miércoles, abril 11, 2007

Ironía como recurso semántico.

Con la ironía se afirma lo que no se piensa, escondiéndolo de quien no llega a entenderlo, unas veces para rehuir el castigo o reprobación, otras veces por afecto respetuoso, otras por no herir ni suscitar discusiones y las más de las ocasiones por burla y afán de superioridad, como cuando dijo Pilatos “Salve, rey de los judíos”.
Francisco Umbral afirma que “la ironía es la ternura de la inteligencia”. Designa de la forma intencionada ya expuesta personas o cosas con nombres que significan lo contrario de lo que son, o con expresión que significa lo contrario de lo que se quiere o pretende decir. Ej. “¡Vaya angelito!” Cuando se emplea en forma amarga o cruel se llama sarcasmo:
En los ejemplos más extremos, éste puede llegar incluso a degradar a ofensor y a ofendido, por el pathos de que va impregnado.
Así, para expresar su desprecio por la actriz Joan Crawford, Bette Davis recurrió a este elaborado sarcasmo: “No me mearía en ella si estuviese ardiendo”.
Con frecuencia de la ironía se sigue una explicación que la atenúa o de algún modo la subraya: Comieron una comida eterna, sin principio ni fin… F. de Quevedo, Buscón.
Muchos poetas líricos hay que no han visto en su vida una lira, ni siquiera traducida del italiano, es decir, una peseta. Clarín, Sermón perdido Madrid: Librería de Fernando Fe, 1885.
Otras veces la ironía prescinde abiertamente de explicaciones y se constituye en el tono de un texto, de forma que sirve para subrayar como presuposición una actitud o ideología del escritor que le interesa inculcar en quien le lee, y mediante un uso continuado de la misma llega incluso a invertir la realidad hasta formular el tópico del “mundo al revés”.
Así por ejemplo en Ambrose Bierce:
Una mañana de junio de 1872, muy temprano, asesiné a mi padre, acto que me impresionó mucho en esa época. Esto ocurrió antes de mi casamiento, cuando vivía con mis padres en Wisconsin. Esa tarde fui a ver al jefe de Policía, le conté lo que había hecho y le pedí consejo. Me hubiera resultado muy penoso que los acontecimientos tomaran estado público. Mi conducta hubiera sido unánimemente condenada y los periódicos la usarían en mi contra si alguna vez obtenía un cargo de gobierno. El Jefe comprendió la fuerza de estos razonamientos, él era también un asesino de amplia experiencia. Después de consultar con el juez que presidía la Corte de Jurisdicción Variable, me aconsejó esconder los cadáveres en una de las bibliotecas, suscribir un fuerte seguro sobre la casa y quemarla. Cosa que procedí a hacer Ambrose Bierce, Cuentos.
Un senador de Kansas pasó junto a una pastilla de jabón sin reconocerla, pero ésta insistió en pararlo y estrechar su mano. Pensando que podría hallarse en disfrute de la inmunidad parlamentaria, le dio un franco y largo apretón. Al marcharse observó que parte del jabón se había quedado adherido a su mano y, alarmado, corrió a un arroyo cercano para lavársela. Al hacerlo no le quedó más remedio que usar su otra mano también, de modo que, al terminar, ambas estaban tan limpias que inmediatamente se metió en la cama y mandó llamar a un médico… Ambrose Bierce, Fábulas fantásticas.

El mundo al revés de Eduardo Galeano:

"... Las posibilidades de que un banquero que vacía un banco pueda disfrutar, en paz, del fruto de sus afanes son directamente proporcionales a las posibilidades de que un ladrón que roba un banco vaya a parar a la cárcel o al cementerio...

Los pistoleros que se alquilan para matar realizan, en plan minorista, la misma tarea que cumplen, en gran escala, los generales condecorados por crímenes que se elevan a la categoría de glorias militares. Los asaltantes, al acecho en las esquinas, pegan zarpazos que son la versión artesanal de los golpes de fortuna asestados por los grandes especuladores que desvalijan multitudes por computadora. Los violadores que más ferozmente violan la naturaleza y los derechos humanos, jamás van presos. Ellos tienen las llaves de las cárceles. En el mundo tal cual es, mundo al revés, los países que custodian la paz universal son los que más armas fabrican y los que más armas venden a los demás países; los bancos más prestigiosos son los que más narcodólares lavan y los que más dinero robado guardan; las industrias más exitosas son las que más envenenan el planeta; y la salvación del medio ambiente es el más brillante negocio de las empresas que lo aniquilan. Son dignos de impunidad y felicitación quienes matan la mayor cantidad de gente en el menor tiempo, quienes ganan la mayor cantidad de dinero con el menor trabajo y quienes exterminan la mayor cantidad de naturaleza al menor costo.
Caminar es un peligro y respirar es una hazaña en las grandes ciudades del mundo al revés. Quien no está preso de la necesidad, está preso del miedo: unos no duermen por la ansiedad de tener las cosas que no tienen, y otros no duermen por el pánico de perder las cosas que tienen. El mundo al revés nos entrena para ver al prójimo como una amenaza y no como una promesa, nos reduce a la soledad y nos consuela con drogas químicas y con amigos cibernéticos. Estamos condenados a morirnos de hambre, a morirnos de miedo o a morirnos de aburrimiento, si es que alguna bala perdida no nos abrevia la existencia. El mundo al revés/ Galeano Eduardo.

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