lunes, abril 30, 2007

LAS PALABRAS Y LOS ANIMALES.

Por Fernando Díez Losada.
Aristóteles define al hombre como zoon politikón, es decir, animal social, animal ciudadano. Posiblemente el filósofo de Estagira acertó más en lo de animal que en lo de social si tenemos en cuenta la trágica historia –y prehistoria– de guerras, represión e intolerancia del homo sápiens contra el homo sápiens en este valle de lágrimas.
No sabemos, en realidad, si el hombre desciende del mono, como defendió el satanizado Darwin (desde hace unas semanas, al parecer, ya con la bendición de las altas autoridades de la Iglesia Católica), o si nuestro antepasado fue el anthropopithecus erectus, o un dinosaurio del Parque Jurásico. Lo cierto es que, de cualquier forma, un mundo animal nos rodea y nos acompaña y marca una determinada parcela en la vasta extensión de nuestra lengua.

La gramática tradicional nos habla de un género epiceno, propio de los animales –la mayoría– cuyo sexo biológico no influye en absoluto en su género gramatical. La RAE lo explica así: "A veces se da a ciertos animales, para ambos sexos, un solo nombre, ya sea masculino, ya femenino. Estos sustantivos anómalos han sido clasificados por los gramáticos en grupo aparte..., llamándole epiceno... A este género pertenecen búho, escarabajo (masculinos), águila, rata (femeninos), y otros varios." (Gramática 10,d). En realidad, debió haber concluido "...y otros muchos" porque la inmensa mayoría de los animales se etiquetan como epicenos.
La verdad es que esta falta de dualidad genérica en la mayor parte de los irracionales se debe a la ausencia de interés del homo sapiens sobre el sexo de los demás animales, salvo que se trate de sus mascotas (perro-a, gato-a...) o de aquellos especímenes que forman parte de su actividad económica (toro-vaca, gallo-gallina...) Y, aparte de que no interesa, ¿cómo diantres puede saber uno, frente a un reptil, un pez, un crustáceo, un insecto o un arácnido —por citar solo unos cuantos casos—, si se trata de "él" o de "ella"?.
Pues bien, vayan tomando nota. Resulta que ese odiado y temido roedor llamado rata (y que aparece, precisamente, como ejemplo de epiceno en la gramática académica) tiene su rato —faltaría más—; quiero decir que su macho se llama rato. Pueden verlo en el DRAE (ed. 21, pág. 1220): "rato. 2. Macho de la rata." En lo sucesivo, cuando los inviten a pasar un buen rato, analicen cuidadosamente la propuesta.
Y otra más. Las verdes y simpáticas ranitas, que animan el paisaje veraniego con su monótono croar, poseen —en algunas partes, según el DRAE (pág. 1222)— su rano. Que ¿cómo se distinguen? Muy fácil. Lance una piedra a un estanque lleno de estos batracios. Las que huyan asustadas son ranas, los que huyan asustados son ranos. No hay modo de equivocarse.
La alegría y el bullicio de las fiestas populares en muchos pueblos hispanos tienen, posiblemente, su broche de oro en las corridas de toros. Festejos incruentos. La habilidad y la valentía frente a la fuerza bruta, pero sin sangre. Carreras, sustos... y, al final, el astado al toril, y los improvisados toreros a la tranquilidad de sus hogares.
Otra cosa muy distinta son las corridas a la española. La tauromaquia (lucha con el toro), pelea sangrienta, combate a muerte. Y precisamente la afición secular del pueblo hispano a su fiesta nacional ha inyectado en el idioma castellano un abundante caudal de expresiones, dichos y modismos relacionados con el espectáculo taurino.
Ver los toros desde la barrera (algunas veces se dice también desde el andamio, desde el balcón, desde la talanquera) significa contemplar o seguir los acontecimientos de cualquier tipo sin intervenir directamente en ellos. Echar a uno el toro es acorralarlo con acusaciones o recriminaciones. Echarle un capote es, en cambio, prestarle ayuda, tenderle la mano en un momento comprometido.
Tirarse al ruedo alude al hecho de que, en algunas corridas, un espontáneo, movido por el entusiasmo (a veces por la euforia etílica), se lanza a la arena resuelto a emular las hazañas de los famosos. Se aplica a quien se decide a encarar un asunto importante o, lo que viene a ser lo mismo, agarrar al toro por los cuernos.
Alguien está para el arrastre cuando se encuentra en un estado de extremo decaimiento físico, moral, económico... Se refiere a la ceremonia final de la corrida cuando el cuerpo sin vida del toro es arrastrado por las mulillas.
Y dar la puntilla es rematar, liquidar completamente a quien ya está a punto del desastre.
De la inmensa variedad de insectos que pueblan nuestro planeta, el más común es, sin duda, la mosca (musca doméstica). La permanente, a la par que molesta, convivencia de este díptero con el ser humano ha motivado que su nombre forme parte de una buena cantidad de dichos y expresiones populares. Y esto ocurre, desde luego, no solo en castellano. Los clásicos del Lacio nos han legado, por ejemplo, el proverbio Aquila non capit muscas (El águila no caza moscas), que alude a las personas dignas, inteligentes o nobles, las cuales no deben reparar en nimiedades ni fijar su atención en pequeñeces. El refranero británico exhibe un Closed mouth catches no flies con una equivalencia casi literal a nuestro En boca cerrada no entran moscas.
Tal vez porque las molestias pertinaces de este insecto acaban únicamente con su muerte, se denomina mosca (o mosquita) muerta a la persona hipócrita y taimada, es decir, a quien encubre su perversidad o mala intención con apariencias de bondad o mansedumbre. Estar con (o tener) la mosca detrás de la oreja equivale a mostrar una actitud suspicaz, de alarma o recelo; siempre se intuye, en este dicho popular, la figura de una persona a la defensiva, en espera del ataque artero de una mosca impertinente, oculta detrás de su oreja.
Aunque en algunos lugares de América, mosquearse significa llenarse de moscas un alimento, el uso general, especialmente en España, da a este verbo (también amoscarse y ponerse mosca) el sentido de darse por aludido, enojarse u ofenderse por algo; de alguien que no se inmuta ni siquiera por algo sumamente llamativo, se dice: ni se mosqueó. Una nueva alusión a ese estado de intranquilidad y desazón que este insecto (musca doméstica) provoca en el ser humano (homo sápiens). Y dejemos ya este tema, por si las moscas...
Se ha atribuido a varios autores aquello de "cuanto más conozco a los hombres, más quiero a mi perro". La perfidia humana frente a la fidelidad canina puede ser un buen tema para un filósofo o un ensayista. Por mi parte, tengo solamente la intención de destacar y comentar ese extraño vocablo que es perro. Extraño... ¿por qué? Por su origen incierto y su aparición exclusiva en la lengua castellana.
El fiel amigo del hombre (y de la mujer, desde luego) se llamó en latín canis. La evolución de la lengua de los romanos en las diversas regiones de su influencia hizo que canis fuera can, en castellano; cao, en portugués; chien, en francés; cane, en italiano... En Castilla, sin embargo, –hacia mediados del siglo XII– comenzó a popularizarse el vocablo perro, como sustituto de can, aunque solo en un contexto familiar y un tanto peyorativo. Con el andar del tiempo, perro llegó a adquirir un uso general en todos los ámbitos, y can quedó relegado a un empleo literario o alternativo.
Se ha querido buscar el origen de la voz perro en las antiguas lenguas celtibéricas, pero seguramente se trata de una formación onomatopéyica medieval basada en el sonido prrr con que los pastores incitaban al animal a movilizar el rebaño.
Siendo el perro el animal doméstico por excelencia, es fácil entender que su nombre aparezca en un buen número de dichos y modismos de nuestro idioma. Algunos, como llevar una vida de perros, tratar a alguien como a un perro, estar de un humor de perros o morir como un perro, reflejan la ínfima estima del arrogante homo sápiens hacia el amigable canis familiaris.
Y siempre he tenido la duda de si será elogio o desprecio el que una salchicha –disfrazada con mostaza y ketchup y sepultada en un panecillo– se llame perro caliente.
La vastedad del reino animal nos obligaría a hacer interminable este artículo si fuera nuestra intención hablar de todos los especímenes. La sabiduría popular ha dado protagonismo, en sus dichos y adagios, a muchos de ellos. Matar la gallina de los huevos de oro, levantarse cuando canta el gallo, ser el pato de la fiesta, preferir ser cabeza de ratón y no cola de león, andar más lento que una tortuga, llorar lágrimas de cocodrilo, el buey suelto bien se lame, más vale burro vivo que sabio muerto... La lista sería inagotable.

