martes, junio 12, 2007

ORIGEN Y SIGNIFICADO DE LA PALABRA:

Laberinto.
En la civilización egea, que se desarrolló antes de la llegada de los helenos, era común la construcción de enmarañados laberintos en cuyos innumerables corredores, cámaras y vericuetos solían perderse los visitantes.
Los latinos llamaron a estas construcciones labyrinthus, del griego labyrinthos, una palabra que, según el lingüista francés Antoine Meillet, especializado en lenguas indoeuropeas, probablemente es de origen cario. Los carios eran uno de los pueblos del mar Egeo, desplazados por los helenos unos nueve siglos antes de nuestra era.
El más famoso de aquellos laberintos era, sin duda, el de Creta que, según la mitología griega, fue construido por Dédalo para encerrar al mítico Minotauro, un animal sanguinario con cuerpo humano y cabeza de toro.
Atuendo. Ostentación, atavío, vestido. La estruendosa ostentación de los reyes medievales, que se presentaban en público vistiendo sus ropas cargadas de oro y pedrería y precedidos de estridentes bandas musicales, era llamada en bajo latín addondo, voz proveniente del verbo attonare (llenar de estupor; aturdir) y de su participio pasivo attonitus (asombrado, golpeado por un rayo).
En español se registró primero atondo, que se refería precisamente a la pompa, el aparato, la ostentación, el fausto que eran propios de la majestad real.
Atondo y luego atuendo tuvieron inicialmente ese significado que después se generalizó, además de la pompa, para las ropas, los utensilios y los muebles de los monarcas, hasta que finalmente acabó por limitarse a designar apenas el vestido, primero de los reyes y luego de todo el mundo. Cabe mencionar que atuendo sufrió además la influencia de ‘trueno’ y dio lugar también a estruendo: ruido grande, confusión, alboroto.
Minuto. El adjetivo latino minutus (pequeño) procede del verbo minuere (mermar, reducir), con origen en el indoeuropeo mei- (pequeño), al igual que disminuido, menor, menos, mínimo, minucia, etc. En latín medieval al minuto se lo denominó minuta, palabra clave extraída de pars minuta prima (primera parte pequeña), así llamado originalmente. En español, derivó a minuto, y como tal se documenta desde el siglo xv.
Algo parecido ha ocurrido con la palabra segundo: del indoeuropeo sek- (seguir), procede del latín sequire, con idéntico significado y de éste, también del latín, secundus (que sigue a otro, segundo). En latín medieval se llamó secunda, extraído de pars minuta secunda (segunda parte pequeña), que es como en principio se denominaba cada una de las partes en que se dividía una minuta.
Aceite.
Los árabes enseñaron al mundo los secretos de la elaboración del aceite a partir de la aceituna, el fruto del olivo. Ésta es la razón por la cual los vocablos aceite y aceituna provienen del árabe az zayt y az zaytuna, respectivamente. El aceite de oliva se obtiene por prensado en frío de las aceitunas. El producto del primer prensado se llama ‘aceite virgen’, mientras que el resto, de calidad inferior, se obtiene mediante prensados sucesivos.
Después de que los árabes enseñaran a los europeos el procedimiento para la obtención del aceite de oliva, éstos idearon nuevos métodos para extraer aceites a partir de otros granos, como soja, arroz, ricino, girasol, maíz y otros.
Sin embargo, el aceite de oliva, base de la dieta mediterránea, se destaca sobre todos los demás por su composición, que favorece la reducción de los niveles de colesterol de baja densidad (LDL), o colesterol ‘malo’, y aumenta los niveles del ‘buen’ colesterol, o de alta densidad (HDL). El aceite de oliva cuenta asimismo con antioxidantes naturales, como el alfa-tocoferol (vitamina E).
En lengua portuguesa, el nombre azeite se reserva para el aceite de oliva, mientras que los de otro origen son denominados óleos, pero en castellano llamamos aceite no sólo a los de origen vegetal, sino también a los aceites minerales derivados del petróleo, de uso en máquinas y automóviles, que poco tienen que ver con las aceitunas.

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