miércoles, enero 31, 2007

CAPACIDAD MÁXIMA.

"Entren que caben cien..."
Con una intrigante campaña publicitaria, capacidad máxima logró captar la atención de centenares de bitácoras, invadidas por extrañas invitaciones a un Ciber-happening en un ascensor, no apto para claustrofóbicos e incontinentes en general (no hay baño dentro del ascensor, ¿no?, y el asunto podría hacer aguas y no se trata del Titanic).
Las invitaciones eran exclusivas y excluyentes, puesto que; no tendríamos que toparnos por allí ni con Bush padre e hijo, ni Raúl Amundaray & Lupita Ferrer—Osmel Sousa & Joaquín Riviera, ellos pertenecían, entre muchos, a la lista de no invitados.
Las visitas frecuentes del invasor, sin nombre; generaron las incógnitas, el suspenso y la tensión necesarias para que muchos (as) se molestaran, otros (as) dieran rienda suelta a la imaginación y hasta hicieran solicitudes, como las de encontrarse por allí encerradas con Brad Pitt.
A todas estas, el gran día llegó y en la bitácora: http://capacidadmaxima.blogspot.com/ Javier Miranda-Luque, nos esperaba con el libro homónimo de la bitácora.
Con frases muy elocuentes de agradecimiento y hasta cierta disculpa, el escritor; nos recibe en su página que sigue siendo un misterio, hasta que leamos el libro.
Lo cierto es que con la frase: “Nadie que valga ejerce la prudencia”(Juana Salabert).
Nos invita a descubrir el encuentro, entre Ernesto Zambrano y Pacífica López de Serrano, atrapados en uno de los ascensores más antiguos de Caracas.
El libro se consigue en la librerías Kuaimare, fue editado por Ediciones El perro y la rana.
Si desean saber un poco más del escritor, visiten sus bitácoras: escribo en tus ojos, blogueo y luego existo y la atrevida invasora capacidad máxima.
Un abrazo de bienvenida a este y otros tantos libros por esta aventura de descubrir los sueños y vivencias de personajes y escritores que como nosotros, blogueros, escribidores, soñadores, constructores, críticos, abrimos puertas a mundos tan diversos como inverosímiles: palpables, vivibles, transitables, o todo lo contrario porque la imaginación da para todo.

APRENDAMOS EL SIGNIFICADO.

Inescrutable.
‘Que no se puede saber ni averiguar’: «Su postura seguía siendo un misterio inescrutable» (Olivera Enfermera [Méx. 1991]).
Es incorrecta la grafía inexcrutable.
honoris causa.
Loc. lat. que significa literalmente ‘por razón o causa de honor’.
Se aplica a la distinción o título, generalmente un doctorado, que se concede como reconocimiento a los méritos de la persona, sin que esta tenga que efectuar prueba alguna para conseguirlo:
«¿Sabía usted que Trujillo, aquel pedazo de analfabeto, fue nombrado doctor honoris causa por la Universidad de Pittsburgh?» (VqzMontalbán Galíndez [Esp. 1990]).
Se recomienda escribir ambos términos con minúscula inicial.
En el lenguaje jurídico se aplica al aborto efectuado para salvaguardar la honra de la madre: «Las mujeres que habiendo interrumpido voluntariamente su embarazo se acogen durante su defensa al aborto honoris causa» (Hoy [Chile] 18-24.11.96).
Omóplato u omoplato.
‘Hueso de la espalda’.
Tiene dos acentuaciones válidas: la esdrújula omóplato, acorde con la del étimo latino, y la llana omoplato [omopláto], acorde con la del étimo griego. Es preferible la forma esdrújula por ser mayoritaria en el uso.
Son incorrectas las grafías con h- homóplato u homoplato.
Flagrante.
1. ‘Evidente, que no admite refutación’: «Las actividades de los siete barcos kuwaitíes constituyen “[...] una prueba flagrante de su creciente apoyo al régimen iraquí”» (País [Esp.] 1.6.87); y ‘[delito] que se descubre mientras se está cometiendo’: «Los diputados [...] no pueden ser detenidos salvo en el caso de delito flagrante» (Mundo [Esp.] 26.1.94). Existe también, con este último sentido, la forma fragrante: «¿Qué es un delito fragrante?» (Hoy [Chile] 6-12.10.97), de uso minoritario y, por tanto, desaconsejable.
Estas formas no deben confundirse hoy con fragante (‘oloroso’).
2. en flagrante.
Como locución adverbial equivalente a in fraganti, es muy poco frecuente, a pesar de ser la verdadera adaptación al español de la expresión latina original in flagranti (delicto): «Incidentes filmados casi en flagrante» (Paranaguá Ripstein [Méx. 1997]).
In fraganti.
Locución originada por deformación de la expresión jurídica latina in flagranti (delicto), que significa ‘en el mismo momento en que se comete un delito o, por extensión, cualquier acción censurable’: «Se había instalado aquí cerca [...] con objeto de espiar a su mujer y sorprenderla in fraganti» (Landero Juegos [Esp. 1989]). Se usa con preferencia a las locuciones de sentido análogo en flagrante y en fragante.
No son correctas las formas en fraganti, in fragante ni in fragranti.
A partir de la locución, se ha creado el adverbio simple infraganti, cuyo uso se considera válido: «Yo los había sorprendido infraganti» (CInfante Habana [Cuba 1986]).
Flácido -da.
‘Flojo o sin consistencia’. La forma etimológica fláccido (del lat. flaccidus), aún mayoritaria en la escritura, es válida, pero resulta preferible, por su simplicidad gráfica y articulatoria, la forma flácido. Lo mismo cabe decir de los sustantivos flacidez y flaccidez.

lunes, enero 29, 2007

Uso de la “Y” y de la “LL”.

El fonema vocálico i puede ser representado por las letras i e y.

A diferencia de i, que solo representa el fonema vocálico i de idea, cielo o caiga, la letra y representa también el fonema palatal sonoro de yema.

En la pronunciación yeísta, la letra ll, que representa el fonema lateral palatal de llave, se articula con la misma pronunciación que la letra y, es decir, como el fonema palatal sonoro de yunque.

De manera que las personas yeístas pronuncian igual haya y halla. No se hace distinción entre los sonidos ll e y.

Esto explica las dificultades que ofrece la escritura de las palabras que contienen alguna de estas letras.

LETRA Y.

La Y es la vigésimo sexta letra del alfabeto español y es la vigésimo primera consonante.

Su nombre es: i griega o ye.

Proviene de la letra griega ípsilon, que se pronunciaba como u, más tarde como y (como la u francesa o la ü alemana) y actualmente i.

En matemáticas se emplea para designar la segunda variable de un sistema de ecuaciones, o la variable dependiente de una función.

En genética, designa el cromosoma sexual masculino.

En el castellano puede representar dos fonemas distintos: uno equivalente al representado por la letra i en palabras como muy, estoy o y; otro consonántico, el fonema palatal sonoro, en palabras como reyes, yate, hoyo.

En 1726 se separan los usos de las íes latina y griega: decide que la i latina se use sólo como vocal, aunque todavía hoy es posible leer el letrero Yglesia, en las fachadas de algunas iglesias. Algunos apellidos, como Ybarra, han guardado la antigua grafía.

Se escriben con Y: Las palabras que terminan con el sonido correspondiente a i precedido de una vocal con la que forma diptongo, o de de dos con las que conforma triptongo.

Ejemplos: ay, estoy, Bombay, buey, ley, rey, convoy, soy, Godoy, muy, Uruguay, etc. Excepciones: algunas como saharaui o bonsái.

