Siempre dentro de una tradición cristiana multisecular en las comunidades hispanohablantes, se han ido formando y utilizando una gran cantidad de palabras, frases y expresiones idiomáticas con base en conceptos y términos religiosos.
Del vocablo Dios, por ejemplo, se ha formado la expresión interjectiva ¡a Dios! (convertida normalmente en una sola palabra: adiós) usada para despedirse (Adiós, amigo –también anda con Dios o vete con Dios).
Se dice que alguien está actuando a la buena de Dios cuando realiza su tarea sin preparación, al azar, salga como salga.
¡Bendito sea Dios!, locución interjectiva empleada para denotar enfado, y también conformidad en un contratiempo.
Como Dios da a entender a alguien: significa como buenamente se puede.
De menos nos hizo Dios: explica la esperanza que se tiene de conseguir lo que se intenta, aunque parezca desproporcionado.
Dios dirá: remite a la voluntad de Dios el éxito de lo que nos prometemos.
Dios mediante o si Dios quiere: es casi una condición obligada para quien expone una decisión o proyecto.
¡Dios mío!: locución interjectiva para significar admiración, extrañeza, dolor o sobresalto.
Dios nos asista, o...nos la depare buena, o...nos coja confesados, o...nos tenga de su mano: indican el deseo de la intervención divina para evitar un mal inminente y, al parecer, inevitable.
Dios y ayuda: significa un gran esfuerzo y una enorme dedicación para realizar algo (Me está costando Dios y ayuda hacer esta tarea).
Hacer algo como Dios manda es hacerlo bien, con exactitud y acierto.
¡Válgame Dios!: locución interjectiva que manifiesta con cierta moderación el disgusto o sorpresa que nos produce algo.
A Dios rogando, y con el mazo dando: refrán castizo que afirma, pragmáticamente, la inutilidad de la plegaria si no va acompañada del esfuerzo personal.
Ni Cristo que lo fundó es una locución empleada para negar algo rotundamente. (Esto no es así, ni Cristo que lo fundó).
Fíate de la Virgen y no corras: se le espeta a quien, por estar demasiado confiado, no pone nada de su parte para conseguir algo.
Estar alguien hecho una Magdalena, o llorar como una Magdalena, equivale a llorar mucho o desconsoladamente.
¡Santas pascuas! da a entender que es forzoso conformarse con lo que sucede, se hace o se dice. (Tomen esto y ¡santas pascuas!)
Guardando, desde luego, las distancias, la religión y el idioma son dos fenómenos sociales y, como tales, han mantenido un importante influjo mutuo a lo largo del tiempo.
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