miércoles, diciembre 17, 2008

EDDY RAFAEL PÉREZ Y EL ÁRBOL VERDE DE LA VIDA.

Por: Luis Suardíaz.
Si nos fijamos en los poemas de Eddy Rafael, que publicó en la revista cubana Bohemia, en octubre de 1982, con ilustraciones de su amigo el muy talentoso José Luis Posada, enseguida advertimos una manera original de relacionarse con lo que se ha dado en llamar naturaleza, más exactamente los abiertos paisajes donde el hombre se pierde entre elementos afines, pero nunca dominados. Si exceptuamos el homenaje a Li Po, en todos los casos desde el título viene el tema (“Pedro cazador de los vientos”, “Sobre la colina”, “Ríos bravos”) vuelvo a decir, asuntos del paisaje son folclorismo, sin demasiadas descripciones y sin aforismos, explicaciones, testimonios absolutos.
mi vida es un chispazo en aromas
bajo los cujíes de Pozo de Bucare
cabras lagunas y alturas
se encargaron de construir mi palabra
(…)
siempre quise ser gavilán
pájaro de las montañas
perro cazador de los vientos.
Y es entonces cuando repara uno en la tremenda errata, pues no hay ningún Pedro en la removida experiencia, así lo que importa no es el nombre propio del personaje sino la actitud, esa de cazar los altos vientos como u perro fiero y eficaz.
He tenido la oportunidad de leer una valoración de Prats Sariols, escrita hace dos años, con el título de “Eddy Rafael Pérez: una poesía subversiva”, donde el crítico habanero recuerda que subvertir “se asocia a perturbar, a trastocar. La palabra verso-sigue diciendo JPS- proviene también de la misma raíz latina”. El interesante aporte crítico que sigue en la línea de explicar las razones para que este título encaje a la perfección en la obra estudiada y no como un sombrero llamativo, distante del cuerpo que lo soporta. Sin embargo, dialogando con Eddy en mi casa, semanas antes de su trigésimo octavo cumpleaños, el autor de me siento como un pájaro con las alas cortadas preso en jaula de barrotes, me dice que rechaza ese calificativo para su hacer- aunque entiende las motivaciones y especulaciones lingüísticas de JPS- puesto que se considera un ser nada subversivo. Ni siquiera en verso. Después me dice que, a diferencia de la mayoría de los autores, él mezcla poemas que se llevan –como hermanos nacidos en los extremos de la fecundidad, digo yo- lustros y aún décadas y usa de palabras y signos, símbolos no siempre ubicados en la misma corriente. No le interesa la modernidad en los manuales o en las tablas cronológicas, pues piensa que la modernidad radica tan sólo en la vida que vivimos. Nacido en El tocuyo, en abril de 1949, se asombra que Elena vera lo haya puesto a nacer en Yaracuy, junto a su gran amigo Gabriel Jiménez Emán. Elena acierta, a mi parecer, cuando apunta que “es el poeta del desarraigo. Se siente mal en la ciudad, pero no se opone a la imagen tradicional del campo; sino que allí se debate con la incomunicación y sus dolores. Busca refugio en la poesía o en el eros”. Así pues, no es por gusto que Eddy defiende su característica de larense del Tocuyo, porque esa región, lo que le representa y es- explica en buena medida- su entorno literario. “La geografía natal-me dice- influyó en mí. El estado Lara es de mucha luz natural, semi desértico, con sus cabras, serpientes, lagartos, pájaros extraños. Muy solitario. Y me impresionó la soledad. De modo que esos animales, ese paisajes, forman parte de mi escritura, en ella están, aunque no siempre en primer plano. Se diría que integran al tono (un tomo íntimo) de lo que escribo”.
Conozco al poeta desde hace años, y lo veo moverse en las grandes ciudades con cautela, como extranjero en el monte donde no aparece un baquiano, le pregunto a mi vez qué impresión causan en él las zonas urbanas superpobladas, de urgente movimiento, y me responde: _NO me opongo a la vida de la ciudad, pero cuando la nombro lo hago para recordar al campo. Hay, también, muchas cosas de la ciudad que, lo confieso, no me gustan: la urgencia sin límites, la falta de vegetación, la deshumanización.