La conjunción copulativa y.

Ejemplos: Juan y María, cielo y tierra.

Observación: Esta conjunción toma la forma e ante una palabra que empiece por el fonema vocálico correspondiente a i (como en ciencias e historia, catedrales e iglesias), salvo si esa i forma diptongo (cobre y hierro, estratosfera y ionosfera).

Las palabras que tienen el sonido palatal sonoro ante vocal, y especialmente:

1. Cuando sigue a los prefijos ad-, dis-, sub-Ejemplos: adyacente, disyuntivo, subyacer.

2. En algunas formas de los verbos caer, raer, creer, leer, poseer, proveer, sobreseer, y

de los verbos acabados en -oir y -uir Ejemplos: cayeran, leyendo, oyó, concluyo, atribuyera.

3. Palabras que contiene las sílaba yec.Ejemplos: abyecto, proyección, inyectar.

4. Los plurales de los nombres que terminan en y en singular (rey/reyes).

5. El gerundio del verbo ir: yendo.

LETRA LL (dígrafo).

Antiguamente se escribían con ll, según su procedencia griega o latina, palabras como Sibilla, Hellesponto, Gallia, Marcello y Póllux, dando lugar a que algunos pronunciaran estas palabras con el sonido lateral palatal de llave y a que aún hoy algunos digan o lean de esa manera Caracalla.

(El dígrafo ll representa el fonema lateral palatal de valla, calle, allí, caballo).

Se escriben con LL:

Las palabras de uso general terminadas en -illa e -illo.

Ejemplos: mesilla, costilla, cigarillo.

La mayor parte de los verbos terminados en -illar, -ullar y -ullir.

Ejemplos: abarquillar, apabullar, bullir.

Verbos terminados en llar y sus conjugaciones.

Ejemplos: callar, sellar, trillar.

Excepciones: rayar, payar entre otros.

Antes y después de la i, como en las palabras cepillo y aullido.

Desde un punto de vista no yeísta la regla es simple:Se escribe "ll" cuando se pronuncia "ll" y se escribe "y" cuando se pronuncia "y".

Estas son algunas palabras homónimas que se pueden escribir de las dos maneras: con LL y con Y. El contexto en el cual se usen indicará qué letra debemos ocupar.

Arroyo - Río pequeño.

Arrollo - de arrollar.

Ayes - quejidos.

Halles - de hallar, encontrar.

Cayado - bastón.

Callado - de callar, silenciar.

Cayó - de caer, tropezar.

Calló - de callar, silenciar.

Desmayar - desfallecer.

Desmallar - de malla, red.

Hoya - de hoyar (Hacer hoyos en la tierra para sembrar alguna planta)

Olla – recipiente para cocinar o calentar alimentos

Huya - de huir.

Hulla - carbón.

Rayar - hacer rayas.

Rallar - desmenuzar.

Vaya - de ir.

Valla - cercado.

viernes, enero 26, 2007

Uso de la "b" y de la "v".

Las letras b y v representan un mismo sonido, aunque en algunas zonas de España y Latinoamérica la v se pronuncia como labiodental fricativa sonora, como ocurre en francés o en inglés.
En muchas ocasiones, el empleo correcto de estas letras sólo se consigue gracias a la observación y la práctica, pero también existen una serie de reglas de fácil aplicación y memorización que permiten evitar un buen número de faltas ortográficas.
I - Se escriben con b:
Las palabras que en su idioma de origen (latín, árabe, etc.) tienen b o p.
Pueden agruparse aquí: bien, bueno, bondad, bendecir, benemérito, beato, Biblia, biblioteca y todas las relacionadas etimológicamente con ellas, igual que las formadas con el prefijo bi-, equivalente a dos, como bigamia, bipolar.
Por su etimología se escriben con b por ejemplo: cabeza, obispo, lobo, e infinidad de palabras que el uso nos señalará, aunque desconozcamos su procedencia.
Las palabras derivadas o compuestas de otras castellanas que lleven esa letra, según la regla general de que las derivadas se escriben como las primitivas y compuestas, como las simples.
Esta regla tiene sus excepciones impuestas por la pronunciación o simplemente por el uso autorizado. Ej. : bailarín, derivada de baile, y barbirrubio, compuesta de barba y rubio.
Por tener b la palabra riba, se escriben con b ribera, ribazo, Ribadeo, Ribadesella, etc. Existe la voz rivera, que lleva v...
Las que comienzan con las sílabas bu-, bur- y bus-, como bufanda, burla, busto; y las que empiezan con sub-, como subasta y subalterno...
Las terminadas en -bundo, -bunda y -bilidad, como tremebundo, moribunda y amabilidad. Se exceptúan movilidad y sus compuestos y civilidad...
Todos los tiempos de los verbos deber, beber y sorber y sus compuestos...
Todos los tiempos de los verbos cuyos infinitivos terminen en -aber, como haber, saber y caber; en -bir, como escribir, recibir, y en -buir, como distribuir.
Las únicas excepciones son: precaver, hervir, servir y vivir, y sus compuestos (convivir, sobrevivir, etc.).
Las desinencias o terminaciones -ba, -bas, -bamos, -bais y -ban de los pretéritos imperfectos de indicativo correspondientes a los verbos de la primera conjugación, como lloraba, estudiabas, danzábamos, mirabais, fumaban...
El pretérito imperfecto de indicativo de ir: iba, ibas, etc...
La letra final de toda palabra que acaba con el sonido b, como Jacob, baobab...
Las sílabas bra, bre, bri, bro,bru, bla, ble, bli, blo, blu y cualquier otro caso en que el sonido b preceda a otra consonante. Ej. : bloque, desbrozar, obnubilar, obstrucción.
.II - Se escriben con v:
Las palabras cuya procedencia o etimología así lo requiera, como convivencia, valenciano, párvulo.
Pueden agruparse aquí las palabras compuestas formadas con el prefijo vice- (que indica que la persona puede hacer las veces de otra), como vicealmirante, vicepresidente; los nombres de lugares geográficos que empiezan con villa-, villar-, vila-, como Villafranca, Villalba, Villarcayo, Vilaboa, y los también compuestos con valle-, vall- o val-, como Vallehermoso, Valparaíso, Valladolid...
Las que empiezan con las sílabas ad, cla, di, pri, seguidas de este sonido, como adversidad, clavel, diversión, privilegio, etc. Se exceptúan dibujo y sus derivados.
Las voces terminadas en -viro, -vira y en -ívoro, ívora, como triunviro, Elvira, carnívoro, omnívora. Se exceptúa víbora.

Los adjetivos terminados en -ava -ave -avo -eva -eve -evo -iva -ivo
como: dozava, suave, octavo, nueva, nieve, longevo, diva, superlativo...
Se exceptúan árabe y sus compuestos y sílaba y sus compuestos...
Los tiempos de los verbos cuyos infinitivos no llevan b ni v. Ej.: voy, ve, vais, vayamos, etc., del verbo ir; anduve, anduviste, del verbo andar; estuve, estuviste, del estar; tuve, tuvieron, del tener, etc.
Se exceptúan siempre, como ya sabemos, las desinencias, -ba, -bas, -bamos, -bais y ban, de los pretéritos imperfectos de indicativo...
Los verbos precaver, hervir, servir y vivir y sus respectivos compuestos, desvivir, convivir, sobrevivir, etc. y los terminados en servar, como conservar.
Estas son algunas palabras homónimas que se pueden escribir de las dos maneras: con B y con V.
El contexto en el cual se usen indicará qué letra debemos ocupar. Bienes - pertenencias.
vienes - de venir.
Botar - de arrojar.
Votar - de sufragar.
Rebelar - de rebelión.
Revelar - de dar a conocer.
Bello - de belleza, hermosura.
Vello - pelos.
Extraído de la Gramática Española de J. Alonso del Río - Ediciones Giner .
www.elcastellano.org

jueves, enero 25, 2007

DUDAS CON EL ADVERBIO.