domingo, abril 29, 2007

ORIGEN Y SIGNIFICADO DE LA PALABRA:

Candidato.
Quien se ofrece para ocupar un cargo público debería tener una trayectoria inmaculada, sin ninguna mancha que pudiera dejar alguna duda sobre su pasado.
Así lo entendían ya los romanos, que hacían vestir a los aspirantes a esos cargos una túnica blanca, llamada candida, con la que se exhibían públicamente para manifestar públicamente la pureza y la honradez que cabía esperar de ellos.
El nombre de la túnica provenía de la raíz indoeuropea kand- o kend- (brillar), de la cual se han derivado palabras tales como candelabro, candente, candela, cándido, incandescente, incendio, etcétera.
Ningún derivado de candidus llegó hasta nosotros con significado directamente alusivo al color blanco, pero la blancura deslumbrante que la palabra latina candor expresaba en la lengua de los césares se mantuvo en el español candor, con el sentido de "sinceridad, sencillez y pureza de ánimo" que la palabra también tenía en latín. El Diccionario de la Real Academia Española menciona el sentido de "suma blancura" como acepción de candor, pero en la práctica esta palabra es muy poco usada con ese sentido.
Con la extensión de la democracia desde la segunda mitad del siglo XVIII, la palabra candidato es hoy harto conocida en toda la comunidad hispanohablante. No lo era antes de esa época, como permite comprobar el Diccionario de autoridades (denominación de la primera edición del Diccionario de la Real Academia Española, 1729), que decía:
El que pretende y aspira o solicita conseguir alguna dignidad, cargo, ó empleo público honorífico. Es voz puramente Latina y de rarísimo uso.
Cabe añadir que las velas, candelas o cirios eran llamados en latín candela, en alusión al brillo que provenía del calor; de ahí la palabra candente, que en latín significaba ‘blanco o brillante como consecuencia del calor’, y la castellana incandescente.
Difunto.
La vinculación de la idea de la muerte con la del pago de una deuda está presente en más de una palabra de nuestra lengua, como podemos ver en la entrada sobre bono. Otra de esas palabras es difunto, que proviene del latín defunctus, formada por el prefijo de- con functus, el participio pasivo del verbo fungi (cumplir, acabar, pagar una deuda). El significado originario de defunctus no estaba vinculado con la idea de la muerte, sino que se aplicaba, como adjetivo, a la persona que había saldado alguna cuenta o cumplido con alguna obligación.
En el latín tardío, la Iglesia católica utilizó este término como eufemismo para ‘muerto’, con el sentido de ‘el que ya cumplió con la vida’.
Abril.
Abril es el cuarto mes del año en el calendario gregoriano y uno de los cuatro con treinta días. Proviene del nombre latino aprilis, pero existen dudas con relación a su origen. Tradicionalmente se ha dicho que proviene del latín aperire (abrir), porque forma parte de la estación durante la cual las flores empiezan a ‘abrirse’ en el hemisferio Norte. Pero como los meses romanos se refieren, en general, a las divinidades, y como abril estaba consagrado a Venus, algunos han sugerido que el nombre de este mes podría haber sido originalmente aphrilis, como referencia a la Venus griega, Afrodita.
Hermenéutica.
Es el arte de interpretar textos. Los griegos llamaban hermenéus a quienes oficiaban de intérpretes o traductores de cualquier lengua o explicadores de cualquier disciplina. A partir de los hermenéus se formó el adjetivo hermeneutikós (relativo a la interpretación), que en nuestra lengua dio lugar al sustantivo hermenéutica, aplicado inicialmente a interpretación de la Biblia y, en un sentido más amplio, a la interpretación del fenómeno religioso como un todo, a las teorías filosóficas del significado y a la comprensión e incluso la interpretación de los textos literarios.
En los siglos XIX y XX, la hermenéutica alcanzó el estatus de sistema filosófico, merced a los trabajos de Wilhelm Dilthey, Edmund Husserl y Martin Heidegger.

martes, abril 24, 2007

EL ARBOL QUE QUERÍA SER LIBRO.

Día del libro, un cuento infantil del maestro Renato Agagliate.
El árbol que quería ser libro.
Ése sauce, que crecía al lado de la biblioteca de Sanare, tenía muchos años de plantado. Tan alto era que, cuando las nubes pasaban bajito, él les hacía cosquillas y uno oía esas risas en el cielo.
Muy querido de los pájaros, ese sauce cargaba nidos de tordos, cucaracheros, azulejos, paraulatas y chocolateros. Tanto les gustaba esa mata porque nadie se montaba en ella a molestarlos; no solo, sino que, gracias a sus ramas blandas, la brisa les mecía los nidos y los pichones se dormían sin necesidad de cantarles canciones.
Ya estaba algo viejo el sauce de la biblioteca y, de noche, se ponía a conversar con sus vecinos: un jabillo, una pesgua, un caobo y una mata de pomarrosa.
“¿Por qué en la tarde vienen tantos niños a la biblioteca?” le preguntaba al caobo que por más viejo sabía más que él.
“Vienen a leer libros,” contestaba aquel.
“Los libros tienen hojas blancas, no verdes como nosotros, pero traen letras negras,” agregaba el jabillo para explicar mejor, “y están hechas de papel.”
“¿Y de qué está hecho el papel?” preguntaba el sauce.
“De pasta de madera,” respondía el caobo.
“¿De madera?” decía el sauce. “Entonces el papel... ¿se hace de nosotros?”.
“Claro,” confirmó el caobo. “Por eso aquí cerca de nosotros, en el estado de Portuguesa, tumban árboles para hacer papel, luego con ese papel hacen libros y de libros se llenan las bibliotecas del mundo.”
Ya bajo la luna, el sauce seguía pensando: ¿sería verdad lo que había explicado el caobo?.
Al otro día, cuando en la tarde la biblioteca estaba llena de muchachos, no tuvo la menor pena y, flexible como es cualquier sauces, se agachó y por un tragaluz miró cómo era por dentro la biblioteca: niños, muchachos y hasta gente mayor leyendo libros, haciendo tareas, copiando cosas. ¡Qué bonito todo aquello!.
Y el sauce estuvo pensando en sus hermanos árboles que habían entregado su madera para hacer todo aquel papel de que estaban hechos todos aquellos libros, con aquellas portadas maravillosas y aquellas ilustraciones tan lindas...
Volvió entonces a enderezarse y, como siempre, a llevar sol y lluvia, a pasar frío y a defenderse del viento. Es que ya estaba poniéndose viejo el sauce de la biblioteca; y pensaba, y pensaba, y pensaba...
De tanto pensar un día lo hizo tan duro que la gente pudo escuchar lo que decía:
“Ahora que ya estoy viejo me gustaría hacer algo por esta biblioteca. También yo quisiera dar mi madera para que con ella se haga pasta, de la pasta se saque papel y con el papel se impriman libros.”
A veces, soñando, repetía emocionado: “Yo también quiero ser libro.”
Pero lo decía tan duro que despertaba a sus compañeros.
“Déjame dormir, sauce,” le decía la mata de pomarrosa. “De día tus pájaros vienen a comerme la fruta y de noche tú no me dejas en paz.”
Y lo mismo le reclamaba la pesgua.
Así fuera en voz bajita, entonces, el sauce seguía soñando lo que quería ser.
Un sábado por la tarde, sin embargo, estando cerrada la biblioteca, volvió a agacharse para mirar dentro de ella.
Solo estaba el viejo bibliotecario y, por eso, el sauce no tuvo miedo de preguntarle: “¿Cómo hace uno para ser papel de ese que sirve para hacer libros? A mí me gustaría eso. Allí adentro uno no lleva tanto sol ni tanta lluvia, y, más bien, vendría la gente a ... leerme.”
Pasmado se quedó el bibliotecario y casi a punto estuvo de buscar el machete; pero, como buen defensor de las hojas blancas y de las hojas verdes, peló por una idea mejor: sacó del estante una Biblia y la puso sobre una mesa bien a la vista del sauce.
Milagrosamente, el libro sagrado se abrió y de sus páginas salió una voz que decía:
“Sauce: tú también eres criatura de Dios; él te hizo para que ayudaras a la gente y los animales a respirar y descansar mejor; te dio ramas flexibles para que las aves hicieran su nido; y te hizo delgado y alto para que le señales a la humanidad dónde queda la casa de Dios... No; no puedes ser un papel cualquiera y menos uno para ser un libro más. Te lo digo yo que antes también fui árbol y ahora soy el libro de los libros....”
Ante tamaña autoridad, el sauce reconoció las cosas que valía él y tan solo dijo: “Gracias, amiga, muchas gracias: hágase la voluntad de Dios, mi creador.”
Y, sacando su figura del tragaluz, se estiró animoso apuntando de nuevo al cielo.
El bibliotecario, estupefacto, salió a mirarlo, mientras los pájaros volvían a sus nidos con ganas de cantar.
Pronto corrió la voz de lo que había pasado con el sauce de la bibliotecario y los sanareños ahora lo van a ver; los niños dice al bibliotecario que lo quieren.
El dice que ellos lo van a .... leer, como si fuera un libro más — pero no un libro cualquiera.

