lunes, agosto 20, 2007

Desvelarse y soñar con derribar la torre de Babel.

A diario hacemos uso del lenguaje español y sus maravillosos recursos. Sin detenernos en muchos casos, a valorar esta bella herencia cultural y humana; a la cual dejamos de lado para que sobreviva apenas entre los estruendos vulgares de los medios masivos de comunicación y entre los elementales balbuceos de la pobre comunicación cotidiana.

Pero mientras esto sucede quienes estudiamos el lenguaje nos aventuramos a soñar en que con el estímulo diario, corrigiendo los errores, buscando los significados y ventilando las normas podemos lograr se amplíen los caminos en esta defensa que alguna vez será de todos.

En los tiempos de la Torre de Babel, según el génesis; se creía que la tierra tenía una sola lengua y unas mismas palabras. Una solución fácil y sencilla a esa inquietud por el lenguaje que siempre ha existido, respondiendo desde un Dios que todo lo crea y todo lo puede.

Sin llegar a entender que las palabras son sólo sonidos que nuestro cerebro tiene que interpretar para darles significado y sentido, donde incluso las mismas palabras pueden tener distintos significados en distintos idiomas.

Esta teoría les impide comprender que la escritura de cualquier lengua no es más que una sucesión de garabatos que sólo toman sentido cuando son filtrados e interpretados a través de nuestro cerebro humano.

Hoy sabemos que incluso grupos humanos muy cercanos tenían y tienen distintas lenguas y distintas formas de expresarse.

El lenguaje cambia en la misma medida que los seres humanos y los pueblos evolucionan.

El uso se impone, de allí que los diccionarios se actualicen; tanto por los vocablos que se han extendido en su uso hasta el punto de ser aceptados, como por los que nacen del contacto con otras naciones, por el avance de las nuevas tecnologías y por el desarrollo científico.

La lengua no es estática y varía de acuerdo a sus regiones y a sus hablantes, de allí su necesaria flexibilidad; para darle cabida de manera integral a las diferentes manifestaciones culturales y humanas.

Resulta fundamental entonces conocer un poco más cada día de este maravilloso mundo del lenguaje y esas palabras que definimos y nos definen en el uso cotidiano que de él hacemos.

Como todo esta defensa parece un desvelo y un constante soñar con derribar esa torre de Babel que se ha creado con el uso y abuso de nuestro idioma, en el día de hoy propongo conozcamos un poco sobre las palabras que le dan título a este escrito:

Desvelar (se).

Infinitivo de dos verbos etimológicamente diversos:

a) ‘Quitar o impedir el sueño [a alguien]’ y, como pronominal, ‘perder alguien el sueño o no poder conciliarlo’: «Me desvelaban por la noche los recuerdos» (Salom Vuelo [Esp. 1980]). Está relacionado con velar (‘estar sin dormir el tiempo destinado al sueño’, del lat. vigilare).

b) ‘Quitar el velo que cubre [algo]’: «Se desvela la estatua en bronce de Trujillo» (VLlosa Fiesta [Perú 2000]); y, en sentido figurado, ‘descubrir o revelar [algo oculto o desconocido]’: «Le desveló el secreto de sus proyectos cinematográficos» (Armas Madrid [Esp. 1994]). Existe también, tanto para el sentido recto como para el figurado, la variante develar, de uso mayoritario en el español americano: «Los presidentes procedieron a develar sendas placas de bronce para inaugurar una obra» (Vistazo [Ec.] 23.1.97); «El sastre [...] ha develado algunos detalles del traje de gala» (Vida [Par.] 15.5.04); en España, en cambio, se usa poco y solo en sentido figurado. Se desaconseja, por innecesaria, la forma develizar, usada en México y algunos países centroamericanos con el sentido de ‘quitar el velo’: «La estatua fue develizada el 1 de julio de 1930» (DYucatán [Méx.] 1.9.96).

Soñar.

1. ‘Representarse en la fantasía imágenes o sucesos mientras se duerme’, ‘imaginar que son reales cosas que no lo son’ y ‘desear persistentemente algo’. Verbo irregular: se conjuga como contar.

2. Suele funcionar como intransitivo y construirse con un complemento introducido por con: «Aída sueña con hoteles vacíos, en una ciudad que no co-noce» (PRossi Solitario [Ur. 1988]); «Claudio Z. sueña con aprender a pilotar un avión» (Alfaya Traidor [Esp. 1991]); cuando el complemento es un infinitivo, también puede ir introducido por en: «Alguna vez soñó en ir a la capital» (UPietri Oficio [Ven. 1976]). Es igualmente correcto su uso como transitivo, construcción habitual en la lengua general cuando el complemento es una oración subordinada introducida por la conjunción que: «Soñó que subía por las escaleras de un acueducto» (GaVega Años [Cuba 1978]), y que también se emplea con frecuencia en la lengua literaria, con complementos nominales o pronominales: «Lucía soñó un futuro color de rosa para Eusebio» (Maqua Invierno [Esp. 1992]); «El otro me soñó» (Borges Libro [Arg. 1975]).

3. En la lengua general culta, soñar no se emplea en forma pronominal; no obstante, la forma soñarse se registra con cierta frecuencia en el español coloquial americano y en algunas áreas dialectales del oeste español, también con un complemento introducido por con: «Yo me sueño con los goles que voy a meter» (Gamboa Páginas [Col. 1998]).

Babel.

‘Desorden y confusión’.

Es válido su uso en ambos géneros, aunque existe una clara preferencia por el femenino: «Vivía pues nuestro hombre en medio de una babel de libros»Vigilia [Par. 1992]); «Ni beato ni beatillas se aclaran en el babel en que Vuestra Merced los ha sumido» (Alviz Son [Esp. 1982]). (RBastos

Con este sentido es nombre común y no debe escribirse con mayúscula inicial.

Se escribe con mayúscula, en cambio, como nombre de la ciudad en la que, según el relato bíblico, se construyó la mítica torre, símbolo de la confusión de lenguas: «Bruselas es una gran torre de Babel en la que predominan el inglés y el francés» (País [Esp.] 1.6.88).

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