martes, marzo 27, 2007

GIOCONDA BELLI.

Poeta y novelista nacida en Managua(1948), dio a conocer sus primeros poemas en 1970. Ese mismo año ingresó al Frente Sandinista de Liberación Nacional, organización entonces clandestina, que buscaba derrocar a la dictadura somocista.
En 1972 fue premiada por Sobre la grama. Perseguida por la policía se exilió en México y Costa Rica. En 1978 obtuvo el premio Casa de las Américas por su libro de poemas Línea de fuego. Al triunfo de la Revolución regresó a Nicaragua, desempeñó diversos cargos en el nuevo gobierno y publicó dos libros de poesía.
En 1988 escribió La mujer habitada, su primera novela, que fue traducida a ocho idiomas y ha tenido gran éxito en Alemania y en España.
Publicó posteriormente Sofía de los presagios y en 1997 Waslala, que es su tercera obra en el campo de la narrativa.
Actualmente reside en Santa Mónica, California, con su marido y dos de sus cuatro hijos.
POEMAS.
Yo la que te quiere.
Yo soy tu indómita gacela,
el trueno que rompe la luz sobre tu pecho.
Yo soy el viento desatado en la montaña
y el fulgor concentrado del fuego del ocote.
Yo caliento tus noches,
encendiendo volcanes en mis manos,
mojándote los ojos con el humo de mis cráteres.
Yo he llegado hasta vos vestida de lluvia y de recuerdo,
riendo la risa inmutable de los años.
Yo soy el inexplorado camino,
la claridad que rompe la tiniebla.
Yo pongo estrellas entre tu piel y la mía
y te recorro entero, sendero tras sendero,
descalzando mi amor, desnudando mi miedo.
Yo soy un nombre que canta y te enamora
desde el otro lado de la luna,
soy la prolongación de tu sonrisa y tu cuerpo.
Yo soy algo que crece, algo que ríe y llora.
Yo, la que te quiere.
Obligaciones del poeta.
Que nunca te dé por sentirte intelectual
privilegiado, cabeza de libro, serrucho de conversaciones,
mustio pensador adolorido.
Vos naciste para desgranar estrellas
y descubrir la risa de la muchedumbre entre los árboles,
naciste blandiendo el futuro
mirando por ojos, manos, pies, pecho, boca,
adivino del porvenir
agorero de días de los que el sol
aún ignora su paternidad,
fuiste engendrado en noches de luna
cuando aullaban los lobos y corrían enloquecidas las luciérnagas.

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