lunes, abril 23, 2007

Renato Agagliate.

“Porque soy como el árbol talado, que retoño y aun tengo la vida”MIGUEL HERNANDEZ.
Mañana es el día del libro he aquí mi homenaje al maestro Renato Agagliate: El árbol libro de Sanare, en el Estado Lara.
Vida de árbol, vida de libro; trascendencia entre hojas.
El inmenso deseo de quedarse en alguien, de llegar al otro y ser parte de la naturaleza en el más hermoso equilibrio.
Una entrega sin límites, darse por entero a la educación, a la investigación de los topónimos, a la ecología y a la palabra que nos hace despertar la imaginación.
Así es la vida del maestro Renato Agagliate, "un hombre venido de muy lejos"; valga la frase del italiano Amadeo Minghi cuando escribe su famosa canción a Jesús de Nazaret, ese otro maestro que nació para amar a la humanidad: a los hombres y mujeres que hacen y sufren la historia, a todos por igual.
Renato Agagliate, aunque nació en Italia; podemos decir que es un Sanareño, es un Larense y es un Yanomami.
Le conocemos por sus cuentos, entre tantos otros: “La Fumarola de Sanare”, “Las Quintillizas de El Tocuyo”, “La Venada de las patas feas” y “El árbol que quería ser libro”, donde nos pinta a Sanare y sus muchos años de Director de la Biblioteca Pública Andrés Bello, actividad reconocida y premiada por la UNESCO.
Allí en Sanare, en el Estado Lara, como el sauce del cuento Renato se hizo viejo, cobijado en el agradable clima de la zona y disfrutando de las bondades de las montañas que amaba desde niño cuando vivía en su natal Piamonte y que pudo conocer a profundidad en sus visitas constantes al Amazonas, donde a decir por sus propias palabras: “cuántas cosas aprendí de los indígenas, su lengua, su modo de vida, la capacidad de organización común, piensan en el colectivo y respetan el equilibrio de la naturaleza ¡ cuántas cosas me enseñaron! ".
Y es que Renato, es un gran lector de la vida, de la gente, de las almas y las circunstancias que las modelan: las adversidades, las injusticias y del dolor que nunca es ajeno porque el otro también forma parte de su vida.
Para él un verdadero aprendizaje está en el contacto con el pueblo, en el intercambio constante y sincero de conocimientos libres a la luz del sol o de la luna, sin jaulas y sin fronteras. Por eso desde su llegada a Sanare siempre ha enseñado; idiomas, música, ecología y sobre todo la semilla del humanismo.
Renato es una persona que cree en la trascendencia del pensamiento, por eso escribe y por eso es libro, en él podemos leer cada pueblo que ha visitado, cada planta y cada animal que ha visto y aunque muchas especies tristemente han desaparecido, permanecen en su la palabra de lucha y reflexión ecológica que nos invita a la unidad y armonía con la naturaleza.
Leemos en sus páginas a quienes lo han tocado, volamos en las alas de sus ríos, nos aventuramos junto a un cocuyo a subir a un árbol para alcanzar las estrellas, conocemos el cerro que emana leche, las tierras de paujíes copete de piedras y hemos apreciado la belleza en una venada de patas feas.
Y aunque en la actualidad este árbol libro de Sanare está jubilado, sabemos que continúa escribiendo, confrontando ideas, despertando a la gente con inquietudes, invitándonos a soñar un sueño lúcido pero colectivo, a pensar en un todo, a dejar de individualizarnos, a buscar el ser antes de perdernos en el consumir, brindando siempre el sentido de solidaridad y hermandad.
Así es Renato Agagliate el maestro, humilde, sincero y honesto, el luchador incansable.
Si aún no lo conocen vayan entonces a Sanare, a leerlo, como al sauce del cuento y posiblemente aprendan de él lo que es el sentir social tan necesario para esta “revolución”, porque como lo decía el novelista español Ramón Sender:
“Para mi la realidad política no existe, es una frivolidad, lo único que quiero es un sentir social”. Escucha y lee los cuentos Renato en los siguientes enlaces: EL ARBOL QUE QUERÍA SER LIBRO. LA TOS DE BOLÍVAR. Cuento de Renato Agagliate. CUENTO DE RENATO AGAGLIATE. PENSAR Y VOLAR.

jueves, abril 19, 2007

Si la tierra, tierra fuera.