Los adverbios acompañan al verbo (a veces también al adjetivo o a otro adverbio) con el importante objetivo de modificarlo con una serie de situaciones circunstanciales: lugar, tiempo, modo, cantidad, afirmación, negación, duda...
No es extraño que ciertos adverbios coincidan de forma equivalente con los adjetivos.
Naturalmente, la diferencia resulta fácil de percibir si consideramos que el adjetivo afecta siempre al sustantivo y, con frecuencia, presenta modificaciones genéricas y numéricas.
Por el contrario, el adverbio; es invariable y afecta principalmente al verbo. Ej.: "Ha pasado mucho tiempo, pero todavía lo ama mucho."
El primer mucho es adjetivo (afecta al sustantivo tiempo);
el segundo es adverbio (agrega una circunstancia de cantidad a la forma verbal ama).
Frecuentemente se confunde el uso correcto de mucho y demasiado (en su carácter tanto de adjetivos como de adverbios).
Es impropiedad usar demasiado por mucho, por ejemplo: “con demasiado gusto escribo a usted esto”.
Mucho indica la idea de abundancia, gran cantidad, alto grado, gran número... El adverbio demasiado, en cambio, implica el concepto de exceso o demasía, es decir, lo que sobrepasa un nivel de normalidad, lo que está por encima de lo justo, natural o común.
Si afirmamos, por ejemplo, que un automóvil cuesta mucho, estamos manifestando que, en realidad, se trata de un artefacto cuyo precio, de por sí, es alto.
Si decimos, en cambio, que un automóvil cuesta demasiado, estamos afirmando que su precio está por encima de su verdadero valor o utilidad, o bien que excede las posibilidades económicas de alguien para su compra.
Otros casos lo constituyen: Atrás y detrás.
Son adverbios en cuyo uso surgen frecuentes dudas. La diferencia básicamente estriba en que atrás indica dirección hacia y, por consiguiente, se construye por lo general con verbos de movimiento:
"Volvió atrás"; "Se dirigió atrás".
Por el contrario, detrás indica lugar o posición en y se construye con verbos de reposo:
"Estar situado detrás"; "Lo colocó detrás".
Detrás puede preceder a la preposición de y formar la locución detrás de: "Estar detrás de la puerta"; "Ir detrás de los demás".
Atrás, en cambio, no produce correctamente esta frase con de, aunque con cierta frecuencia escuchamos un atrás de, considerado vulgar por los entendidos.
Son igualmente inaceptables las expresiones: detrás mío, detrás suyo, en lugar de detrás de mí, detrás de él.
Es posible que la misión de guardaespaldas del adverbio no sea exactamente proteger la integridad verbal, que nunca va a estar en peligro. Más bien, su función es complementar, mediante el matiz o la connotación circunstancial, la plena vigencia y expresividad del verbo, como alma de la oración.

HUBIERON: USO CORRECTO .

La forma verbal hubieron es la que corresponde a la tercera persona del plural del pretérito perfecto simple o pretérito de indicativo del verbo haber: hube, hubiste, hubo, hubimos, hubisteis, hubieron.
USOS CORRECTOS:
Esta forma verbal se emplea, correctamente, en los casos siguientes:
· Para formar, seguida del participio del verbo que se está conjugando, la tercera persona del plural del tiempo compuesto denominado pretérito anterior o antepretérito de indicativo: hubieron terminado, hubieron comido, hubieron salido.
Este tiempo indica que la acción denotada por el verbo ha ocurrido en un momento inmediatamente anterior al de otra acción sucedida también en el pasado: Cuando todos hubieron terminado, se marcharon a sus casas; Apenas hubieron traspasado el umbral, la puerta se cerró de golpe.
En el uso actual, este tiempo verbal aparece siempre precedido de nexos como cuando, tan pronto como, una vez que, después (de) que, hasta que, luego que, así que, no bien, apenas.
Prácticamente no se emplea en la lengua oral y es hoy raro también en la escrita, pues en su lugar suele usarse, bien el pretérito perfecto simple o pretérito de indicativo (Cuando todos terminaron, se marcharon a sus casas), bien el pretérito pluscuamperfecto o antecopretérito de indicativo (Apenas habían traspasado el umbral, la puerta se cerró de golpe).
· Como forma de la tercera persona del plural del pretérito perfecto simple o pretérito de indicativo de la perífrasis verbal haber de + infinitivo, que denota obligación o necesidad y equivale a la más usual hoy tener que + infinitivo: El director y su equipo hubieron de recorrer muchos lugares antes de encontrar los exteriores apropiados para la película.
USO INCORRECTO:
· No se considera correcto el uso de la forma hubieron cuando el verbo haber se emplea para denotar la presencia o existencia de personas o cosas, pues con este valor haber es impersonal y, como tal, carece de sujeto (el elemento nominal que aparece junto al verbo es el complemento directo) y se usa solo en tercera persona del singular.
Son, pues, incorrectas oraciones como:
Hubieron muchos voluntarios para realizar esa misión.
No hubieron problemas para entrar al concierto;
debe decirse:
Hubo muchos voluntarios para realizar esa misión.
No hubo problemas para entrar al concierto.

miércoles, enero 24, 2007

ORIGEN Y SIGNIFICADO DE LA PALABRA:

Profesor. Los primeros cristianos fueron también los primeros profesores de la historia, porque ‘profesaban’ es decir, declaraban públicamente su fe, aunque pudiera costarles la vida. La palabra se formó a partir del latín profiteri del mismo significado, formada por fateri (confesar), con el prefijo pro- (delante, con el sentido de ‘delante de todos, a la vista’).
A partir de cierta época, un profesor pasó a ser aquel que ‘profesaba’, o sea que declaraba públicamente que poseía conocimientos en determinada área del saber y que podía trasmitirlos.
En el diccionario de Covarrubias (1611) encontramos: Professar algun arte o ciencia, latine profiteri. Professor della, el que la sigue y professa. Pero poco más de un siglo más tarde, en el Diccionario de la Real Academia, el vocablo professor era definido como ‘El que exerce o enseña publicamente alguna facultad, arte ù doctrina’.

lunes, enero 22, 2007

"Cuando se trata de escribir, eres lo que lees"

