domingo, octubre 26, 2008

La historia del bolero: ¡Escríbeme!

¡Escríbeme!

“A la gente no le gusta escribir. Por eso no dejan comentarios. Les cuesta decir lo que piensan, es más fácil dejar que los demás hablen, tomar lo que otros han dicho. Es posible que te lean pero se van sin decir nada, ni un mínimo, esto está bueno, me gustó, léanlo, pero ni eso” Con estas palabras de mi amigo Gustavo Alcalá, fue como llegué a la historia del bolero Escríbeme.

Hay personas que en su forma de ser, van más allá de las características que pudieran definirlos como: “interesante, intelectual, humano o amistoso”. Son gente tan maravillosa, que no tienen que demostrar nada porque no necesitan hacerlo. Son como son y eso les basta y a quienes tenemos la dicha de conocerles también nos basta con esa manera libre de acercarse, decir, abrazarnos en cualquier circunstancia, entender y entendernos en este diario transitar.

Este es el caso de mi amigo Gustavo Alcalá. Un profesor de física del pedagógico de Barquisimeto (cuando se ama la profesión la jubilación no existe) quien nunca deja de enseñar.

En nuestra relación no importan los años, ni las distancias, ni el tiempo en que estemos sin vernos porque de muchas maneras estamos enlazados. Hay letras, música, familiaridad, sentires que forman parte de esa emoción, de esa estela que él nos deja al visitarnos.

Le observo, le escucho, sonreímos y me convenzo de que él es un artista, un poeta, un ser tan especial que puede trocar una tarde gris y lluviosa en júbilo profundo con el sólo hecho de soltar su río de anécdotas y de cantarnos boleros y tangos.

Y entre las anécdotas que me ha regalado este sábado, se me quedó grabada una que tiene que ver con el título de este artículo: ¡Escríbeme! Un bolero que escribiera Guillermo Castillo Bustamante, en prisión, bajo el régimen de Pérez Jiménez.

Es una letra grandiosa surgida en momentos adversos, que recorrió el mundo en la voz de nuestro tenor favorito Alfredo Sánchez Luna, mejor conocido como Alfredo Sadel.

Guillermo Castillo Bustamante, lo escribió pensando en su hija Inés.

Son tus cartas mi esperanza

mis temores, mi alegría

y aunque sean tonterías

escríbeme, escríbeme.

A Guillermo Castillo Bustamante nunca le dieron permiso de visitas. Haber sido compañero y amigo de Raúl Leoni, Ana Luisa Llovera, de Salom Meza Espinoza, Antonio Bertorelli y Luis Augusto Dubuc, pesaba. Solo tuvo derecho a escribir una carta quincenal, de una cuartilla.

Inés, su esposa, estaba presa en Los Teques. Inés, su hija, no lo podía ver, pero era la encargada de hacerle llegar las noticias de la familia y de recibir las cartas. (Revista Imagen)

Fue auxiliado por el viejo piano que monseñor Bernal, obispo de Ciudad Bolívar, había hecho llegar a la cárcel para que Castillo Bustamante, arreglándolo, tocara. Y creara.

Con ese piano alegró la vida este hombre a más de mil presos, es decir, al hacinamiento humano que la dictadura había trasladado a tierras de Guayana.

Ciudad Bolívar se transformó en Catia La Mar, y en La Guaira, hasta que en septiembre de 1957 Guillermo Castillo Bustamante fue expulsado a Guatemala. Pero se quedó en Panamá. Y de allí pasó a Costa Rica.

En Costa Rica lo alcanzó, Alfredo Sadel. Y allí conoció el tenor favorito de Venezuela el tema del amigo, se enamoró de él y comenzó a cantarlo.

Y regresó Sadel a Venezuela para llegar directamente donde Víctor Saume, en pleno Show de las Doce, y decirle que iba a cantar la canción más hermosa, mucho más hermosa que la primera grabada por él del mismo autor, Guillermo Castillo Bustamante. Y Víctor Saume, arriesgándolo todo, en plena dictadura de Pérez Jiménez, dijo que sí y la anunció con el nombre completo de su autor por delante. Alfredo Sadel entonó por primera vez para el mundo la letra de Escríbeme sin saber que en algún rincón de Caracas, Inés la hija, Inés la esposa, aceptaban con lágrimas la valentía de estos dos hombres a los que hay mucho que agradecer.

Escríbeme adquirió ciudadanía universal inmediatamente. Es el único tema que ha estado en primer lugar de preferencia radial en dos versiones al mismo tiempo. Alfredo Sadel y Lucho Gatica. Sadel sabiendo. Gatica sin saber de tanta humanidad escondida en una letra. En una música. En un bolero.

Luego vendría el retorno de Guillermo Castillo Bustamante a Venezuela, tras la caída de la dictadura. Vendría luego la gran decepción política, la pelea por retomar el crédito que perdió sobre tantos temas registrados por otros que creyeron que Castillo Bustamante se iba a morir preso. Vendría el trabajo modesto y el relegamiento en cargos por parte de quienes fueran en un tiempo sus compañeros de política.

Vendría también la gratitud del mundo.

Guillermo Castillo Bustamante falleció en su tierra el 6 de octubre de 1974.

Más allá de la anécdota, este bolero forma parte de una realidad de país. Las vivencias de nuestros artistas a las sombras, bajo un régimen donde el pensar, la expresión de ideas y sentires, era una amenaza; porque el arte en cualquier dictadura siempre será una espada, una chispa o un grito detonante que despierte la esperanza e ilumine los caminos.

Escríbeme es una letra tan hermosa que su sentir no conoce fronteras.

Tu silencio me acongoja

me preocupa y predispone

y aunque sea con borrones

escríbeme, escríbeme

Me hacen más falta tus cartas

que la misma vida mía

lo mejor morir sería

si algún día me olvidaras

Cuando llegan a mis manos

su lectura me conmueve

y aunque sean malas nuevas

escríbeme, escríbeme…

En toda expresión artística, como en este caso, palpita una historia que vale la pena extraerla y comentarla para desafiar al olvido.

Espero entonces, seguir recibiendo esas anécdotas que bien sabe transmitir mi estimado Gustavo Alcalá y que pude complementar para ustedes gracias a la Revista Imagen, en su número dedicada al bolero.

Escúchalo aquí

Boomp3.com

2 comentarios:

Gabiprog dijo...

Comentar o no. Es obvio que una mayoria prefiere leer. He calculado, por mi experiencia con otros blogs que ya decidí cerrar, que el numero de comentarios apenas llega al 20% de las visitas que concurren en un día. Posiblemente haya simplemente pereza, aunque a veces la mente no sabe que aportar más, ¿bastarian entonces unas simples palabras de cortesía? Si, siempre son bienvenidas esas frases amables... pero... ¿Y si todos los comentarios fuesen corteses y en base a las tipicas formulas de amabilidad? SEguramente extrañariamos una más intima complicidad...

Complejo, como todo lo que es sociedad.

Un abrazo.

Amly dijo...

Entre las canciones de Alfredo Sadel que estimo mucho, es un de mis preferidas. No sabia la historia detras de las letras, yo la he usado algunas veces para volar por las nubes con mis pensamientos.
Gracias por difundirlo.