Una de las maneras especiales de expresar el resultado de esas comparaciones es la utilización de formas como mejor, peor, mayor, menor, formas que nuestra lengua posee por herencia directa del latín. Así decimos entonces:
El Vino de Carora es mejor que cualquier otro, y, si queremos hacerlo sobresalir claramente de entre los demás, decimos: El Vino de Carora es el mejor del mundo.
Pero estas formas constituyen una excepción al modo más general de expresar la comparación en nuestra lengua, que es el de anteponer las voces más / menos / tan a la palabra que designa el primer elemento comparado, por ejemplo: El río Caroní es más caudaloso que el río Tocuyo y menos que el río Orinoco.
Dos formas de comparar que nos brinda nuestra lengua, sin embargo escuchamos los siguientes errores: Mi hijo es *más mayor que el tuyo; Esta es la *más peor que tengo, nada extrañas en el habla popular y en las cuales se ve inmediatamente el uso innecesario del adverbio más, dado que las palabras mayor, peor no lo necesitan, a causa de su especial significado, ya por sí comparativo.
Otro ejemplo de mal uso de la comparación, se produce construyendo frases con el adjetivo mejor pensando decir algo distinto a lo que se expresa con la secuencia más bueno, se origina la fórmula bastante difundida: *más mejor .
El resultado es tachado consecuentemente de vulgarismo y se trata de un error censurable sin duda, que, por tanto, hemos de evitar a toda costa.
La lengua nos brinda palabras comparativas pero, por favor, tengamos cuidado al hacer las comparaciones.
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