"Cuando se trata de escribir, eres lo que lees".
Durante una visita a la Web de Aidan Chambers (el más reciente ganador del Premio Andersen) encontramos el texto que presentamos a continuación, hasta ahora inédito en castellano. En un estilo muy semejante a una conversación entre amigos, su autor revela algunas de las claves inherentes al acto de escribir.
El artículo original en inglés se encuentra en el sitio oficial de Aidan Chambers:
El mejor consejo que puedo dar a alguien acerca del acto de escribir es:
Lee mucho. Si lo piensas, toda escritura es una lectura. Al fin de cuentas, la escritura tiene por objeto la lectura.
Escribo para leer lo que he escrito. ¿Y quién no lo hace? Y escribo porque quiero comunicarme con los demás, con los lectores. Por lo tanto, ser escritor significa ser lector desde todo punto de vista.
Conozco a muchos escritores. Cada uno de ellos lee tanto por el placer de leer como 'por trabajo'. Y la mayoría lee muchísimo. Como escritor, eres lo que lees. Aquello que incorporas como lector influye en lo que produces como escritor: la clase de cosas sobre las que escribes, la manera en que manejas el lenguaje, la forma en que cuentas historias, compones poemas, construyes obras dramáticas u organizas tus ensayos. No puedes evitarlo. Así son las personas. Y todos los artistas, todos los artesanos, aprenden a perfeccionarse estudiando las obras de los demás, especialmente las de aquellos a quienes admiran y consideran los mejores.
Escribir es a la vez arte y artesanía. Por ello, lo que lees es tan importante como cuánto lees.
¿Qué otros efectos produce la lectura? Acabo de revisar el cuaderno de notas que llevaba mientras escribía mi novela The Toll Bridge.
Creo que las lecturas que he anotado se dividen en cuatro categorías principales.
· Lectura que me da ganas de escribir. Algunos autores, algunos libros me dan ganas de volcar palabras en el papel. Me estimulan, despiertan mi apetito, me impulsan a seguir adelante en tiempos tediosos y difíciles. Me proporcionan normas para evaluar mi producción.
· Lectura que me informa sobre lo que necesito saber para escribir mis propios libros. Supongo que la mayoría de las personas lo llama 'investigación'.
Para algunos episodios de The Toll Bridge necesitaba información acerca de temas tales como la fase en la vida de las mujeres que se denomina menopausia, los efectos y el abordaje terapéutico, y una condición psicológica particular llamada Estado de Fuga. Entonces me puse a leer libros de medicina. Necesitaba datos acerca de la historia y la arquitectura del puente donde transcurre el relato. Y me puse a leer un libro de historia local acerca del puente. Los juegos eróticos que se llevan a cabo en las fiestas de adolescentes, la ornitología y mitología del cuervo, la historia de Jano, el dios de la antigüedad, y mucha otra información la obtuve en los libros. Si quieres escribir algo, necesitas materia prima para tu trabajo. La lectura de libros (y, en la actualidad, de material en Internet) es la mayor fuente de suministro.
· Lectura que me enseña a escribir o que perfecciona mi escritura.
Siempre que leo, parte de mi mente está alerta para descubrir fragmentos que colaboren con mi propia escritura. Suelo comenzar a leer un capítulo de una novela y me descubro pensando: "Ésta es una buena manera de comenzar"; entonces la archivo para adaptarla más tarde a mi propia producción. Incluso suelo copiar el fragmento en el cuaderno que siempre acompaña a la novela que estoy escribiendo, a fin de no olvidarlo. Muchas veces, cuando me siento atascado y tengo dudas acerca de la manera de desarrollar una escena, recorro los estantes de la biblioteca donde se encuentran mis autores preferidos, los libros que admiro, a la búsqueda de una escena que me dé una pista o me proporcione un marco de referencia, un modelo que me permita avanzar. De ninguna manera 'copio' servilmente. Pero existe una verdad que no suele admitirse públicamente: toda escritura es un robo. Tomas de otros autores aquello que te ayuda y lo reciclas en algo propio.
· Lectura que aleja mi mente de mi propia escritura. "Mientras escribía", afirmaba Ernest Hemingway, "necesitaba leer después de escribir... para no pensar en mi trabajo ni preocuparme hasta el momento en que lo retomara". Sé por experiencia lo que eso significa. Hay libros que me dan ganas de escribir y hay libros que me permiten tomar distancia de mi trabajo y me refrescan. Aquellos que me refrescan y renuevan mi energía difieren según el libro que esté escribiendo. Mientras escribía The Toll Bridge, El factor humano de Graham Greene me sirvió para recargar las pilas tanto como los libros de Paul Auster, Marguerite Duras, Margaret Mahy, Jan Mark, Kazuo Ishiguro, Cees Nooteboom, Jeanette Winterson y muchísimos más. De todo lo anterior, se podría inferir que la lectura es para mí sólo un elemento que me ayuda en mi trabajo. Y de ninguna manera es así. En primer lugar soy lector y luego escritor. La lectura hace de mí quien soy. La escritura me transforma. Estaría perdido si no leyera, no sabría quién soy.
Al leer lo que he escrito, descubro en qué me he transformado.
Dos sugerencias:
· Primera: Lleva un registro de lo que leas. Nada complicado, simplemente un cuaderno con una lista de la fecha en que hayas terminado de leer un libro, su título y autor. Leer es como viajar. Es importante saber dónde has estado porque, de lo contrario, es fácil olvidarse.
· Segunda: Aprende a leer lentamente y aprende a escuchar lo que estás leyendo como si se tratara de una lectura en voz alta. Toda lectura, toda escritura consiste en utilizar el lenguaje. Presta atención tanto a la manera en que se utiliza el lenguaje como cada uno de sus elementos: el sonido de su música, sus ritmos y tonadas, su cadencia, sus pausas, su síncopa y sus armonías, sus discordancias y polifonías, aquello que se dice y aquello que no se dice. Para lograrlo es necesario que leas con la suficiente lentitud como para escuchar el sonido de su música en tu cabeza. (Si te resulta difícil escucharlo dentro de tu cabeza, léelo en voz alta). Si actúas de esta manera, alcanzarás el objetivo de toda lectura y toda escritura, que es el siguiente: disfrutarla tanto como para hacer de ella un motivo de goce permanente y vivir la vida en plenitud.

Y USTED ¿POR QUÉ ESCRIBE? II PARTE.

Saber que uno no escribe para el otro,
saber que estas cosas que voy a escribir
nunca harán que me ame quien amo,
saber que la escritura no compensa nada,
no sublima nada, que ella está precisamente allí donde tú no estás:
Tal es el comienzo de la escritura.
Escribid con amor, con corazón, lo que os alcance, lo que os antoje.
Que eso será bueno en el fondo, aunque la forma sea incorrecta;
será apasionado, aunque a veces sea inexacto;
agradará al lector, aunque rabie Garcilaso;
no se parecerá a lo de nadie; pero; bueno o malo, será vuestro,
nadie os lo disputará; entonces habrá prosa,
habrá poesía, habrá defectos, habrá belleza. Domingo F. Sarmiento.
Decálogo del escritor Augusto Monterroso.
Primero.
Cuando tengas algo que decir, dilo; cuando no, también. Escribe siempre.
Segundo.
No escribas nunca para tus contemporáneos, ni mucho menos, como hacen tantos, para tus antepasados. Hazlo para la posteridad, en la cual sin duda serás famoso, pues es bien sabido que la posteridad siempre hace justicia.
Tercero.
En ninguna circunstancia olvides el célebre dictum: "En literatura no hay nada escrito".
Cuarto.
Lo que puedas decir con cien palabras dilo con cien palabras; lo que con una, con una. No emplees nunca el término medio; así, jamas escribas nada con cincuenta palabras.
Quinto.
Aunque no lo parezca, escribir es un arte; ser escritor es ser un artista, como el artista del trapecio, o el luchador por antonomasia, que es el que lucha con el lenguaje; para esta lucha ejercítate de día y de noche.
Sexto.
Aprovecha todas las desventajas, como el insomnio, la prisión, o la pobreza; el primero hizo a Baudelaire, la segunda a Pellico y la tercera a todos tus amigos escritores; evita pues, dormir como Homero, la vida tranquila de un Byron, o ganar tanto como Bloy.
Séptimo.
No persigas el éxito. El éxito acabó con Cervantes, tan buen novelista hasta el Quijote. Aunque el éxito es siempre inevitable, procúrate un buen fracaso de vez en cuando para que tus amigos se entristezcan.
Octavo.
Cree en ti, pero no tanto; duda de ti, pero no tanto. Cuando sientas duda, cree; cuando creas, duda. En esto estriba la única verdadera sabiduría que puede acompañar a un escritor.
Noveno.
Trata de decir las cosas de manera que el lector sienta siempre que en el fondo es tanto o más inteligente que tú. De vez en cuando procura que efectivamente lo sea; pero para lograr eso tendrás que ser más inteligente que él.
Décimo.
No olvides los sentimientos de los lectores. Por lo general es lo mejor que tienen; no como tú, que careces de ellos, pues de otro modo no intentarías meterte en este oficio.
Otra vez el lector. Entre mejor escribas más lectores tendrás; mientras les des obras cada vez más refinadas, un número cada vez mayor apetecerá tus creaciones; si escribes cosas para el montón nunca serás popular y nadie tratará de tocarte el saco en la calle, ni te señalará con el dedo en el supermercado.
Y Usted ¿por qué escribe?