Ganador del Primer Premio en el Concurso Nacional de Poesía Fernando Garcés Ferguson, auspiciado por instituciones docentes de Coro con “Yo sé que esto se va a acabar, que mis ojos no soportan la miseria de esta luz”, y del Premio único de poesía “Cecilio Zubillaga”, patrocinado por la Casa de la Cultura de Carora, con “Desde esta colina lloviendo veo a los jinetes descansar con sus animales” –los dos en 1980-; también obtuvo el premio del III Concurso anual del Instituto Municipal de Cultura de Mérida, en 1982, por mediación del poemario Yo quisiera que me escribieran una carta desde cualquier lugar del mundo. Desde tu alma, si es preciso. En una entrevista que se publicó en El Nacional, el 4 de noviembre de 1984, Mary Guerrero le preguntó por qué esos títulos tan largos, y el respondió: “Como la palabra se nutre de la vida y esto es lo único que poseemos abundantemente, es lo único también que podemos derrochar: Lenguaje”. Es una respuesta very nice. Pero no me basta, yo creo que hay otras razones, una estética, sin duda, búsqueda de la originalidad, necesidad de ganarse al lector. O la de lanzarle un dardo a su aburrimiento.- hay de todo en eso que me dices. Y también, he reparado en que la mayoría de los títulos de poesía se parecen demasiado unos a otros, no quiero caer en esos catálogos de repeticiones.
Por otra parte, no son únicamente títulos sino más bien versos que sirven, que funcionan como títulos; en última instancia, por molestar líricamente al lector, provocarlo. –Ya sé que por estas razones únicamente la gente de buena memoria como tú recuerda mis títulos, por lo general me preguntan a mí mismo cómo era que se llamaba el libro aquel donde se incluye tal poema. Y lo cierto, digo, es que sentimientos encontrados se manifiestan ante estos títulos. Todos ellos funcionan como intensos poemas. Excepto uno, brevísimo para Eddy Rafael Pérez, que se anunció y nunca apareció: “cuatro gritos antes del fuego”.
Prats Sariol, lanza sus comparaciones generacionales y dice: “Si estableciéramos un paralelo entre la poesía de Eddy Rafael y la de sus coetáneos en Cuba, tendríamos que realizarla con los mejores de nuestra promoción: Raúl Rivero y Miguel Barnet, Luis Rogelio Nogueras y Raúl Hernández Novas, Osvaldo Navarro y Reina María Rodríguez, por sólo citar algunos. Coinciden en la búsqueda de una síntesis y en una falta de prejuicios estilísticos”. Indudablemente hay cosas que están en el aire, pero no hay una cercanía notable entre nuestro autor y los jóvenes cubanos o de otros países de estos últimos años. Eddy reconoce sus lecturas de Vallejo, advertidas por JPS, rinde tributo a gerbasi. Pero se siente más cerca de lo que él llama poetas casi desconocidos, como Roberto Montesinos, Pío Tamayo –ambos tocuyanos-. Montesinos (1887- 1956) publicó varios títulos- La canción del trigo, La lámpara enigmática- y dirigió una publicación, citada con frecuencia “La Quincena Literaria”, justamente en su ciudad natal. Tamayo vivió menos (1898-1935); a su vez fundó la revista Renacimiento, antes de cumplir veinte años en unión de Montesinos. Estuvo en Cuba en la década de los años veinte y sufrió cárceles y torturas en la época de Gómez, y tales sufrimientos acortaron su vida. Los dos aparecen antologazos en Antología dispersa de la poesía venezolana, preparada por Eddy Rafael y publicada en Colombia en 1981. Acaso el soneto “A un cardón” haya mostrado en la letra lo que Eddy veía en el paisaje (“Hacia arriba. Suspenso, Como el eco/ de un peregrino o un mendigo Al aire/ Todo su melancólico desgaire…/Desnudo, En el erial, Transido. Seco”) otro poeta admirado por eddy es Li Po, así como la poesía china en general, según me dice. En su citado “Canto por Li Po poderoso rayo de la noche”, hallamos esta poesía más china que tocuyana.