Día de la Tierra 22 de abril.
El Día de la Tierra, se llevó a cabo por vez primera en Estados Unidos en 1970; colaboraron 22 millones de personas. Años después la celebración cobró transcendencia mundial. Para 1990 participaron 134 países: la demostración organizada de amor a la Tierra jamás vista en la historia. De esa forma se demostró que con la acción colectiva es posible mejorar el ambiente y la vida de los habitantes. En esa ocasión se realizaron toda clase de actividades de limpieza, se plantaron millones de árboles, se organizaron actos culturales con música, teatro, poesía y exposiciones plásticas; se enviaron infinidad de cartas a los gobernantes de todo el mundo para solicitar medidas de protección al medio ambiente, mientras que las más diversas regiones religiones hicieron ceremonias de "sanación" por la Tierra. Sin embargo, todos sabemos que los grandes países capitalistas; son los principales destructores del ambiente. Mientras promulgan leyes destruyen bosques, ríos, la capa de ozono con emisiones tóxicas, pruebas nucleares y todo cuanto se les ocurra en nombre del desarrollo industrial de las naciones, quemando y destruyendo la gran casa de todos: nuestra madre tierra. Para muestra las siguientes noticias:
Extrañan la nieve en Europa (BBC):
«Una insólita oleada de clima templado en Europa está siendo recibida con una mezcla de sorpresa y angustia por aquellos que dependen del frío de la temporada navideña… Muchos creen que el calentamiento global tiene la culpa por la falta de nieve.»
• Canadá: se desprende témpano (BBC): «Científicos descubrieron que una enorme masa de hielo se desprendió en el Ártico canadiense el año pasado, en lo que podría ser una señal del calentamiento global.»
• 2007 será el año más cálido (BBC):
«Expertos climáticos británicos creen que el 2007 será el año más caluroso jamás registrado…».
Este incremento, se cree, provocará el derretimiento de las capas de hielo polares, el aumento del nivel de los mares y la alteración de los patrones climáticos. Esto, a su vez, produciría inundaciones, tormentas violentas y hambrunas, arriesgando la vida de millones de personas y causando la extinción de especies…».
Chris Folland, director del centro de investigación de cambio climático Hadley, en el Reino Unido, dijo que [una de las causas del calentamiento global son] las emisiones de gases de efecto invernadero, producto de la actividad humana.».
Y todos sabemos que la mayor parte de la contaminación por gases viene de los grandes países capitalistas del norte, y EEUU está a la cabeza.
El paso primordial para tomar conciencia de la defensa y conservación de toda la vida en el Planeta Tierra es meditar sobre ello, dedicar un tiempo a pensar y reflexionar sobre el estado de deterioro al que ha llegado nuestro "hogar", sobre la conservación de las especies vegetales, sobre los animales domésticos y sus derechos, sobre ejemplares en vías de extinción, sobre posibles soluciones a la basura en el mundo y sobre el apoyo a las Organizaciones Nacionales e Internacionales en la lucha por la preservación de la vida en el Planeta.
Para finalizar les regalo la poesía de Luis Guillermo de León, hecha canción por Serenata Guayanesa, invitándolos a reflexionar sobre nuestra vida en la tierra.
SI LA TIERRA TIERRA FUERA.
Que linda sería la tierra
si la tierra tierra fuera
con su fauna piel de monte
y una flor en la conciencia.
Que dulce sería este mundo
si al manto de ozono fresco
le remendaran la vida
con hilos de caramelo.
Y que libres los turpiales
si sus vuelos consiguieran
el camino limpiecito
barrido por las estrellas.
Y que libre el ser humano
si el latido regresara
al pecho de los cocuyos
y al canto de las cigarras.
Que puro sería el planeta
si los ríos le regalaran
un océano azul cielo
donde lavarse la cara.
Que niño será este globo
si los sueños permitieran
que haya un Dios de comiquitas
entreabriéndole la puerta.

lunes, abril 16, 2007

Uso de los colores en el lenguaje.

1.Género. Los nombres de color, cuando se usan como sustantivos, son siempre masculinos: el verde, el amarillo, el rojo, etc.
Cuando funcionan como adjetivos, si son de dos terminaciones (blanco, -ca; negro, -gra; rojo, -ja; amarillo, -lla, etc.), se usa la forma masculina o la femenina según sea el género del sustantivo al que modifican: falda roja, pantalón negro. Pero si, para designar matices, el nombre de color se halla a su vez modificado por otro, o por un adjetivo como claro, oscuro o similares, lo normal, de acuerdo con el uso mayoritario, es usar ambos términos en masculino, incluso en referencia a un sustantivo femenino:
«Leichtlinii, de gran flor rojo oscuro» (Alonso Plantas [Esp. 1980]); se supone, en estos casos, la elisión del sustantivo masculino color; no obstante, también es posible la concordancia en femenino: «La tierra era marrón clara» (Bolaño Detectives [Chile 1998] 369).
2. Plural. Para el plural, los nombres de color siguen las pautas siguientes:
a) Cuando funcionan como sustantivos, hacen el plural de acuerdo con las reglas generales, esto es, los blancos, los rosas, los carmesíes o carmesís, los azules, los marfiles, los grises, etc.: «La piel cremosa y suave, el largo pelo oscuro, el azul desteñido de los tejanos se pierden y se desvanecen absorbidos en los rosas, los malvas, los azules intensos del tapiz» (Tusquets Mar [Esp. 1978]). Si, para designar matices, el nombre de color lleva en aposición otro sustantivo, este último permanece invariable: los verdes botella, los grises perla, etc.
b) Cuando funcionan como adjetivos, hay que distinguir entre los nombres que designan únicamente colores, los cuales concuerdan siempre con el sustantivo al que modifican (faldas rojas, pantalones verdes, ojos azules, etc.), y los nombres que designan primariamente una flor, un fruto, una sustancia o un objeto que tienen ese color característico, los cuales pueden usarse en aposición y permanecer invariables en plural (ojos malva, faldas naranja, camisas añil, etc.) o concordar con el sustantivo, con funcionamiento plenamente adjetivo (ojos malvas, faldas naranjas, camisas añiles, etc.). Si, para designar matices, un nombre de color se halla a su vez modificado por otro, o por un adjetivo como claro, oscuro o similares, lo normal es mantener ambos elementos invariables en singular, de acuerdo con el uso mayoritario (pantalones verde botella, ojos azul claro, etc.): «Grotescos tanques flotantes que van contaminando las aguas azul turquesa» (Bojorge Aventura [Arg. 1992]); «Ha depositado las bolsas sobre las losetas gris perla de la cocina» (Azúa Diario [Esp. 1987]); «Es un arbusto de lento crecimiento, con hojas verde oscuro» (Marsigno Jardinería [Arg. 1991]).

domingo, abril 15, 2007

"Cada libro es una nueva aventura en la que me abandono..."

