domingo, febrero 25, 2007

LETRAS ERÓTICAS.

Así algunos insistan en señalar la línea sutil que separa al erotismo de la pornografía, nadie es capaz de definir dónde empieza y termina el erotismo. Lo único cierto es que el texto erótico, tanto por el manejo del lenguaje como por el tratamiento del tema, debe alcanzar un nivel estético que lo diferencie del discurso obsceno y grotesco de la pornografía.
Si bien es cierto que el relato erótico es algo transitorio, que se vive y siente mientras se lee, es cierto también que sirve para estimular los impulsos de la fantasía, que constituye uno de los instrumentos mentales que permite ventilar los instintos sexuales más recónditos y lúdicos. El erotismo es la mejor expresión de una relación sexual regida por las fuerzas de la pasión y la fantasía. Sin la fantasía no sería posible un erotismo que enriquezca la vida conyugal, social y existencial. El erotismo, con sus censuras habidas y por haber, es lo que diferencia a los humanos de los animales irracionales, aparte de que el erotismo, en materia literaria, es la metáfora del amor en todas sus dimensiones.
A continuación algunas letras eróticas para compartir y recrearnos con su magia.
Cuerpo de mujer.
PABLO NERUDA.
Cuerpo de mujer, blancas colinas, muslos blancos,
te pareces al mundo en tu actitud de entrega.
Mi cuerpo de labriego salvaje te socava
y hace saltar el hijo del fondo de la tierra.
Fui solo como un túnel. De mí huían los pájaros
y en mí la noche entraba su invasión poderosa.
Para sobrevivirme te forjé como un arma,
como una flecha en mi arco, como una piedra en mi honda.
Pero cae la hora de la venganza, y te amo.
Cuerpo de piel, de musgo, de leche ávida y firme.
¡Ah los vasos del pecho! ¡Ah los ojos de ausencia!
¡Ah las rosas del pubis! ¡Ah tu voz lenta y triste!
Cuerpo de mujer mía, persistiré en tu gracia.
Mi sed, mi ansia sin límite, mi camino indeciso!
Oscuros cauces donde la sed eterna sigue,
y la fatiga sigue, y el dolor infinito.
Francisco Alvarez Hidalgo.
Me acercaré a tu espalda con ternura
reclinando en el hombro mi barbilla,
rozaré suavemente tu mejilla,
y anudarán mis brazos tu cintura.
JULIO CORTAZAR.
Fragmento del capítulo 7 de la novela "Rayuela", publicada en el año 1963 por la editorial Sudamericana. Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo...
Jorge Robledo Ortíz.
Para cantar tus senos,
imaginé la forma de redondear
dos veces la misma castidad.
Quisé cantar
"el yunque donde forjas la vida"
y todos mis sentidos llegaron a cantar.
Entonces me di cuenta
de que el poema estaba
en el límite exacto del pecado mortal.
Porfirio Barba Jacob .
...Y hay días en que somos tan lúbricos,
tan lúbricos, que nos depara en vano su carne la mujer:
tras de ceñir un talle y acariciar un seno,
la redondez de un fruto nos vuelve a estremecer...

GEORGE BATAILLE.

Tomado de "Madame Edwarda", publicada clandestinamente en 1941 bajo el seudónimo de Pierre Angélique.

En medio de un enjambre de muchachas, desnuda Madame Edwarda sacaba la lengua. Ella era, para mi gusto, encantadora. La elegí: ella se sentó cerca de mí. Apenas tuve tiempo de responder al mozo: tomé a Edwarda que se abandonó: nuestras bocas se juntaron en un beso enfermo. La sala estaba abarrotada de hombres y de mujeres y tal fue el desierto donde el juego se prolongó. Un instante su mano se deslizó, y yo me quebré de pronto como un vidrio, y temblé en mis pantalones; sentí a Madame Edwarda, de quien mis manos contenían las nalgas, ella misma al mismo tiempo desgarrada; y en sus ojos más grandes, dados vueltas, el terror, en su garganta un largo estrangulamiento. Me acordé que había deseado ser infame o, más bien, que hubiera sido necesario(...)

VLADIMIR NABOKOV.

Fragmento de la novela "Lolita", publicada en París en 1955, por Olympia Press. Fue llevada al cine en 1962 por Stanley Kubrick.