Yo vivía en el río amarillo
cuando el poeta Li Po
verdaderamente abrazó la luna
en el embriagador seno del agua
vi su cuerpo desplomarse
y sus abrazos abrían la posibilidad de una vida
por eso evoco el misterio hoy
a orillas del río
(…)
aunque llegue tarde al trabajo
hoy te recuerdo solitariamente intentando
en esta mesa
conseguir lo que querías
por eso me detengo y apuro el vino de mi vida.
Subversivo o no, nuestro amigo ha desarrollado una incansable labor como promotor cultural. El mismo ha dicho que ha dedicado “la mitad de la vida a difundir la poesía en todos los lugares donde me ha tocado vivir. He aspirado amor y respeto hacia ella, y en esta actividad he publicado la poesía de todo aquel que la ejerza como destino y oficio profundo”. Esto es exacto. No sólo en Mérida, El tocuyo, Barquisimeto, Chivacoa y aún en Caracas, sino en Bogotá, La Habana y otras ciudades cubanas, su gestión se conoce y aprecia. Poetas cubanos, músicos, escritores, pintores, cineastas, trovadores, fotógrafos, artistas de disciplinas distintas han sido entrevistados por él. O bien ha enviado colocaciones distintas a diarios y revistas de Venezuela. Por eso no sería una exageración decir que, después de una docena de viajes a Cuba, es el intelectual venezolano de las últimas promociones más conocedor, no sólo de la obra de sus colegas cubanos, sino del clima de la isla. Y, por supuesto, de las personas, vistas y tratadas en la intimidad cotidiana, en las calles, las casas, las tertulias. Y no sólo los jóvenes y maduros maestros sino los que más recientes exponentes de los Talleres literarios han sido visitados por él en sus líricas guaridas. Ese repetido encuentro, ese funcionamiento de los talleres, se reflejará en un libro que ahora escribe y que será seguramente una revelación en Venezuela.
Promotores entusiastas, profesores acuciosos no faltan. Ahora bien, Eddy Rafael no es un literato fracasado que se refugia mansamente en la actividad cultural, sino un verdadero creador, como habrán podido comprobar nuestros lectores en las muestras que matizan este trabajo. Desde el primer texto de Me siento como un pájaro con las alas cortadas preso en jaula de barrotes, que ostenta el extraño título de “La canción amarga inconforme y descalza”, podemos calibrar su importancia como hacedor de versos.
he aquí el arte de interrumpir la vida (…)
ésta es la triste canción del agua sola (…)
ésta es la canción pura del desordenado (…)
ésta es la respuesta que le hago a mi vida (…)
Sorpresivamente le sigue una pieza mucho menos intensa “De tanto jugar”, donde no brillan sus virtudes poéticas; tampoco me entusiasma “estrechamente hablando”; me parece otro ejercicio en espera de la poesía. Pero se repone el poeta en “Pasado mañana”.
Pasado mañana pasó en un taxi
-rumbo al supermercado-
con su mano fuera de la ventanilla
dislocando un pañuelo entre la lluvia y el viento
pasado mañana fue el domingo
que se metió en la habitación de mi pecho.
Decía con sobrada razón el español Agusti Bartra que “enumerar no es decir”. Lo decía a propósito de Whitman, y de cualquiera que se fuera con esa aparente manera de impresionar. Sin embargo, Eddy Rafael logra una buena enumeración con el titulo más coloquial de “Un montón de palabras”.
una paloma en pleno vuelo
una jaula de amor con pájaros heridos
unos versos de Pasternak
unos senos descubiertos
un cigarrillo.