Entrevista publicada en Imaginaria, Nº 8, 22/9/99. Presentación y traducción: Ana Garralón.
El 14 de noviembre de 1994 el semanario alemán Die Zeit publicaba, en su suplemento, una entrevista con Michael Ende.
Sacado de su habitual mutismo, Ende hablaba de literatura infantil, de arte, de religión y de su cultura alemana. El mismo día de su publicación Ende cumplía 65 años y, poco antes de cumplir uno más, cruzó el reino de lo real para quedarse definitivamente en el de lo fantástico.
La entrevista fue realizada por Steffi Hugendubel, y probablemente fue una de sus últimas apariciones públicas. Extraemos aquí algunas de las preguntas.
—Sus libros están prácticamente en todas las estanterías de las casas alemanas, han sido traducidos a 35 idiomas. Como naciente mito, ¿cómo se siente?.
—La fama y la feria de las estrellas no significan nada para mí. Al principio incluso el éxito me irritó bastante, ya que después de Jim Botón y Lucas el maquinista comenzó una ola de comercialización frente a la cual me sentí desamparado, se extendía desde dibujos animados hasta artículos comerciales. Una vez tuve que entrar en una locomotora en la estación de Stuttgart junto con un actor y un jovencito negro, los cuales interpretaban a Jim y Lucas. Después, en un coche de caballos nupcial blanco, fuimos llevados a través de la ciudad hasta un gran almacén donde yo, entonces, firmé libros.
Esa tarde me miré en el espejo del hotel y pensé: ¡ahora sí que no me reconozco ni yo mismo! Como consecuencia he estado desde entonces en huelga.
—Usted se ha hecho famoso con cuentos políticos y fantásticos que no siempre tienen relación con la realidad. Sin embargo usted creció durante la Segunda Guerra Mundial. ¿Cómo se compagina esto? .
—Bajo esta huella comencé a escribir sobre la decadencia del mundo durante la llamada Aktion Gomorrha, o sea, en esos tres días y noches en los cuales Hamburgo permanece entre cenizas y escombros. Son imágenes que nunca se han desprendido de mí. Si yo ahora intento, en mis libros, aligerarme de esto desarrollando un cierto humor, una cierta filantropía, no significa que detrás de estas historias no se encuentren experiencias insufribles. El director de cine Helmut Diet ha dicho recientemente en una entrevista: "Si yo tuviera un mensaje, entonces me convertiría en un mensajero". Con esto no quiero decir que mis libros no contengan ningún mensaje sino que no es lo esencial.
—Desde hace muchos años no concede entrevistas, ¿tiene esto algo que ver con querer preservar el secreto del mundo de sus libros? .
—Es una gran equivocación creer que se tiene que acosar personalmente al escritor para recibir información más clara que lo que él ha hecho en su música, sus imágenes o sus libros.
Es justamente todo lo contrario; lo que yo, como persona privada, doy, siempre es tan sólo una justificación posterior de aquello que previamente he hecho.
—Su animadversión hacia los mensajes explícitos no ha evitado que sus libros fueran prohibidos en la República Democrática Alemana.
—Sí. Momo fue prohibido inmediatamente. El libro se consideró contrarrevolucionario y subversivo hasta que dos años más tarde salió una edición soviética. En vista de ello Momo fue impresa también en la República Democrática Alemana. Por cierto, un capítulo fue suprimido, el del cuento de Gigi sobre Marxenius Communus, quien quiere mejorar el mundo y, a pesar de ello, del antiguo globo terráqueo simplemente hace uno nuevo. En la Unión Soviética fue seguramente suprimido porque supuestamente era demasiado filosófico para los niños rusos.
—A escritores de libros que, con frecuencia, juegan en mundos fantásticos, como usted en los suyos, se les reprocha enseguida ser escapistas. ¿Huye usted de la realidad?.
—Cuando escribo historias en la cuales se valora un inocente tono de voz, es justamente porque he conocido lo insoportable. No quiero ninguna reproducción de la realidad con el criterio de uno por uno. Eso lo considero imposible. Cada novela que produzco es una realidad de palabras. Cuando, a pesar de esto, el lector dice que eso le recuerda una situación específica, tanto mejor. Entonces la creación, por decirlo de alguna manera, es un modelo para la realidad. Más, creo yo, no se puede hacer.
—Después de haber trabajado mucho tiempo en un libro, ¿sigue siendo usted el mismo..?
—Cada libro es una nueva aventura en la que me abandono y de la que no sé a dónde me llevará. Al escribir siempre entro en una grave crisis en la que, de repente, tengo que movilizar todas las energías. Energías que yo no sabía que tenía. Así experimento algo nuevo en mí mismo. Por eso usted no puede comparar sin restricción alguna mis libros entre sí. Esto ha aturdido a algunos críticos porque están acostumbrados a que, una vez en un nuevo libro, me habré convertido en otro.
—¿Hasta qué punto es otro?.
—Cada nuevo proyecto tengo que abordarlo simplemente de manera distinta y comenzarlo como nunca escribí un libro. En esto no es tan importante cómo será acogido por la crítica sino cómo lo encuentra el público. Pues reconozco gustoso que no escribo para el cajón. Por supuesto que me alegro cuando el público demuestra que he dado en el clavo.
—Después de haber trabajado durante años en un libro —como por ejemplo con Momo durante seis años—, ¿no llega entonces enseguida, con cada crítica, una manera de destrucción? .
—No quiero enemistarme con todos los críticos, pero me he acostumbrado a críticas reseñadas en virtud del número de columnas y no por lo que está adentro. Yo sé que esto suena muy provocador, pero una crítica de cuatro columnas da a mi libro más interés que un elogio de diez líneas aunque incluso sea igual de efusivo. El elogio de diez líneas, al día siguiente, todos lo han olvidado. Un artículo de cuatro columnas permanece en los lectores y piensan: esto tiene que ser algo interesante, me lo compro.
Ana Garralón es ensayista y crítica de literatura infantil y juvenil. Tradujo al español el libro La poesía en la escuela. Hacia una escuela de la poesía, de Georges Jean (Madrid, Ediciones de la Torre, 1996) y, junto con Verónica Uribe, realizó la selección de poemas Oda a la bella desnuda y otros escritos de amor, de Pablo Neruda (Caracas, Ediciones Ekaré, 1998).

sábado, abril 14, 2007

Recursos Semánticos: antonomasia, monólogo, parábola.

Monólogo interior.
Técnica literaria que trata de reproducir los mecanismos del pensamiento en el texto, tales como la asociación de ideas. Algunas de las obras más famosas en las que se utiliza esta técnica son el Ulysses o Portrait of an Artist as a Young Men de James Joyce. Se caracteriza principalmente por la fusión del mundo real y el mundo interior, imaginado por alguno de los protagonistas. Con frecuencia, en este tipo de literatura, resulta complicado de descifrar lo que ocurre. Normalmente, los escritores utilizan largas oraciones que saltan de un pensamiento hacia otro y en algunas ocasiones, evitan utilizar signos de puntuación para no romper la asociación de ideas y reproducir el tempo real de la psique humana. En su forma más extrema se denomina flujo o corriente de conciencia.
Antonomasia.
Sinécdoque que consiste en sustituir el nombre propio por el apelativo o viceversa: “un Nerón” por ‘un déspota’. Familiarmente, que reúne las características esenciales del grupo al que pertenece. Por ej. “El judaísmo es la religión monoteísta por antonomasia”.
Parábola.
Narración simbólica o alegoría en forma narrativa, como las que utilizó Jesucristo para predicar y aparecen recogidas en los evangelios. Si contiene sentido moral o parenético se denomina apólogo, mientras que se reserva la denominación parábola en el siglo XX a los relatos simbólicos que no tienen sentido o tienen sentido filosófico o existencial, como las parábolas de Franz Kafka:
LA PARTIDA.
Ordené que trajeran mi caballo del establo. El sirviente no entendió mis órdenes. Así que fui al establo yo mismo, le puse silla a mi caballo, y lo monté. A la distancia escuché el sonido de una trompeta, y le pregunté al sirviente qué significaba. Él no sabía nada y nada escuchó. En el portal me detuvo y preguntó: “¿A dónde va el patrón?” “No lo sé”, le dije, “simplemente fuera de aquí, simplemente fuera de aquí. Fuera de aquí, nada más, es la única manera en que puedo alcanzar mi meta”. “¿Así que usted conoce su meta?”, preguntó. “Sí”, repliqué, “te lo acabo de decir. Fuera de aquí, esa es mi meta”.
Los antiguos griegos y romanos utilizaban los apólogos, especialmente las fábulas o cuentos de animales, para inculcar en sus hijos la ética pragmática del paganismo, cuyo valor fundamental era la imposibilidad de que los hombres cambien, doctrina fatalista que fue contaminada más tarde por el influjo de las diatribas de los cínicos y estoicos. El cristianismo subvertió esa creencia y convirtió la moralidad del apólogo en una doctrina menos cruel y abierta a la evolución y el cambio. En el siglo XX, la parábola regresa a sus fines fatalistas e intenta desvelar la condición existencial del hombre moderno.

jueves, abril 12, 2007

ORIGEN Y SIGNIFICADO DE LA PALABRA:

Pascua.
Es una de las fiestas más solemnes de los hebreos, Pesah, que celebra la libertad del cautiverio de Egipto. La conmemoración se prolonga durante siete días en el mes hebreo de Nisan (fuera de Israel, ocho días), y en nuestro calendario corresponde a fechas variables entre marzo y abril. En la Iglesia católica, es la fiesta solemne de la resurrección de Cristo, que se recuerda el domingo siguiente al primer plenilunio posterior al 20 de marzo. Oscila entre el 21 de marzo y el 25 de abril.
Pascua es una de las palabras más antiguas que han llegado hasta nosotros. Nacida como pesah en el antiguo pueblo de Israel, pasó al griego como paska, por cruce con el latín pascuum (lugar de pastura, en alusión al fin del ayuno). La voz griega pasó al latín como pascha, que en latín vulgar se convirtió en pascua, como llegó al español. En lengua hebrea, pesah significa ‘saltear’ o ‘pasar por alto’, en referencia al hecho de que el ángel exterminador enviado por Jehová salteó las casas de los judíos, cuyas puertas habían sido marcadas por orden divina.
La primera documentación del uso de esta palabra en nuestro idioma data de 1090. En tiempos modernos, se ha usado también para designar en español a la Navidad, aunque este uso no se repite en otras lenguas romances, ni siquiera peninsulares, excepto en el italiano pasqua minore.

miércoles, abril 11, 2007

Ironía como recurso semántico.