Apenas se detuvo el automóvil, Lolita se precipitó literalmente en mis brazos. Sin atreverme a abandonarme, sin atreverme a admitir que ese (dulce humedad y fuego trémulo) era el principio de la vida inefable a la cual hábilmente auxiliado por el destino, por fin había dado realidad, toqué sus labios calientes, entreabiertos con tenues sorbos salaces. Pero ella, con un estremecimiento impaciente apretó su boca contra la mía con tal fuerza que sentí sus grandes dientes delanteros y participé del gusto a menta de su saliva. Sabía, desde luego, que no era sino un juego inocente de su parte, un retozo que imitaba el simulacro de un amor inventado, y puesto que, como dirían los psicópatas y también los violadores, los límites y reglas de estos juegos infantiles son imprecisos (...).

WALT WHITMAN.

"Recuerdo cómo una vez
estábamos acostados una transparente mañana de estío,
igual a ésta, cómo pusiste tu cabeza sobre mis caderas
y delicadamente la volviste hacia mí,
y apartaste la camisa de mi pecho,
y hundiste tu lengua hasta mi corazón desnudo,
y te estiraste hasta tocar mi barba,
y te estiraste hasta alcanzar mis pies".
Juan Ramón Jiménez.
Vivo olvidado
de mi cuerpo.
Cuando miro la aurora,
confusamente lo recuerdo bello,
cual si estuviera fuera de mí y muy lejos. Más cuando tú me coges
me lo siento todo, duro, suave, dibujado, lleno,
y gozo de él en ti y en mí, contigo,
descubierto, en su secreto.
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Desnúdenme tus manos lentamente
sobrenadando senos y caderas,
y desliza tus dedos diligente
entre botones, lazos, cremalleras.
Mira mis ojos y ábreme la blusa,
y descuelga los pechos prisioneros,
que mi deseo nada te rehusa,
y ellos son del deseo mensajeros.
Se abren a tí como dos rosas tiernas,
esperando la lengua en los pezones,
y percibo temblores en mis piernas,
y un aire abrasador en los pulmones.
No hay en mi ofrecimiento ambigüedades,
va a tí sin desvergüenza o timidez,
y aunque con tinte de frivolidades,
parece siempre la primera vez.
Besa con humedad mi boca hambrienta,
y haz que ambas lenguas jueguen en contacto,
no ha de haber nada a lo que no consienta ,
mía es la voluntad, tuyo es el acto.
En la espalda hay insólitos caminos
que mi mano jamás ha transitado,
y de tus dedos brotan remolinos
erizando la piel de mi costado.
En breve y delicada sacudida
mis hombros de la blusa se desprenden;
semidesnuda estoy, y enardecida,
y alzo los brazos, que hacia tí se extienden.
Detente brevemente en la cintura,
rodéame en caricias circulares,
y explora el resto de mi arquitectura,
con paso franco a todos mis lugares.
Cae la falda a los pies...,
al fin desnuda...
Qué libertad e independencia siento.
No queda en mí vacilación ni duda,
sólo serenidad..., y atrevimiento.
Están mis ojos en tus ojos fijos,
y tus manos me arropan insistentes;
suaves contactos causan regocijos,
lentas fricciones llegan más frecuentes.
Aproxímate más, cúbreme entera,
encadéname a tí, y abre mi rosa,
dame un beso total, de tal manera
que resulte en fusión voluptuosa.
Quédate en pie y recibe el doble abrazo,
y al rodear tu cuerpo con mis piernas,
introduce tu furia de un zarpazo
anegando mis cámaras internas.
El ímpetu, el gemido y los sudores
me dirán que soy tuya y eres mío;
seremos mutuamente posesores,
como el cauce y las aguas en el río.

4 comentarios:

©Sexosapiens dijo...

Afortunadamente, esa pretendida frontera entre erotismo y pornografía se diluye más a medida que avanzan los días. A mí me gusta lo explícito, aunque disfruto las sutilezas. Leo a Whitman y al divino Marqués de Sade. Los géneros no son excluyentes y, en este tercer milenio bendito, deberíamos empezar a prescindir de las camisas de fuerza. Siempre será mejor entrecerrar los ojos ante algo "extremo", que no poder ver nada ante nuestros ojos bien abiertos. ¡Qué viva la diversidad en plural y con MAYÚSCULAS!

Digo yo.

Anónimo dijo...

Lo esencial es invisible a los ojos.

Nilda J. Sarmiento J. dijo...

Saludos,
buenas frases y buenos aportes.
Seguimos en el camino de la lectura, de las letras y en la creación.

Anónimo dijo...

Hola !!! es gratificante tu pagina, en realidad me funciona para lo que hago gracias por existir