jueves, mayo 29, 2008

LA PÁGINA DEL IDIOMA ESPAÑOL.

Doce años en la red.

Por Ricardo Soca.

Publicado en Donde dice..., la revista de la Fundéu.

La Página del Idioma Español vio la luz el 23 de abril de 1996, en una internet que maravillaba a los hispanohablantes con sus portentos, tales como la novedosa World Wide Web, la entonces incipiente telaraña mundial que vino a convertirse en elemento fundamental de las comunicaciones modernas, o el correo electrónico, una comunicación instantánea y gratuita con el mundo.

La lengua castellana daba sus primeros pasos en la red mundial mientras el inglés, con varios años de trayectoria, se enseñoreaba del ciberespacio con un dominio casi absoluto, consecuencia natural del origen de la internet, que nació y vivió sus primeros años en Estados Unidos. Con la universalización de la red, ElCastellano.org fue una de las primeras páginas, tal vez la primera, dedicada específicamente al idioma español, como reconoció el comunicador español José Antonio Millán, quien calificó el sitio como "precursor", a pesar de la pobreza de sus primeros tiempos. En efecto, los cincuenta visitantes diarios que recibió durante el primer mes de su vida no eran nada ante los 13 000 ó 14 000 que recibe hoy, y que consultan más de 35 000 páginas por día.

Es posible que al comienzo, tal vez algo perplejo ante la novedad del medio, no me haya dado cuenta plenamente de las posibilidades de interacción con los visitantes que la internet ofrece. Durante los primeros meses, los veía llegar, en silencio, mediante los programas de análisis de visitas y de páginas vistas, pero no encontraba la manera de comunicarme en forma personal con ellos, hasta que empecé a recibir mensajes de estímulo, a veces con críticas que me servían para orientar el timón. En cierta ocasión, uno de los visitantes sugirió la creación del formulario de contacto, idea que hoy parece elemental, pero que en aquellos tiempos sonaba como un abstruso tecnicismo. La idea propició una comunicación más fluida, pero que hoy se ha convertido en un verdadero torrente, muy difícil de atender. Los primeros contenidos que se incorporaron a La Página del Idioma Español fueron listas de diccionarios -los primeros diccionarios en red-, artículos sobre normativa, prácticamente todo el Esbozo de una nueva gramática, una lista de diarios y otra de radios en español, y poca cosa más. En poco tiempo se agregaron colaboraciones de amigos como Alberto Gómez Font y Xosé Castro, reproducciones -especialmente autorizadas- de textos de los libros de Álex Grijelmo y del ya desaparecido Juan Ramón Lodares, así como un capítulo sobre el idioma de los deportes, a cargo del especialista en ese tema, el lingüista vallisoletano Jesús Castañón Rodríguez. Esta sección deportiva desembocó luego en la laureada web de Castañón Idioma y Deporte (http:// www. idiomaydeporte. com).

Durante un año, La Página del Idioma Español contó con una ayuda financiera del Instituto Cervantes, que fue muy importante para incorporar novedades, programas y rehacer la presentación de esta web.

Sin embargo, el paso decisivo -que determinó el viraje más significativo en la historia de este sitio- fue la creación de La Palabra del Día, un boletín gratuito que ofrece en cada envío la etimología de una palabra del castellano, desarrollada mediante una investigación rigurosa, respaldada por una amplia bibliografía, pero ofrecida a los lectores en un lenguaje ameno y accesible. Esta iniciativa cuenta hoy con cerca de doscientos mil suscriptores gratuitos.

La Palabra del Día dio lugar también a un diccionario etimológico -hasta hoy incluye unos mil quinientos términos y está disponible en http: //www. elcastellano.org / palabra. php. Así como a los libros La fascinante historia de las palabras y Nuevas fascinantes historias de las palabras. Estos dos volúmenes deben de ser los más corregidos de la historia, ya que, ante el menor error, llega un formidable caudal de mensajes de los lectores más atentos, lo que constituye una inestimable ayuda y un valioso control de calidad, como sólo es posible en la internet.