Con la ironía se afirma lo que no se piensa, escondiéndolo de quien no llega a entenderlo, unas veces para rehuir el castigo o reprobación, otras veces por afecto respetuoso, otras por no herir ni suscitar discusiones y las más de las ocasiones por burla y afán de superioridad, como cuando dijo Pilatos “Salve, rey de los judíos”.
Francisco Umbral afirma que “la ironía es la ternura de la inteligencia”. Designa de la forma intencionada ya expuesta personas o cosas con nombres que significan lo contrario de lo que son, o con expresión que significa lo contrario de lo que se quiere o pretende decir. Ej. “¡Vaya angelito!” Cuando se emplea en forma amarga o cruel se llama sarcasmo:
En los ejemplos más extremos, éste puede llegar incluso a degradar a ofensor y a ofendido, por el pathos de que va impregnado.
Así, para expresar su desprecio por la actriz Joan Crawford, Bette Davis recurrió a este elaborado sarcasmo: “No me mearía en ella si estuviese ardiendo”.
Con frecuencia de la ironía se sigue una explicación que la atenúa o de algún modo la subraya: Comieron una comida eterna, sin principio ni fin… F. de Quevedo, Buscón.
Muchos poetas líricos hay que no han visto en su vida una lira, ni siquiera traducida del italiano, es decir, una peseta. Clarín, Sermón perdido Madrid: Librería de Fernando Fe, 1885.
Otras veces la ironía prescinde abiertamente de explicaciones y se constituye en el tono de un texto, de forma que sirve para subrayar como presuposición una actitud o ideología del escritor que le interesa inculcar en quien le lee, y mediante un uso continuado de la misma llega incluso a invertir la realidad hasta formular el tópico del “mundo al revés”.
Así por ejemplo en Ambrose Bierce:
Una mañana de junio de 1872, muy temprano, asesiné a mi padre, acto que me impresionó mucho en esa época. Esto ocurrió antes de mi casamiento, cuando vivía con mis padres en Wisconsin. Esa tarde fui a ver al jefe de Policía, le conté lo que había hecho y le pedí consejo. Me hubiera resultado muy penoso que los acontecimientos tomaran estado público. Mi conducta hubiera sido unánimemente condenada y los periódicos la usarían en mi contra si alguna vez obtenía un cargo de gobierno. El Jefe comprendió la fuerza de estos razonamientos, él era también un asesino de amplia experiencia. Después de consultar con el juez que presidía la Corte de Jurisdicción Variable, me aconsejó esconder los cadáveres en una de las bibliotecas, suscribir un fuerte seguro sobre la casa y quemarla. Cosa que procedí a hacer Ambrose Bierce, Cuentos.
Un senador de Kansas pasó junto a una pastilla de jabón sin reconocerla, pero ésta insistió en pararlo y estrechar su mano. Pensando que podría hallarse en disfrute de la inmunidad parlamentaria, le dio un franco y largo apretón. Al marcharse observó que parte del jabón se había quedado adherido a su mano y, alarmado, corrió a un arroyo cercano para lavársela. Al hacerlo no le quedó más remedio que usar su otra mano también, de modo que, al terminar, ambas estaban tan limpias que inmediatamente se metió en la cama y mandó llamar a un médico… Ambrose Bierce, Fábulas fantásticas.

El mundo al revés de Eduardo Galeano:

"... Las posibilidades de que un banquero que vacía un banco pueda disfrutar, en paz, del fruto de sus afanes son directamente proporcionales a las posibilidades de que un ladrón que roba un banco vaya a parar a la cárcel o al cementerio...

Los pistoleros que se alquilan para matar realizan, en plan minorista, la misma tarea que cumplen, en gran escala, los generales condecorados por crímenes que se elevan a la categoría de glorias militares. Los asaltantes, al acecho en las esquinas, pegan zarpazos que son la versión artesanal de los golpes de fortuna asestados por los grandes especuladores que desvalijan multitudes por computadora. Los violadores que más ferozmente violan la naturaleza y los derechos humanos, jamás van presos. Ellos tienen las llaves de las cárceles. En el mundo tal cual es, mundo al revés, los países que custodian la paz universal son los que más armas fabrican y los que más armas venden a los demás países; los bancos más prestigiosos son los que más narcodólares lavan y los que más dinero robado guardan; las industrias más exitosas son las que más envenenan el planeta; y la salvación del medio ambiente es el más brillante negocio de las empresas que lo aniquilan. Son dignos de impunidad y felicitación quienes matan la mayor cantidad de gente en el menor tiempo, quienes ganan la mayor cantidad de dinero con el menor trabajo y quienes exterminan la mayor cantidad de naturaleza al menor costo.
Caminar es un peligro y respirar es una hazaña en las grandes ciudades del mundo al revés. Quien no está preso de la necesidad, está preso del miedo: unos no duermen por la ansiedad de tener las cosas que no tienen, y otros no duermen por el pánico de perder las cosas que tienen. El mundo al revés nos entrena para ver al prójimo como una amenaza y no como una promesa, nos reduce a la soledad y nos consuela con drogas químicas y con amigos cibernéticos. Estamos condenados a morirnos de hambre, a morirnos de miedo o a morirnos de aburrimiento, si es que alguna bala perdida no nos abrevia la existencia. El mundo al revés/ Galeano Eduardo.

lunes, abril 09, 2007

El Eufemismo.

Sustitución de una palabra o frase por otra para disimular la crudeza, vulgaridad o gravedad de la original, es decir, dulcificación.
Es el mecanismo opuesto al disfemismo o la demonización, en tanto que intenta hacer pasar o tolerar algo intrínsecamente malo:
Interrupción voluntaria del embarazo / Aborto.
Darles un paseo / Ejecución.
En la guerra los daños colaterales / Muerte de civiles.
Relaciones impropias / Adulterio.
Desaconsejar / Prohibir.
El Recluso o interno / Preso.
Establecimiento penitenciario / Cárcel.
Limpieza étnica / Matanza racista.
El lenguaje coloquial lo utiliza para esquivar realidades que impresionan fuertemente a los seres humanos: la muerte, la locura y el sexo.
Un ejemplo de esta dulcificación es que la palabra “cadáver” queda proscrita y en su lugar hay que referirse a “cuerpo”. También se evita tener que decir “morir” y parece más fino referirse a que las personas “fallecen”, aunque sea de forma violenta. Los “muertos” en un accidente o atentado no son tales sino “víctimas”.
A las realidades anteriores se añaden también hechos desagradables u ofensivos, como las bajas funciones corporales o lo estéticamente feo; sin embargo, existen razones no sólo psicológicas, sino sociales que impulsan el eufemismo. El zapatero, por ejemplo, pondrá de letrero a su establecimiento “clínica del calzado”, y el panadero llamará orgullosamente a su panadería “boutique del pan”, y el delegado de limpieza o de basuras es todo un “jefe del área de eliminación de residuos sólidos urbanos”.
Especialmente sensible es el lenguaje de la publicidad: así, por los anuncios de aparatos gimnásticos puede uno enterarse de que no tenemos ni siquiera nalgas, sino glúteos, que alguien también llamó eufemísticamente donde la espalda pierde su nombre o hipocorísticamente (infantilmente) pompis.
Otros ejemplos:
Pasar a mejor vida / Morirse.
Padecer de los nervios / Estar loco.
La técnica para expresar este disimulo y evadir el rechazo o incomodidad en quien habla y/o escucha puede ser semántica o formal.
Así existen prodedimientos semánticos como la sinonimia (purgar por ‘reprimir’), el circunloquio y la perífrasis (persona de movilidad reducida por ‘tullido’), la sinécdoque (vientre por ‘sexo’), la antonomasia meliorativa (carrera u oficio por ‘prostitución’), la metáfora (báculo por ‘pene’), el cultismo (Euménide por ‘Furia’), el infantilismo, que Cela denomina ñoñismo (pipí por ‘orina’), la antífrasis (pacificación por ‘aplastamiento militar’), la litote (no apto por ‘suspenso’), la negación (invidente por ‘ciego’), el tecnicismo o el extranjerismo (water, toilette por ‘cagadero’), el uso de expresiones comodín como “eso” o “aquello que te dije” etc…
En el lenguaje político y, por contagio de éste, en el periodístico, es frecuente hallar el llamado eufemismo de lo “políticamente correcto”.
Por ejemplo, al salario justo se ha llamado sucesivamente salario suficiente, salario familiar, salario vital, salario mínimo y salario razonable.
Después de estas explicaciones, puede usted agragar a la lista todos los eufemismos políticos, sociales y formales que conoce, sobre todo en un país donde existen niños de la patria, gente de escasos recursos, dignificados de Vargas... Agregue los suyos.

miércoles, abril 04, 2007

EL OXÍMORON - ¿NEO FOLKLORE?

