De este convulsionado momento político que vivimos, me llegaron las siguientes palabras para dilucidar el origen y su significado.
Nepotismo.
Se originó en la raíz indoeuropea nepot- que significaba tanto nieto como sobrino; una ambigüedad que se trasmitió al latín, lengua en la cual nepos nepotis también significaba nieto y sobrino.
En las fuentes medievales más antiguas del español, se encuentra indistintamente nieto y nepto; y es que, en español y en portugués, la supervivencia de sobrinus permitió que la palabra precisara más su sentido para significar apenas a los hijos de los hijos, mientras que en francés neveu y nièce significan sólo sobrino/a y en inglés la palabra latina derivó hacia nephew, también como sobrino.
La misma raíz indoeuropea se derivó hacia el sánscrito napat (nieto), mientras que con el significado de sobrino se formaron la voz griega anepsiós, la alemana neffe y la holandesa neef.
La palabra nepotismo se formó en los primeros siglos del cristianismo, cuando algunos papas, que no tenían hijos o no admitían tenerlos, concedían los mejores empleos y los favores de Estado a sus sobrinos, quienes frecuentemente eran en realidad sus hijos ilegítimos.
Perpetrar.
Significa ‘cometer o consumar un delito’, por lo menos desde mediados del siglo XIII, cuando Alfonso el Sabio escribió Las siete partidas, como vemos en este trecho de esa obra:
Porque la natura humanal es mas pronta & inclinada a comenter & perpetrar delictos & crimenes que a adquerir & catar virtudes commo quier quel onbre por nuestro señor fue criado para su seruiçio para onrrar (...).
Perpetrar se formó a partir del latín perpetrare, que no tenía el mismo matiz de acto delictivo.
Significaba ‘cumplir una tarea completamente, hasta el final’. La palabra latina se había formado con el prefijo per- (totalmente, completamente) y patro (hacer, ejecutar, cumplir, llevar cabo), como en patrare promissa (cumplir las promesas).
Sofocar.
Sofocar a alguien es ‘ahogarlo, impidiendo la respiración’, es decir, apretar su garganta para que no pueda respirar.
La palabra latina suffocare, de la cual se derivó sofocar, significaba precisamente eso: ‘ahogar’, ‘estrangular’, ‘asfixiar’, y se formó mediante el sufijo sub- (hacia abajo) y fauces (garganta), o sea que literalmente equivalía a ‘apretar la garganta hacia abajo’.
Otro derivado de fauces es ahogar, que llegó a nuestra lengua derivada del latín offocare, de significado análogo.
Naúsea.
Cuando una mujer joven padece 'náuseas' o 'mareos', inmediatamente se suele pensar en embarazo como posible causa de la molestia.
Sin embargo, la etimología de ambos vocablos se vincula más bien a los padecimientos de los navegantes, causados por el movimiento de sus embarcaciones.
En efecto, mareo proviene de la palabra latina mare (mar), mientras que náusea llegó a nuestra lengua procedente del latín nausea y ésta, del griego nausía, derivada de nautés (navegante, como en astronauta, cosmonauta, argonauta), de donde devino también la palabra griega naos (nave).
Por extensión, náusea designa hoy no sólo el mareo provocado por las naves, sino también las ganas de vomitar y, en otra acepción, la ‘repugnancia o aversión que causa algo’. La Academia ha castellanizado e incluido en el Diccionario la expresión latina ‘ad náuseam’ (hasta la náusea).
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En verdad el acontecer diario con este gobierno nepótico sofoca hasta provocar naúseas y mejor lo dejamos hasta aquí no sea que se me acuse de perpetrar una infamia.
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