Una de las cuestiones que más atiza la curiosidad de quienes nos escriben es el origen de los visitantes por país. No tenemos las cifras exactas, pero sabemos que, en su mayoría, son internautas de España, seguidos de cerca por los de México, Estados Unidos, Argentina y, un poco más lejos, Chile y Brasil. Los envíos de La palabra del Día se dirigen a 123 países, algunos tan distantes como China, Singapur, Samoa estadounidense, Moldavia, Bielorrusia y Vietnam, lo que de alguna forma testimonia el vigor con que avanza en el mundo el interés por la lengua española.

El crecimiento del número de visitantes creó algunos problemas, cuya resolución condujo a nuevos avances. En efecto, se fueron cerrando las puertas de los proveedores de internet -que, en general, incluyen doscientos o trescientos clientes en cada máquina- y nos obligó a alquilar un servidor propio en Estados Unidos, es decir, una única máquina destinada a albergar EICastellano.org.

Esta llegada a la mayoría de edad acarreó nuevos gastos, que solo fue posible costear casi totalmente con el surgimiento del sistema de anuncios de Google, una novedad que nos planteó nuevos problemas técnicos, al obligarnos a encontrar formas de incorporar ese sistema sin alterar de manera sustancial las características gráficas del sitio.

Otra de las novedades ha sido el servicio de noticias del español, que en un tiempo se nutrió del servicio de EFE, pero que hoy, ante la imposibilidad de costearlo, se alimenta con el noticiero proporcionado por Google, con datos publicados en la prensa mundial.

Merece una especial mención el Diccionario Argentino-Español, del profesor universitario Alberto J. Miyara, de Rosario, Argentina. Esta obra digital, escrita con buen humor y, ciertamente, con mucho, mucho trabajo, es descrita así por su autor:

Se cifra en 2600 las palabras argentinas que dejan a los españoles con la mandíbula por el subsuelo. Muchos idiomas tienen un caudal léxico bastante menor que eso. Alguien puede sostener que el castellano tiene 90.000 palabras, y que en ese contexto 2600 términos diferentes son relativamente pocos. Se trata de una triquiñuela de los académicos. Sus datos son rigurosamente exactos; pero lo que no nos dicen es que el español y el argentino coinciden en palabras como narrio, gules o arrejaque, mientras que difieren en la manera de nombrar al zapallo [calabaza], al poroto [judía], a la arveja [guisante], al balde [cubo], al barrilete [cometa] o aun a la computadora [ordenador] o al telgopor [poliexpand]. En otras palabras, coinciden en los vocablos que nadie sabe lo que quieren decir, y se diferencian en los que se usan día a día.

En 2007 incorporamos la última novedad, y creemos que la más importante, tanto para los hispanohablantes como para las personas de otras lenguas: el consultorio de dudas de uso del español, que funciona en http: //www. elcastellano.org/ consultas.php. Este servicio -que está en manos de profesionales del idioma, principalmente Norma Tow, Ana Isabel Buelga y Ana Lorenzo, entre otras- ha evacuado en menos de un año unas dos mil consultas sobre un variopinto abanico de temas, tales como sintaxis, tildación, uso de mayúsculas, etimología y puntuación, por mencionar solo los más frecuentes.

Más de dos mil visitantes de EICastellano.org debaten sobre cuestiones del idioma en el Foro Cervantes, instalado en el servicio de grupos de Yahoo, en el cual es posible inscribirse en http://www.elcastellano.org/forocervantes.html.

El Foro Cervantes funciona como un espacio de colaboración, una extensión de la Página, donde los participantes exponen sus dudas o contribuyen a evacuar las de otros miembros, al tiempo que se intercambian puntos de vista desde diversos espacios geográficos. Se trata de una iniciativa que hubiera sido impensable hace pocos años, en la que intervienen no solo miembros de todos los países hispanohablantes, sino también nativos de otras lenguas, quienes encuentran allí una forma de acercarse a esta "lengua de andariegos e inmigrantes".

Sin duda, este foro constituye, con la fluidez de la comunicación que se establece entre hablantes de ámbitos tan diversos, una muestra de la formidable unidad de nuestra lengua, a pesar de su rica diversidad.