Música Callada, es el título del artículo que nos brinda Edmundo Bracho en la página 19, críticas y escenas en El Nacional del día; 01/04/07. Versa dicho escrito sobre el Neo-Folklore, esa mezcla musical que escuchamos a diario en la radio y de la cual sólo sabemos que surge de añadirle ritmos nuevos y tecno electrónica a temas musicales venezolanos, criollísimos, que en su momento fueron muy exitosos y en la actualidad son maquillados para difundirlos bajo la venia de la Ley Resorte.
"El oxímoron aquí bypasea al mismo rigor de la ley. Porque de tradicional venezolano nada tiene el minimal techno o la indietrónica. Quizá el neo - folklore nos esté comentando nuestra incapacidad como cultura de masas de concentrarnos en nuestro propio presente, y el puqui-pá sea el mejor fondo sonoro para nuestra desmemoriada indolencia"
Entrando en materia de lenguaje; sobre el oxímoron como recurso estilístico semántico tenemos:
Del griego oxymoron, figura retórica que une en un solo sintagma dos palabras de significado opuesto:
Que tiernamente hieres (San Juan de la Cruz).
La música callada (San Juan de la Cruz).
Sosiega un poco, airado temeroso
humilde vencedor, niño gigante
cobarde matador, firme inconstante
traidor leal, rendido vitorioso.
Déjame en paz, pacífico furioso,
villano hidalgo, tímido arrogante,
cuerdo loco, filósofo ignorante,
ciego lince, seguro cauteloso… Lope de Vega, Rimas.
Entiendo lo que me basta
y solamente no entiendo
cómo se sufre a sí mismo
un ignorante soberbio... Lope de Vega.
Es hielo abrasador, es fuego helado. F. de Quevedo.
Lo fugitivo permanece y dura. F. de Quevedo.
Y mientras con gentil descortesía
mueve el viento la hebra voladora… Luis de Góngora.
Los gnósticos hablaron de una luz oscura. J.L. Borges.
Mis libros están llenos de vacíos. A. Monterroso.

Todo iba como una seda para aquella feroz hormiga,
cuando de súbito le afligió el cielo con tremenda desgracia… B. Pérez Galdós, Torquemada en la hoguera.
Jorge Luis Borges escribía cuentos en los que la estructura misma y el estilo era un puro oxímoron, traspuesto incluso en los títulos: Historia de la eternidad, El milagro secreto, El impostor inverosímil Tom Castro, El Incivil Maestro de Ceremonias Kotsuké no Suké, El Asesino Desinteresado Bill Harrigan, El Atroz Redentor Lazarus Morell…
Existen también formas del oxímoron que se relacionan con el contexto pragmático de la lengua y con el teatro de forma que se crea el efecto estilístico de la ironía. Esto ocurriría cuando un término suave o cortés se contrapone a una acción violenta de naturaleza extralingüística, como señala Fernando Sorrentino en “El oxímoron en acción”, Literalia, núm. 8 (2003).
Para finalizar les ofrezco los ejemplos que adornan el artículo sobre el Neo- Folklore de Edmundo Bracho:
Está el rabipelao primoroso. O el dinosaurio moderno. O el desierto lluvioso, el fuego helado y la luz oscura. Cada uno es un oxímoron... Ya muchos quisiéramos que no se utilizara el recurso del oxímoron para elaborar "golpes democráticos" o "pluralidad unipartidista".

lunes, abril 02, 2007

¿Todo cuento es un cuento chino?

POR: Gabriel García Márquez.
Escribir una novela es pegar ladrillos. Escribir un cuento es vaciar en concreto. No sé de quién es esa frase certera. La he escuchado y repetido desde hace tanto tiempo sin que nadie la reclame, que a lo mejor termino creyendo que es mía. Hay otra comparación que es pariente pobre de la anterior: el cuento es una flecha en el centro del blanco y la novela es cazar conejos. En todo caso esta pregunta del lector ofrece una buena ocasión para dar vueltas una vez más, como siempre, sobre las diferencias de dos géneros literarios distintos y sin embargo confundibles. Una razón de eso puede ser el despiste de atribuirle las diferencias a la longitud del texto, con distinciones de géneros entre cuento corto y cuento largo. La diferencia es válida entre un cuento y otro, pero no entre cuento y novela. El cuento más corto que conozco es del guatemalteco Augusto Monterroso, reciente premio Príncipe de Asturias. Dice así: "Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí". Nada más.
Hay otro de Las mil y una noches, cuyo texto no tengo a la mano, y que me produce retortijones de envidia. Es el cuento de un pescador que le pide prestado un plomo para su red a la mujer de otro pescador, con la promesa de regalarle a cambio el primer pescado que saque, y cuando ella lo recibe y lo abre para freírlo le encuentra en el estómago un diamante del tamaño de una almendra. Más que el cuento mismo, alucinante por su sencillez, éste me interesa ahora porque plantea otro de los misterios del género: si la que presta el plomo no fuera una mujer sino otro hombre, el cuento perdería su encanto: no existiría. ¿Por qué? ¡Quién sabe! Un misterio más de un género misterioso por excelencia.
Las Novelas ejemplares de Cervantes son de veras ejemplares, pero algunas no son novelas. En cambio Joseph Conrad escribió Los duelistas, un cuento también ejemplar con más de ciento veinte páginas, que suele confundirse con una novela por su longitud. El director Ridley Scott lo convirtió en una película excelente sin alterar su identidad de cuento. Lo tonto a estas alturas sería preguntarnos si a Conrad le habría importado un pito que lo confundieran. La intensidad y la unidad interna son esenciales en un cuento y no tanto en la novela, que por fortuna tiene otros recursos para convencer. Por lo mismo, cuando uno acaba de leer un cuento puede imaginarse lo que se le ocurra del antes y el después, y todo eso seguirá siendo parte de la materia y la magia de lo que leyó.
La novela, en cambio, debe llevar todo dentro. Podría decirse, sin tirar la toalla, que la diferencia en última instancia podría ser tan subjetiva como tantas bellezas de la vida real. Buenos ejemplos de cuentos compactos e intensos son dos joyas del género: "La pata de mono", de W.W. Jacobs, y "El hombre en la calle", de Georges Simenon. El cuento policíaco, en su mundo aparte, sobrevive sin ser invitado porque la mayoría de sus adictos se interesan más en la trama que en el misterio. Salvo en el muy antiguo y nunca superado Edipo rey, de Sófocles, un drama griego que tiene la unidad y la tensión de un cuento, en el cual el detective descubre que él mismo es el asesino de su padre. El cuento parece ser el género natural de la humanidad por su incorporación espontánea a la vida cotidiana. Tal vez lo inventó sin saberlo el primer hombre de las cavernas que salió a cazar una tarde y no regresó hasta el día siguiente con la excusa de haber librado un combate a muerte con una fiera enloquecida por el hambre. En cambio, lo que hizo su mujer cuando se dio cuenta de que el heroísmo de su hombre no era más que un cuento chino pudo ser la primera y quizás la novela más larga del siglo de piedra. No sé qué decir sobre la suposición de que el cuento sea una pausa de refresco entre dos novelas, pero podría ser una especulación teórica que nada tiene que ver con mis experiencias de escritor. Tanteando en las tinieblas me atrevería a pensar que no son pocos los escritores que han intentado los dos géneros al mismo tiempo y no muchas veces con la misma fortuna en ambos. Es el caso de William Somerset Maugham, cuyas obras -como las de Hemingway- son más conocidas por el cine. Entre sus cuentos numerosos no se puede olvidar "P&O" -siglas de la compañía de navegación Pacific and Orient- que es el drama terrible y patético de un rico colono inglés que muere de un hipo implacable en mitad del océano Índico. Ernest Hemingway es un caso similar. Tan conocido por el cine como por sus libros, podría quedarse en la historia de la literatura sólo por algunos cuentos magistrales. Estudiando su vida se piensa que su vocación y su talento verdaderos fueron para el cuento corto. Los mejores, para mi gusto, no son los más apreciados ni los más largos. Al contrario, dos de ellos son de los más cortos -"Un canario para regalo" y "Un gato bajo la lluvia"-, y el tercero, largo y consagratorio, "La breve vida feliz de Francis Macomber".
Sobre la otra suposición de que el cuento puede ser un género de práctica para emprender una novela, confieso que lo hice y no me fue mal para aprender a escribir El otoño del patriarca. Tenía la mente atascada en la fórmula tradicional de Cien años de soledad, en la que había trabajado sin levantar cabeza durante dos años. Todo lo que trataba de escribir me salía igual y no lograba evolucionar para un libro distinto. Sin embargo, el mundo del dictador eterno, resuelto y escrito con el estilo juicioso de los libros anteriores, habrían sido no menos de dos mil páginas de rollos indigestos e inútiles. Así que decidí buscar a cualquier riesgo una prosa comprimida que me sacara de la trampa académica para invitar al lector a una aventura nueva. Creí haber encontrado la solución a través de una serie de apuntes e ideas de cuentos aplazados, que sometí sin el menor pudor a toda clase de arbitrariedades formales hasta encontrar la que buscaba para el nuevo libro. Son cuentos experimentales que trabajé más de un año y se publicaron después con vida propia en el libro de La cándida Eréndira: "Blacamán el bueno vendedor de milagros", "El último viaje del buque fantasma", que es una sola frase sin más puntuación que las mínimas comas para respirar, y otros que no pasaron el examen y duermen el sueño de los justos en el cajón de la basura. Así encontré el embrión de El otoño..., que es una ensalada rusa de experimentos copiados de otros escritores malos o buenos del siglo pasado. Frases que habrían exigido decenas de páginas están resueltas en dos o tres para decir lo mismo, saltando matones, mediante la violación consciente de los códigos parsimoniosos y la gramática dictatorial de las academias. El libro, de salida, fue un desastre comercial. Muchos lectores fieles de Cien años... se sintieron defraudados y pretendían que el librero les devolviera la plata. Para colmo de peras en el olmo la edición española se desbarataba en las manos por un defecto de fábrica, y un amigo me consoló con un buen chiste: "Leí el otoño hoja por hoja". Muchos persistieron en la lectura, otros la lograron a medias y con el tiempo quedaron suficientes cautivos para que no me diera pena seguir en el oficio. Hoy es mi libro más escudriñado en universidades de diversos países, y las nuevas generaciones pueden leerlo como si fuera el crepúsculo de un Tarzán de doscientos años. Si alguien protesta y lo tira por la ventana es porque no le gusta pero no porque no lo entienda. Y a veces, por fortuna, no ha faltado alguien que lo recoja del suelo.