Cambio de la y copulativa en e.

La conjunción copulativa y toma la forma e ante palabras que empiezan por el sonido vocálico /i/ (i- o hi- en la escritura):
Eres único e irrepetible;
Necesito aguja e hilo.
Excepciones: · Cuando al sonido /i/ le sigue una vocal con la que forma diptongo:
La mesa es de madera y hierro (no de madera e hierro).
Con aquellas palabras que, como hiato o ion, pueden articularse con hiato ([i - á - to], [i - ón]) o con diptongo ([yá - to], [yón]), es válido el uso de e (si se pronuncia un hiato) o de y (si se pronuncia un diptongo):
diptongo e hiato o diptongo y hiato; moléculas e iones o moléculas y iones.
· Cuando la conjunción se hace tónica y adquiere un valor adverbial en oraciones interrogativas: ¿Y Inés? (‘¿dónde está Inés?’ o ‘¿qué tal Inés?’).
Si la palabra que sigue a la conjunción no es española y comienza por el sonido vocálico /i/, sigue vigente la regla, aunque por tratarse de una voz extranjera el sonido /i/ inicial no aparezca representado por la letra i: Escriba su teléfono e e-mail (la e de e-mail se pronuncia /i/ en inglés). Paralelamente, si la voz extranjera no empieza con el sonido /i/, aunque gráficamente se escriba con i- o hi-, la conjunción copulativa mantiene la forma y: En el colegio inglés, los nombres de estas asignaturas son Maths y History (History se pronuncia con h aspirada en inglés). Hasta el momento ha sacado dos discos: Life y I adore you (I se pronuncia /ai/ en inglés).

Y USTED ¿POR QUÉ ESCRIBE? I PARTE.

Cuántas veces te han hecho la pregunta: ¿Por qué escribes? Y nunca sabes, si en ella existe admiración por tu trabajo, desprecio o quizás unas ganas locas de saber sí en verdad eres un ser extraño, un superdotado, un fuera de serie o simplemente un desquiciado capaz de abandonar todos los títulos honrosos que existen por dedicarse a ese algo, esa cosa, que muy pocos entienden: el amor a la palabra.

André Gide respondía esta pregunta diciendo: «Escribo para que me lean.» Frase a la que el escritor español Enrique Vila -Matas agrega: “Cuando me hacen la inefable pregunta, explico que me hice escritor porque:

1) quería ser libre, no deseaba ir a una oficina cada mañana. 2) porque vi a Mastroianni en La noche de Antonioni; en esa película -que se estrenó en Barcelona cuando tenía yo dieciséis años- Mastroianni era escritor y tenía una mujer (nada menos que Jeanne Moreau) estupenda: las dos cosas que yo más anhelaba ser y tener. Por aquellos días, yo tenía una vaga idea de que no era sencillo ni una cosa ni la otra, pero no sabía hasta qué punto eran dos cosas muy complicadas, sobre todo la de ser escritor. Cuando mi padre me preguntó qué carrera pensaba estudiar -él tenía la callada ilusión de que yo quisiera ser abogado-, le dije que pensaba ser como Malraux. Recuerdo la cara de estupor de mi padre, y también recuerdo lo que entonces me dijo: «Ser Malraux no es una carrera, eso no se estudia en la universidad.».

Igual le pasó a García Márquez, sin embargo, ¿quién duda, ahora; del gran camino que nuestro gabo tomó en su vida? Siendo Nóbel todo es más sencillo, pero ¿qué abría pasado de no insistir es su loca carrera de escritor y si ante el primer rechazo editorial de La Hojarasca su primera novela hubiese abandonado?.

Para la escritora madrileña Belen Copegui el ámbito literario le abrió las puertas premiando las infinitas incógnitas que aborda con su pluma, entre ellas: "Escribo para llegar a ser capaz de comprender por qué hacemos las cosas por qué las hace cada personaje y, en esa medida, ser capaz de imaginar otra forma posible de vivir”.

Mientras que la estupenda escritora Josefina Estrada, de México aborda las letras desde la inconformidad, inventándose mundos contra la realidad circundante:”Escribo para vivir en armonía conmigo misma. Llega el momento en que no me hallo en ningún lado si no me siento a escribir. No sé si sean mejores los universos que creo, pero al menos puedo controlarlos, explorarlos, sin hacer daño a nadie.”

La escritura como salvación es la respuesta del joven escritor colombiano Carlos Fernández: “Escribo para no envilecerme...todo escritor escribe para salvarse, para agotar la distancia que media entre una partida de bautismo y un pedazo de papel colgando del dedo gordo del pie.” Todos tienen sus respuestas, válidas y precisas de acuerdo a su momento. Para algunos, escribir es una necesidad, una manera de exorcizarse, es lanzarse al vacío, es encuentro, es lucha, es nacer y morir al mismo tiempo, es un dolor de cabeza, un trámite; para otros es vivir, gozar; es reinventarse, parir, encontrarse o renovarse. Pero todos coinciden en que escribir implica paciencia, estudio y paciencia y más estudio, porque para ser escritor acota Vilas-Mata:

“para ser escritor había que escribir, y además escribir como mínimo muy bien, algo para lo que hay que armarse de valor y, sobre todo, de una paciencia infinita, esa paciencia que supo describir muy bien Oscar Wilde: «Me pasé toda la mañana corrigiendo las pruebas de uno de mis poemas, y quité una coma. Por la tarde, volví a ponerla.»

Todo esto lo explicó muy bien Truman Capote en su célebre prólogo a Música para camaleones cuando dijo que un día comenzó a escribir sin saber que se había encadenado de por vida a un noble pero implacable amo: «Al principio fue muy divertido. Dejó de serlo cuando averigüé la diferencia entre escribir bien y escribir mal; y luego hice otro descubrimiento más alarmante todavía: la diferencia entre escribir bien y el arte verdadero; es sutil pero brutal.» Surgen entonces otras preguntas: ¿Para quién escriben a dónde van las palabras?.

Escribo para mí, coinciden todos, y luego para el lector sin pretender agradar ni ser complaciente ante las políticas editoriales. Para el escritor boliviano Víctor Montoya la escritura es su terapia: “escribo para mí mismo, abordando realidades, imágenes, situaciones y personajes que me hubiera gustado leer en la obra de otros autores. Ahora bien, si lo que escribo les gusta y les interesa también a mis lectores, entonces mi alegría no conoce límites y me siento plenamente satisfecho”. El maestro Augusto Monterroso decía se entregaba más al lector: “Yo soy de los que escriben para los lectores; siempre estoy pensando en el otro. Usted me pregunta si tengo cierta figura a la que me estoy dirigiendo, pero no. Cuando empecé pensaba en lectores posibles que generalmente estaban muertos, como Cervantes, Góngora... Eso no me ayudaba, más bien me aterraba, y creo que aterra a cualquiera. Entonces me puse a pensar en los lectores que andan en la calle, gente común y corriente; también en quienes saben mucho de literatura: a esa mezcla dirijo mis textos.”

