sábado, diciembre 02, 2017

¿A DÓNDE VAN LAS PALABRAS?


Era la pregunta que me hacía una amiga el fin de semana, refiriéndose a los tantos diálogos, a las tantas opiniones y a tan buenos artículos que leemos en los diarios, revistas y en las redes sociales sobre la problemática en Venezuela y las posibles soluciones o salidas.

¿Qué está pasando?

¿Solo hablamos o hablamos solos? 

¿Habrá alguien escuchando o todos estamos hablando?

_Este hablar es una forma de catarsis, me decía.

Lo importante, es soltar estas cadenas que nos aprisionan, este encierro, esta impotencia, este saber que nadie entiende, este avanzar retrocediendo, estas razones sin sentido.
Doctos e indoctos nos paseamos por los más diversos temas del acontecer diario: desde el índice bursátil hasta la compra y venta de bolsitas de cien gramos de azúcar, café, leche y harina, a la cual se sumarán las rebanadas de hallacas y de pan de jamón para esta Navidad.

_Amiga, si no hablamos; explotamos. Reflexionaba.

Más que palabras todo esto es un grito ahogado. Puede, que en el momento, en verdad las palabras las oigas, las leas, las vivas, las entiendas pero, he allí mi pregunta:
¿A dónde se van? 

No se detienen, no llegan a ninguna parte, ya no hacen eco, se devalúan más rápido que la misma moneda. Una noticia arrasa con otra. Nadie se ruboriza ante la realidad, ya nada sorprende. Un buen análisis y una buena propuesta terminan siendo un pretexto para quienes debieran responder, si tuvieran dignidad.
_He allí el gran detalle. El perverso no conoce la vergüenza. Pero, ¡allá ellos!; acotaba.

La indignación tiene un respiro a través de la palabra. 

Esos dolientes, que somos todos los que habitamos este valle de lágrimas seguiremos clamando. Aunque se roben los medios no podrán callar nuestros alaridos. 

Sigue siendo la palabra la que se levanta contra la vejación y contra la injusticia.
Aunque todos hablamos de lo que todos vivimos, donde ya nada es ni novedoso ni sorprendente. De muchas maneras estamos nombrando, luchando, protestando contra una realidad que deseamos desterrar antes que perder a nuestros jóvenes, profesionales, comerciantes y hermanos que emprendieron el éxodo hacia otras naciones.

A mi amiga no le molesta que hablemos, lo que precisa es de una respuesta, como todos. Por eso la pregunta, el dolor y la tristeza al ver como se desperdicia el talento, la magistral y sabia propuesta para un país próspero por seguir sosteniendo lo insostenible.
En fin, creo firmemente que en esta incongruencia de país aún hay esperanza. Muchos Hombres y mujeres valiosos aún están tratando de recuperar el diálogo y la sensatez, rompiendo el silencio para darle sentido a lo caótico, buscando significados profundos que le den fundamento a esta sociedad dividida. 

No sabemos a dónde van las palabras, pero sí sabemos que son temidas. En este mundo roto sigue estando una voz, la mía, la nuestra, la de todos.  A las palabras no se las lleva el viento. Por muy sordos que aparenten estar, éstas no podrán pasar inadvertidas, por eso, te animo a escribir y a opinar, muchas razones seguimos teniendo para no callar.

 28/11/2017 N/S

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