domingo, abril 01, 2007

ANTICLÍMAX, SINÉCDOQUE, METONIMIA...

Siguiendo con los recursos estilísticos semánticos que nos brinda el mundo de la retórica y la literatura; vamos a conocer un poco sobre el anticlímax, la recapitulación, la metonimia y la sinécdoque.
ANTICLÍMAX.
Cerrar una composición o párrafo con lo contrario a lo esperado, de forma negativa para el autor, aunque por lo general se hace para preparar mejor un clímax posterior desarmando la hostilidad del público con una autoinculpación captando su benevolencia; otras veces se utiliza conscientemente como burla, de forma paródica, para evitar los finales acostumbrados:
Y en este monte y líquida laguna,
para decir verdad como hombre honrado,
jamás me sucedió cosa ninguna. Lope de Vega.
RECAPITULACIÓN.
Reunión o síntesis resumida, por lo general al final de un texto, de diversas ideas o hechos diseminados y desarrollados anteriormente. Es una de las técnicas narrativas de Cervantes, que le sirve para que el lector no pierda el hilo de la narración ni la relación de unos hechos con otros. En la lírica es un recurso típico del manierismo.
METONIMIA.
De “meta”: detrás y el gr. “ónoma”: nombre; tropo que consiste en designar la parte por la parte o, como afirma Jakobson, la sustitución de un término por otro que presenta con el primero una relación de contigüidad espacial, temporal o causal, a diferencia de la sinécdoque, en que la relación es de inclusión. Mientras que en la metáfora la relación entre los dos términos es paradigmática (los dos términos pertenecen a campos semánticos diferentes) en la metonimia la sustitución es sintagmática.
Existen varios tipos:
a) Efecto por la causa:“Mi dulce tormento”, por mi mujer.
“Son de abril las aguas mil” (A. Machado) .
b) La causa por el efecto:“Cuando se clavan tus ojos en un invisible objeto…” (Bécquer).
“Cuando las estrellas clavan rejones al agua gris” (Lorca), lo que clavan son rayos en el agua.
c) Lo físico por lo moral: “Hay en mis venas gotas de sangre jacobina” A. Machado.
d) La materia por la obra: “Fio… su vida a un leño” (Góngora) = barco.
e) Continente por contenido: “Tomar una copa de vino” .
f)Lo abstracto por lo concreto: “La Santidad de Pío IX” (Valle-Inclán).
Hacéis de la esperanza anatomía (Lope de Vega, hablando de los pleitos. Anatomía significaba también ‘esqueleto’) .
g) Lo concreto por lo abstracto: “Respetar sus canas” (su vejez).
“Tener buena cabeza” (inteligencia).
“Tener buena estrella” (suerte).
“Ganarás el pan con el sudor de tu frente” (trabajo).
“La ágil pluma del periodista” (estilo).
El instrumento por su utilizador: “Un primer espada”,
“el segundo violín”, “El espadón de Loja” (Narváez) .
h) El autor por la obra: “Leyó a Virgilio”.
“Compró un Barceló en una subasta” .
"Tiene un Picasso en la pared"
i) El lugar de procedencia por el objeto: “El Burdeos me gusta más que el Montilla”.
j) El epónimo por la cosa: “Porque es la Virgen de la Paloma” (El día de la fiesta) .
SINÉCDOQUE.
Tropo muy frecuentado en el siglo XVIII que consiste en designar un todo entero por una de sus partes o viceversa, pero siempre que ambos elementos se relacionen por inclusión y no, como ocurre con la metonimia, por contigüidad.
Existen como en esta varios tipos:
a) La parte por el todo: vela por nave, alma por habitante, cabeza por animal… “Odia los tricornios” = La Guardia Civil, la autoridad. “Le escribiré unas letras (una carta)” .
b) El todo por la parte: “España (el equipo de España) ganó a (el equipo de) Francia”. “La ciudad (sus habitantes) se amotinó”.
c) Palabra más general por la más particular: trabajador por obrero, felino por tigre.
d) El género por la especie: “Bruto” por “caballo”.
e) La especie por el género: “Ganarse _el pan_” por “ganarse la comida” .
f) El singular por el plural: “El inglés es flemático, el español colérico”.
g) El plural por el singular: “Los oros de las Indias” .
h) La materia por el objeto: “Fiel acero toledano” por espada.
i) Lo abstracto por lo concreto “La Caridad es sublime”.
“La juventud es rebelde”.
“Las tropas no respetaron sexo ni edad” .
j) El signo por la cosa representada: “Mensaje de _la Corona_” por mensaje del Rey.
k) La especie por el individuo: “lOS HUMANOS (los astronautas) fueron a la luna”.
Si designa a un nombre común por uno propio o viceversa, se denomina antonomasia: Ni un seductor Mañara ni un Bradomín he sido… A. Machado.
Lo explicaremos en el próximo artículo sobre recursos semánticos en el lenguaje.