Lejos del paraíso.
Autor: Luis Sevilla.
Madrid.
http://lacasaenpenumbras.blogspot.com/
“Me agarro a tu espalda
Te aprieto
Mis uñas se clavan
Se enredan
Te hacen sangrar.
Gritas, leve,
Cerca de mi oído.
Me agarro a tu espalda
Mi pecho contra tu pecho,
Tus pezones, duros
Se clavan en mi piel
Se enredan
Me hacen sangrar.
Grito, leve,
Cerca de tu oído.
Y nos fundimos
Porque estamos solos
Nos expulsaron del paraíso
Y ahí afuera
No hay más que oscuridad.
Y aún cuando ni siquiera sé cómo te llamas
Confío en ti,
Y me agarro a tu piel blanca
Y puedo olerte
Y la oscuridad parece dar menos miedo”.
Sin salida.
Autor: Claudia Isabel Lonfat.
Argentina.
http://laperladejanis.blogspot.com/
Unir tu sombra
a la mía
Entrar
por tus pupilas
Hasta el fondo
de ese laberinto
Hallar
pájaros perdidos
tras vuelos rotos…
Silencios
heridos de muerte
Profanos caminos
a ninguna parte…
Tu oscuridad late
como el músculo erecto
que se despierta al deseo
Se mezcla sigiloso
en la maraña
de piel, pelo y cielo…
No hay salida.
Aproximación.
Autor: León Cartagena.
México.
http://vocesdeluz.blogspot.com/
Al llegar a tu piel
no tengo nombre
mi boca sorprendida
no pronuncia palabra
mi lengua nada y recolecta
el alcalino sabor de tu apetito
al llegar a tu piel
no tengo alas
me arrastro por tu cuerpo
subo bajo y te penetro
al llegar a tu piel
arden los mares
mis manos se sujetan
de un hilo en tu cabello.
Sangre enamorada.
Autor: Noray.
http://desdeminoray.blogspot.com
Cuando te miro,
y encuentro tus ojos
dentro de los míos,
siento una espiral
de enorme vértigo
subir desde mis pies
hasta mis labios.
Mi tez se torna roja
y mi seca garganta,
en brusca erupción,
segrega tanta saliva
que me impide la respiración,
mis venas son barrancos
de sangre enamorada
corriendo hacia el mar.
Sólo soy un sueño,
dentro de tu sueño eterno,
que contempla la aurora
de un próximo día.
Tal vez,
ahora mismo,
sólo sea un sueño,
o sólo sueñe
con serlo.
SU CUERPO.
Autor.
José Tadeo Tápanes.
CUBA.
http://josetadeotapaneszerquera.blogspot.com/
Su cuerpo me conduce hasta la playa
más bella que jamás haya pisado
y siendo sus arenas de mi agrado
invito a la tristeza a que se vaya.
Su cuerpo va incendiando mi atalaya
y dueña de las riendas del pecado,
al fuego me condena, y a su lado
las llamas por doquier feliz explaya.
Y luego, como suele ser costumbre
se duerme justo al centro de la hoguera
dejando en mí esta dulce incertidumbre.
Con ella quiero arder hasta que muera,
besar su cuerpo en llamas y su lumbre,
quemarme como un trozo de madera.