Y con la libertad como condición única para escribir, Josefina Estrada, olvida el pudor y la autocensura porque según ella en la medida que nos apeguemos a la estética, a la belleza, nuestra propia moral y ética serán más amplias: “Escribo para mí. Yo soy mi primera lectora. Si el texto no me gusta lo mando al cesto de basura de la computadora. O lo guardo por años. Todo escritor tiene, o debiera tener, cientos de cuartillas en el cajón. No por escribirlas ha perdido tiempo sino que ha adquirido oficio y redundará en mejores trabajos posteriores.”

¿Es un oficio, una profesión o un vicio como advierten muchos?.

Para Víctor Montoya “Es un oficio que requiere dedicación y también algo de talento, al menos si uno tiene la intención de convertirse alguna vez en un buen artesano de la palabra escrita. No creo mucho en los escritores “profesionales”, que escriben bajo el dictado del mercado editorial y las corrientes de moda, como tampoco creo en la pura afición de quienes opinan que la literatura debe ser un simple pasatiempo o una actividad de fines de semana”.

Monterroso afirma: “Es un oficio y muy complicado; requiere no sólo de la imaginación, porque la imaginación está libre para lo que se nos ocurra, pero si queremos convertirla en obra de arte como es la literatura, ya el problema comienza por el oficio. Es decir, por el estudio del lenguaje, de la gramática, de saber combinar las palabras de la mejor manera posible, porque no se trata sólo de aprender a redactar. El problema del escritor es hacer una obra de arte, porque escribir es indiscutiblemente un arte. Se empieza y no se termina nunca de escribir, de aprender. Lo que parece un trabajo muy arduo: el estudio de la gramática (y dentro de ella, de la sintaxis y de cada una de las partes que la forman), se convierte en algo muy agradable que uno busca; no es que se lo esté imponiendo, uno quiere aprender cada vez más para hacer mejor su trabajo, y eso se convierte en un placer, en una forma de vida incluso.Así con gusto y con trabajo, escribo. Es apasionante, como la vida.”

Para Josefina Estrada “Es una profesión que requiere oficio como cualquier otra. Aquel que escribe por afición, seguro tiene una profesión. O considera que hay que escribir cuando las musas lo distingan. He conocido a muchas personas que por el solo hecho de juntar palabras una detrás de otra, cree que sabe escribir. O porque ha conocido la maravilla de ordenar las vocablos bajo una especie de hálito divino, y por eso supone que su texto es literario. Y cuando se les señala errores de todo tipo se sienten lastimados y no desean corregir su texto porque lo consideran perfecto. Y si lo corrigen, entre más trabajan en él, más se aleja de la versión original y les resulta muy frustrante. Muchos abandonan la tarea. Lo que quiero decir es que la escritura es una tarea interminable y requiere mucha dedicación. Sólo puede llamarse escritor aquel que considera que al escribir realiza una actividad vital, que no puede vivir sin escribir, sin imaginar. Sin leer".

¿Qué es el escritor?, se pregunta José Luis Sampedro, sino un albañil de sueños, un constructor de castillos en el aire con millares de palabras. Los materiales pueden hallarse en cualquier parte. Los proporciona la gente, las lecturas, los cuadros, los espectáculos y por supuesto el propio mundo interior.

¿Cuál es su relación con las palabras y qué le plantean a quienes empiezan a escribir?.

Para Fernando Savater, cada palabra es sentido y sonido. A través de las caprichosas semejanzas del sonido, los sentidos se hacen guiños entre sí y superponen nuevas capas sonrientes de significado al entramado ya conocido. Es como si la lengua se sacase de la lengua a sí misma, pero para entenderse mejor. En cambio Francisco Umbral sostiene que se puede escribir con güisqui o sin él. A máquina o a mano Se puede escribir siempre, si se es escritor, como el pianista puede tocar siempre. Nietzsche, Wittgestein, los estructuralistas, etc. han dejado claro que sólo existe la palabra, incluso para la filosofía. El lenguaje habla por nosotros, todo lo hace la palabra escrita.

Y es verdad, cada persona tiene un estilo, hábitos y circunstancias que lo orillan a escribir. Sin embargo, a quienes les gusta escribir saben que existen ciertas condiciones para ello: una motivación o propósito, unas circunstancias, unos procedimientos y una técnica.

José Luis Martínez, en su libro Problemas literarios, señala cuatro características que deben estar presentes en un escrito: Naturalidad, técnica, estilo y visión del mundo. En suma, dice José Luis Martínez, aprendemos las esencias del arte en cuanto sus estructuras repiten los movimientos y los ritmos con que se mueve la vida misma del hombre y de todas las criaturas de la tierra. Este respeto por los movimientos y ritmos de la vida es lo que proporciona una de las virtudes más grandes del escritor: la naturalidad. Naturalidad es la expresión conformada de acuerdo con lo natural y lo poseído en común, pero muchas personas que han decidido a tomar la pluma, sentencia Martínez, han perdido esa aptitud original. Una represión extraña les impide escribir como hablan. Por ello los escritores no tienen porque contradecir la naturaleza, sino reproducirla de acuerdo a su armonía y su mesura. En este sentido, los escritores no deben menospreciar la técnica, cuya misión, además de devolverlos a la proporción y a la armonía, les reenseña la original arquitectura de las formas naturales que han olvidado. Técnica es la reducción a la lógica y a la naturaleza, la estructura acordada a las formas mentales y el aprovechamiento artificioso de los recursos del lenguaje y de las reacciones de la sensibilidad. No confundir naturalidad con estilo, pues este último es el espíritu de esos escritos –y no su esqueleto lógico-, es la humedad espiritual que el autor les ha comunicado. Estilo, de acuerdo a Torres Bodet, es la cualidad inviolable y la proyección de la personalidad humana. El estilo nada tiene en común con la gramática ni en la aplicación de unas reglas ni en la reducción de un producto literario a cierto mecanismo acordado por los gramáticos, en complicidad con los modelos lingüísticos; es en cambio cuanto vence y burla esos preceptos. No obstante, estima José Luís Martínez, estilo y técnica, a pesar de las diferencias que las separan, precisa un acuerdo que las una, tal el que reina entre los huesos y el alma de un cuerpo. Friedrich Nietzsche nos entrega su visión del oficio y arte de escribir diciendo: “El estilo debe ser apropiado a tu persona, en función de una persona determinada a la que quieres comunicar tu pensamiento. Antes de tomar la pluma, hay que saber exactamente cómo se expresaría de viva voz lo que se tiene que decir. Escribir debe ser sólo una imitación. El escritor está lejos de poseer todos los medios del orador. Debe, pues, inspirarse en una forma de discurso muy expresiva. Su reflejo escrito parecerá de todos modos mucho más apagado que su modelo. La riqueza de la vida se traduce por la riqueza de los gestos. Hay que aprender a considerar todo como un gesto: la longitud y la cesura de las frases, la puntuación, las respiraciones. También la elección de las palabras, y la sucesión de los argumentos. Cuidado con el período. Sólo tienen derecho a él aquellos que tienen la respiración muy larga hablando. Para la mayor parte, el período es tan sólo una afectación.El estilo debe mostrar que uno cree en sus pensamientos, no sólo que los piensa, sino que los siente. Cuanto más abstracta es la verdad que se quiere enseñar, más importante es hacer converger hacia ella todos los sentidos del lector. El tacto del buen prosista en la elección de sus medios consiste en aproximarse a la poesía hasta rozarla, pero sin franquear jamás el límite que la separa. No es sensato ni hábil privar al lector de sus refutaciones más fáciles; es muy sensato y muy hábil, por el contrario, dejarle el cuidado de formular él mismo la última palabra de nuestra sabiduría." Y de regreso para concluir con Vila-Matas: “Un escritor debe tener la máxima ambición y saber que lo importante no es la fama o el ser escritor sino escribir, encadenarse de por vida a un noble pero implacable amo, un amo que no hace concesiones y que a los verdaderos escritores los lleva por el camino de la amargura, como muy bien se aprecia en frases como esta de Marguerite Duras: «Escribir es intentar saber qué escribiríamos si escribiésemos.» Plantearse escribir es adentrarse en un espacio peligroso, porque se entra en un oscuro túnel sin final, porque jamás se llega a la satisfacción plena, nunca se llega a escribir la obra perfecta o genial, y eso produce la más grande de las desazones. Antes se aprende a morir que a escribir. Y es que (como dice Justo Navarro) ser escritor, cuando ya se sabe escribir, es convertirse en un extraño, en un extranjero: tienes que empezar a traducirte a ti mismo.