En otras páginas, confiesa el tranquilo conspirador que es Eddy: “Se necesita vivir bajo otro techo/ se necesitan ráfagas de tranquilidad”. Al final se le sale la sangre romántica por la herida: “hoy tomo el barco que no tiene puerto”. No es el autor de “Asuntos preliminares a un labrador del fuego”, cultivador del humor en su poesía. Su discurso va de la nostalgia a su sentimiento de soledad, de contextura a veces, pero siempre gravemente asumido. Este último texto citado está dedicado a su padre y es un magnifico exponente del tema.
mi padre sí es un faraón sereno
es un enorme disparo
y otro tormentoso del quehacer en el fuego
mi padre igual que los pájaros
vuela de alegría y se contorsiona en el viento.
Creo que sus lectores, críticos y amigos han hallado una piedra fina en “Esta no es exactamente la ciudad que he deseado para dorar tu piel”, tan extenso que parece el título de uno de sus libros.
éste es el sitio donde la noche es negra y maliciosa
y desde nuestra habitación se perciben
olores de perfumes exóticos
y lejanos sonidos
forcejeando con el misterio de extrañas voces.
No a los coetáneos citados por JPS, sino a Rolando Escardó me recuerda este canto, tanto en la estructura como en las palabras, y en la atmósfera recreada. Pero sucesivamente se va haciendo más agresivo.
llena de insectos y alimañas
para decirte que ando buscando una con jardín
con un patio para sembrar rosas y violetas.
Un bolero moderno es “esta sencilla canción rota si decides no volver jamás”.
Aunque no hay sufrimiento en la situación descrita sino ese gozo sencillo que es, como también dice un bolero de mi infancia, “sufrir por amor”. Salida de la magia, de los paisajes primitivos es Hannauayú, protagonista de un cuento que yo empiezo a citar por el final.
camina a casa
por dondequieras
tráeme hierbas del río
plumas de pájaros
vuelve esta tarde
dime del árbol convertido en fiera
o del cántaro de la estrella saliendo
olvida tus blue jeans
y tu chaqueta
hannauayú.
He aquí una prueba, si es que hiciera falta, de cómo se identifica Eddy con los elementos del bosque y la aldea y cómo lo perturban esos símbolos de la modalidad urbana como los todopoderosos blue jeans. El simulacro, o la recreación de una curiosa conversación telefónica, no sin un cierto ruido en el sistema, nutre “Casualidad de la lluvia”.
¿qué guardia tienes?
¿para qué enviaste ese paquetea tu casa?
¿cómo sigues de los pies?
mándales saludos
(…)
bájale volumen a la música
no me deja oír bien.
A ver si me hago entender con estas semillas tomadas al asunto que le da título al libro.
me declaro profundamente solitario y no solicito
comunicación que sea la oral (…) el poema es el acierto que destruye la hediondez
y nadie puede hablar del pueblo si no está comprometido
en ese asunto
es imposible hablar de la víctima siendo el asesino
(…) el poema no es la gramática ni el orden
el poema es esta vida del carajo que uno carga.
los dos versos últimos del libro callejean a su antojo
hoy quiero que me llamen por mi propio nombre
hoy me parezco muchísimo más a mi persona.
No puede decirse que advertimos una verdadera ruptura en Yo quisiera que me escribieran una carta…, se afinan, eso sí, los asuntos, se emplea con más frecuencia en metro breve. (“yo/el pájaro/me cuesta creer/en el odio de la palabra”). Pájaros y gacelas son gente y animales, imágenes y sueños. Y un viejo sentimiento toma sitio en “Ya nadie me espera en esta ciudad”.
aquí todo ha terminado
las casas ocupadas por el polen de la luz
cierran sus puertas y ventanas
para que yo no entre.
Con la excepción a la invitación a Li po, los otros tres poemas recogidos en la mencionada página de Bohemia, están tomados de este conjunto aparecido en Mérida en 1983. en la misma revista auspició JPS, en una muestra de poesía venezolana de hoy, el que cierra la entrega, “Ella hace ejercicios de silencio” .
ella se desnuda los delicados pies
y avanza sueño arriba
se va de este mundo (….) si Ud, le mira bien los pájaros de cristal
naciendo de cada una de sus miradas
en todas las direcciones
nos entenderíamos.
