sociales y las relaciones entre hombres y mujeres, así como las fuerzas que a la vez perpetúan y cambian esas relaciones. El GAD refleja el reconocimiento de que las mujeres son una parte integral de todas las estrategias de desarrollo.
El movimiento feminista lucha contra las teorías que sostienen que ciertos procesos genéticos son los determinantes primarios de la conducta humana, y que en ellos radica la explicación de las diferencias sociales. Las feministas tienen razón: atribuir al sexo la discriminación y las injusticias de todo tipo que han venido sufriendo históricamente las mujeres sería tanto como aceptar que tal discriminación obedece a un designio inmutable que la naturaleza imprime en todo ser humano desde que nace. Si el hombre es más fuerte que la mujer por razones genéticas, éstas no justifican que someta a su voluntad a ese ser que considera de su propiedad, y a quien la educación (impuesta tantas veces a golpes), las convenciones sociales y la tradición han convertido en una persona pobre, pequeña y preñada
Cuando las feministas hablan de género, se refieren a esas normas socialmente construidas que, con grandes variaciones de una a otra parte del mundo, nos dictan, tanto a los hombres como a las mujeres, el significado y contenido de lo femenino y lo masculino, a esas normas que regulan el grado de adecuación de nuestras conductas, de nuestro aspecto exterior y hasta de nuestras carreras profesionales.
El discurso feminista está muy claro: puesto que no es posible abolir las injusticias suprimiendo las diferencias sexuales (¿quién podría hacerlo, o acaso querría?), suprimamos las diferencias de género, empezando por el lenguaje.
Porque es en el lenguaje donde con mayor claridad se perciben algunas de las pautas sociales que han contribuido a la infravaloración histórica de la condición femenina. Lo peor de todo es que estas influencias sesgadas actúan desde que el niño o la niña tienen uso de razón y, sobre todo, desde que aprenden a leer. Véase por ejemplo la forma en que se presentan en la literatura infantil los papeles estereotipados de ambos sexos: los hombres van a trabajar, las mujeres se quedan en casa. Véanse también los libros de texto utilizados en miles de centros de enseñanza elemental. Según un recuento de los personajes que aparecen en uno de esos libros, en el mundo habría el doble de niños que de niñas, y siete veces más de hombres que de mujeres.
En la lucha por sus derechos, las mujeres se han propuesto modificar deliberadamente el lenguaje: ojalá lo consigan, están en el buen camino.
1 comentario:
Creo que hay una premisa errónea: "las injusticias que ha sufrido históricamente la mujer...". Si consideramos el derecho a la vida (el más importante) veremos que históricamente ha favorecido a las mujeres, que no debían sacrificarse obligatoriamente por la comunidad, como los hombres en las constantes guerras. Por algo siempre hubo travestistas hombres queriendo ser mujeres, y no a la inversa. Además históricamente siempre hubo una serie de otras ventajas, explicadas seguramente por el fundamental aporte femenino a la reproducción. Todas ellas se han traducido, sempiternamente, en normas sociales como el viejo "Mujeres y niños primero". Estas normas coexisten con las normas "machistas", (que también son reales)pero parecen contrarrestarlas. No reconocer la existencia de aquéllas es infantil, y habla mal de la independencia y objetividad de la ciencia social moderna, sobre todo de las "teorías de género".Ver
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