Escribir es hacerse pasar por otro, escribir es dejar de ser escritor o de querer parecerte a Mastroianni para simplemente escribir, escribir lo que escribirías si escribieras. Es algo terrible pero que recomiendo a todo el mundo, porque escribir es corregir la vida -aunque sólo corrijamos una sola coma al día-, es lo único que nos protege de las heridas insensatas y golpes absurdos que nos da la horrenda vida auténtica (debido a su carácter de horrenda, el tributo que debemos pagar para escribir y renunciar a parte de la vida auténtica no es pues tan duro como podría pensarse) o bien, como decía Italo Svevo, es lo mejor que podemos hacer en esta vida y, precisamente por ser lo mejor, deberíamos desear que lo hiciera todo el mundo: «Cuando todos comprendan con la claridad con que yo lo hago, todos escribirán. La vida será literaturizada. La mitad de la humanidad se dedicará a leer y a estudiar lo que la otra mitad de la humanidad habrá escrito. Y el recogimiento ocupará la mayor parte del tiempo que será así arrebatado a la horrible vida verdadera. Y si una parte de la humanidad se rebelase y se negase a leer las lucubraciones de los demás, mucho mejor. Cada uno se leería a sí mismo.» Y usted ¿Por qué escribe?

sábado, enero 20, 2007

APUNTES ORTOGRÁFICOS: Porqué / porque / por qué / por que.

a) porqué.
Es un sustantivo masculino que equivale a causa, motivo, razón, y se escribe con tilde por ser palabra aguda terminada en vocal. Puesto que se trata de un sustantivo, se usa normalmente precedido de artículo u otro determinante: No comprendo el porqué de tu actitud [= la razón de tu actitud].
Todo tiene su porqué [= su causa o su motivo].
Como otros sustantivos, tiene plural:
Hay que averiguar los porqués de este cambio de actitud.
b) por qué.
Se trata de la secuencia formada por la preposición por y el interrogativo o exclamativo qué (palabra tónica que se escribe con tilde diacrítica para distinguirla del relativo y de la conjunción que).
Introduce oraciones interrogativas y exclamativas directas e indirectas: ¿Por qué no viniste ayer a la fiesta?.
No comprendo por qué te pones así.
¡Por qué calles más bonitas pasamos!
Obsérvese que, a diferencia del sustantivo porqué, la secuencia por qué no puede sustituirse por términos como razón, causa o motivo.
c) porque.
Se trata de una conjunción átona, razón por la que se escribe sin tilde. Puede usarse con dos valores: · Como conjunción causal, para introducir oraciones subordinadas que expresan causa, caso en que puede sustituirse por locuciones de valor asimismo causal como puesto que o ya que:
No fui a la fiesta porque no tenía ganas [= ya que no tenía ganas].
La ocupación no es total, porque quedan todavía plazas libres [= puesto que quedan todavía plazas libres].
También se emplea como encabezamiento de las respuestas a las preguntas introducidas por la secuencia por qué:
—¿Por qué no viniste? —Porque no tenía ganas.
Cuando tiene sentido causal, es incorrecta su escritura en dos palabras.
· Como conjunción final, seguida de un verbo en subjuntivo, con sentido equivalente a para que: Hice cuanto pude porque no terminara así [= para que no terminara así].
En este caso, se admite también la grafía en dos palabras (pero se prefiere la escritura en una sola): Hice cuanto pude por que no terminara así.
d) por que.
Puede tratarse de una de las siguientes secuencias: · La preposición por + el pronombre relativo que.
En este caso es más corriente usar el relativo con artículo antepuesto (el que, la que, etc.):
Este es el motivo por (el) que te llamé.
Los premios por (los) que competían no resultaban muy atractivos.
No sabemos la verdadera razón por (la) que dijo eso.
· La preposición por + la conjunción subordinante que.
Esta secuencia aparece en el caso de verbos, sustantivos o adjetivos que rigen un complemento introducido por la preposición por y llevan además una oración subordinada introducida por la conjunción que:
Al final optaron por que no se presentase.
Están ansiosos por que empecemos a trabajar en el proyecto.
Nos confesó su preocupación por que los niños pudieran enfermar.

Halla / haya / aya.

Halla / haya / aya.
La mayor parte de los hispanohablantes pronuncian estas tres palabras de la misma forma, ya que está muy generalizada la pérdida de la distinción de los sonidos que representan las grafías ll e y.
Pero conviene distinguirlas adecuadamente en la escritura:
a) haya.
Puede ser un verbo o un sustantivo:
· Como verbo, es la forma de primera o tercera persona del singular del presente de subjuntivo del verbo haber. Con este valor se utiliza, bien seguida de un participio para formar el pretérito perfecto (o antepresente) de subjuntivo del verbo que se esté conjugando (haya visto, haya mirado, etc.), bien como verbo de una oración impersonal: Espero que Luis haya aprobado.
No cree que el niño se haya vestido solo.
Quizá haya algo que podamos hacer.
Si estas oraciones se expresasen en otro tiempo verbal, la forma haya sería reemplazada por otra forma del verbo haber:
Esperaba que esta vez Luis hubiese aprobado.
No creía que el niño se hubiese vestido solo.
Quizá hubiese algo que pudiésemos hacer.
· Como sustantivo, es femenino y designa un tipo de árbol: Hay que podar el haya del jardín.
Se sentó a la sombra de una frondosa haya.
b) halla.
Es la forma de la tercera persona del singular del presente de indicativo, o la segunda persona del singular del imperativo, del verbo hallar(se), que significa ‘encontrar(se)’:
No sé cómo lo hace, pero halla siempre una excusa perfecta para no ir.
La sede de la organización se halla en París.
La flora se halla constituida por diferentes especies.
Halla la hipotenusa del siguiente triángulo rectángulo.
Obsérvese que en estos casos la palabra halla se puede sustituir por la forma encuentra:
No sé cómo lo hace, pero encuentra siempre una excusa perfecta para no ir.
La sede de la organización se encuentra en París.
La flora se encuentra constituida por diferentes especies.
Encuentra la hipotenusa del siguiente triángulo rectángulo.
c) aya.
Es un sustantivo femenino que significa ‘mujer encargada en una casa del cuidado y educación de los niños o jóvenes’: Aún se acordaba del aya sabia y cariñosa de su infancia.
La vieja aya seguía llevando a los niños al parque. CONSULTA AQUÍ DICCIONARIO REAL ACADEMIA ESPAÑOLA.

viernes, enero 19, 2007

Has / haz.