“Monólogo de un árbol en la ciudad” es otra tentativa de acercamiento al mundo en su devenir (“y nosotros florecíamos/ no había humeante fábrica/que molestara la campiña y el espíritu”), hasta donde puede un ser vegetal juntarse con la locura el ansia de la gente de carne, pellejo y huesos.
vivo en esta ciudad de locos
sufro en sus avenidas convertidas en basureros
públicos
solamente el agua del cielo
lava ocasionalmente mis heridas (…) hoy se han caído las últimas flores que me
quedan
no sé qué será de mí.
Pienso que el poeta de El tocuyo hubiera sentido simpatía por Affiche, el humilde vate cubano Rafael Enrique Marrero (“Yo soy como esos árboles/que rompen/las aceras de los parques/ y se dan en sombras/para los que no tienen/en donde cobijarse”), que era una novedad a fines de los cuarenta.
Otros textos pudiera citar como prueba de la madurez, la originalidad de Eddy Rafael, pero es hora ya de anticipar la presencia de un libro que seré, como hubiese podido sentenciar Huidobro: Sólo abro la boca para tomar agua y comer de algunos frutos que abundan en estos campos, escrito entre 1976 y 1984.
arropado en canciones de pájaros
avanzo bajo los árboles
detrás de mí se quedan los autos
las fábricas llorando con el humo de sus
entrañas
detrás de mi se queda el ruido de las máquinas
el odio de los humanos
yo huyo de los basureros y de la radio
y de la t.v.
yo estoy encantado y busco el amor
que me moja los ojos-
En la catarsis salvadora del verso que descarga “lo tormentosos/del arte de morir/en medio de esta extraña ciudad”. Algún día se conocerán páginas como “Parte de luz”, de tanta resonancia, de claves personales y de época. O “En el son de la colina”, en cuyo final se asoman las contradicciones (“en ocasiones río y entristezco/con la misma facilidad/ de quien sostiene una de cristal”). El desterrado se va perdiendo hasta fundirse con el alto vuelo “ave” y una parecida sensación nos aguarda en “Pájaro pájaro”.
y si el pájaro nació del mismo viento
es imprescindible el ojo veloz
la conciencia el asombro
Y en “yo hago mi vida de esta manera” como el dolor intento aprender
del golpe en el corazón.
Como otros poetas de éste y de otro tiempo, Eddy Rafael Pérez se va en busca del mito en “Contracanción de Ulises en alta mar”.
en esta agua ensordecidas de tanto canto
no obstruiremos nuestros oídos
con ceras hurtadas en otros pueblos.
No seguiré citando versos que no están en las bibliotecas, porque eso es como agitar fantasmas y querer que los lectores descifren colores, adivinen cuerpos y objetos recorridos hasta hace poco por el poeta que nos invita a este paseo a campo abierto. Así pues, digo que hay un tema “Un loco en la oscuridad avanzando hacia la última montaña”, que muestra otras formas de rebelión.
qué culpa tengo yo de orinarme
en los edificios más sagrados de mi país
porque creo que están destinados para eso.
Créanme si les digo que “Apuntes para una carta” es un lindo poema de amor, a la altura de Víctor Valera Mora.
Tú te habías marchado a otra ciudad (…) de mí mismo me olvidé
y ya no quería servir para nada
ese viaje tuyo había decapitado mi destino
leía los diarios y echaba las noticias
en cielo roto y huían.
Y no digo más. Sólo dejo aquí estas señales para cuando lleguen los críticos, por si no disponen de una brújula, si es para entonces densa la noche. Seguramente que Eddy Rafael Pérez seguirá buscando la sombra de las pequeñas yemas verdes del páramo, confiando en el vuelo del pájaro y soñando con la paz sus iodos y esperando, junto al cálido conversar de la amistad, que llegue con sus velos finísimos “la casualidad de la lluvia”. Así sea.
De: El Impulso Literario. Diario El Impulso. Sección C. Domingo 25 de septiembre de 1988.
Reproducido en: Viaje a las letras venezolanas (Maracaibo, 1992) de Luís Suardíaz.
( Publicado en esta página por cortesía del poeta Eddy Rafael Pérez)

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