1. ‘Hablar’. Este verbo procede del provenzal y está presente en el léxico español desde la época medieval. Frente al valor neutro de hablar, parlar está normalmente marcado en el uso actual general como informal, jocoso o despectivo: «Para colmo de males, el chicato de mi yerno, que parla como un duque en siete idiomas» (Najenson Memorias [Arg. 1991]); y a menudo se refiere al hecho de hablar de más o inoportunamente: «Todo lo parlaba: malas noches, regodeos, enfermos, partos...» (Sampedro Sonrisa [Esp. 1985]). Estos matices están presentes en los muchos derivados de esta voz, como los adjetivos parlador, parlanchín y parlero (‘que habla mucho o de manera indiscreta’), el verbo parlotear (‘hablar mucho y sin sustancia’) o los sustantivos parloteo, parlería y parleta (‘charla abundante e insustancial’).
2. El adjetivo derivado parlante significa, simplemente, ‘que habla’, y no está teñido de los matices jocosos o despectivos que suele tener el verbo parlar: «He oído historias acerca de estatuas parlantes» (Savater Juliano [Esp. 1981]). A veces se usa, sustantivado, como sinónimo de hablante: «Los especialistas pronostican que los parlantes de lenguas indígenas seguirán aumentando en números absolutos» (Proceso [Méx.] 12.1.97). En gran parte de América, significa también, como sustantivo, ‘aparato para amplificar el sonido’, a menudo en la forma altoparlante: «Se instalaron potentes parlantes para acallar los cánticos de los subversivos» (Caretas [Perú] 30.1.97); «El altoparlante anuncia la salida del avión de San Juan» (Tibón Aventuras [Méx. 1986]).
3. El adjetivo parlante se une también a elementos compositivos que designan un determinado idioma, para formar compuestos referidos a sus hablantes, como hispanoparlante, angloparlante, catalanoparlante, etc.: «De esta precipitada mezcla vendría el habla de España y de más de 300 millones de hispanoparlantes en