Has / haz.
Aunque en zonas de seseo has y haz se pronuncian de la misma forma, deben distinguirse adecuadamente en la escritura.
a) has.
Se trata de la forma correspondiente a la segunda persona del singular del presente de indicativo del verbo haber (yo he, tu/vos has, él ha, nosotros hemos, vosotros habéis, ellos/ustedes han), con el que se forman los tiempos compuestos de la conjugación.
Así, la forma has, seguida del participio en -o del verbo que se está conjugando, da lugar a la segunda persona del singular del pretérito perfecto simple (o pretérito, en terminología de Bello) del modo indicativo: Has llegado tarde.
¿Has ido a ver a tu padre?.
Esta forma se emplea además como segunda persona del singular de la perífrasis verbal haber de + infinitivo, que denota obligación o necesidad y equivale a la más frecuente hoy tener que + infinitivo: Has de estudiar más. [= Tienes que estudiar más].
Has de saber que serás castigado. [= Tienes que saber que serás castigado].
b) haz.
Como verbo, se trata de la forma de imperativo correspondiente al pronombre tú del verbo hacer: Haz lo que te digo o no te dejaré salir.
Haz lo que tengas que hacer.

¿De 2007 o del 2007?

En la datación de cartas y documentos, el uso prefiere desde la Edad Media expresar los años sin artículo:
8 de enero de 1681 En Caracas, a 19 de diciembre de 1999.
Esta es, por tanto, la fórmula recomendada en el caso de la datación de cartas y documentos para indicar los años a partir del 2000:
Caracas, 9 de abril de 2006.
Esta recomendación no implica que se considere incorrecto utilizar el artículo en estos casos: Caracas, 9 de abril del 2006.
Naturalmente, si se menciona expresamente la palabra año, resulta obligado anteponer el artículo: 5 de mayo del año 2000.
Cuando se menciona el año 2000 o los años sucesivos en un texto, fuera de las fórmulas utilizadas en la datación de cartas y documentos, se tiende, en el habla espontánea, a usar el artículo delante del año: Este documento fue revisado en febrero del 2002. La inauguración está prevista para el 2008. Pero también es posible, en estos casos, el uso sin artículo: Este documento fue revisado en febrero de 2002. La inauguración está prevista para 2008.

ENTRE DÉCADAS Y DECENIOS.

Década.
1. Los términos década y decenio significan, ambos, ‘período de diez años consecutivos’; pero mientras que decenio se usa para designar el período de diez años comprendido entre dos años cualesquiera, década designa en especial el período de diez años referido a cada una de las decenas del siglo (años diez, veinte, treinta, etc.).
Es muy frecuente expresar los decenios tomando como límites años que terminan en la misma cifra: «El fecundo decenio andaluz (1578-1588) se interrumpió cuando [...] tuvo que trasladarse a Segovia» (Abc [Esp.] 13.12.91); pero hay que saber que esta costumbre implica una inexactitud, ya que esos límites comprenden, en realidad, once años y no diez, pues en el cómputo se incluye tanto el primer año como el último.
Se recomienda mayor precisión en la indicación de los decenios, como se ejemplifica a continuación:
«El carácter brillante y apolíneo del decenio operístico, 1775-1784, del compositor» (País [Esp.] 1.12.87).
2. En cuanto a las diez décadas de cada siglo, cada una de ellas comienza en un año acabado en 1 y termina en un año acabado en 0; así, la primera década del siglo xx es la que va de 1901 a 1910; la segunda, de 1911 a 1920; la tercera, de 1921 a 1930, etc.
Es habitual utilizar expresiones como los años veinte, la década de los treinta, los cuarenta, etc., referidas a los decenios que comprenden los años de cada siglo que tienen la misma cifra en su decena; así, la expresión los años veinte alude conjuntamente a los años comprendidos entre 1920 y 1929, ambos inclusive.
En estos casos, no se deben poner en plural el cardinal referido a la decena: «A través de los veintes y de los treintas, muchos poetas de talento [...] trabajaban en otros estilos» (Hora [Guat.] 14.7.97).
Tampoco deben usarse fórmulas como los 20s o los 20’s, copiadas del inglés.
En el español de América, en la construcción la década de..., aparece a veces en singular el artículo que acompaña al cardinal: la década del treinta, en lugar de la década de los treinta, construcción esta última más habitual y recomendable.

VOCES EXTRANJERAS: SIGNIFICADO Y GRAFÍA.

Jipi.
Adaptación gráfica propuesta para la voz inglesa hippy o hippie, que se aplica, como adjetivo, al ‘[movimiento] contracultural juvenil surgido en los Estados Unidos de América en los años sesenta del siglo XX.
Se usa sobre todo, como sustantivo común en cuanto al género (el/la jipi) para designar a la persona que sigue dicho movimiento o que adopta alguna de sus características o actitudes. Como adjetivo significa también ‘del movimiento jipi o de los jipis’. Existe asimismo el derivado jipismo (‘actitud vital o estilo de vida de los jipis’).
Nocaut.
1. Adaptación gráfica propuesta para la voz inglesa knock-out, que se usa, en boxeo, con los sentidos de ‘golpe que deja fuera de combate’ y ‘derrota por fuera de combate’: «Blocker recibió un dramático nocaut de los puños de Terry Norris» (Universal [Ven.] 21.4.93).
Como adverbio significa ‘fuera de combate’: «El Torito Mazzarone seguía nocaut» (Cossa Criado [Arg. 1986]). Su plural es nocauts. «Está invicto en cinco peleas y contabiliza cuatro nocauts» (Prensa [Nic.] 3.5.97).
2. El verbo noquear es adaptación del inglés to knock out y significa, en boxeo, ‘dejar [al adversario] fuera de combate’ y, en la lengua general, ‘dejar [a alguien] inconsciente con un golpe’ o, por extensión, ‘derrotar [a alguien] rápida y contundentemente’: «Goitía noqueó en el primer asalto al aragüeño José Álvarez» (Universal [Ven.] 21.4.93); «El Real Madrid [...] noqueó en pocos minutos a un Cáceres decepcionante» (Abc [Esp.] 6.10.97).
Cliché.
Voz tomada del francés cliché, ‘plancha que se utiliza para reproducir múltiples copias de los textos o imágenes grabados en ella’, ‘negativo fotográfico’ y ‘estereotipo o lugar común’: «No le importa [...] utilizar procedimientos más modernos e incluso mecánicos (clichés tipográficos)» (Gallego Grabado [Esp. 1990]).
Clip.
Voz tomada del inglés clip, ‘pequeño alambre doblado varias veces sobre sí mismo, que sirve para sujetar papeles’: «Escribí un papelito [...] y lo dejé abrochado con un clip junto a un billete de cincuenta libras» (Fogwill Cantos [Arg. 1998]). Es anglicismo asentado y su plural es clips. También se usa esta voz como acortamiento de videoclip.
Coitus interruptus.
Loc. lat. Que significa literalmente ‘coito interrumpido’. Se usa, como locución nominal masculina, para designar el método anticonceptivo que consiste en interrumpir el coito antes de la eyaculación: «Freud interpretó la angustia como una consecuencia de la insatisfacción de la libido, producida por prácticas como el coitus interruptus» (Saiz Ansiedad [Esp. 1993]). Es invariable en plural : los coitus interruptus.
Delírium trémens.
Loc. lat. Que significa literalmente ‘delirio tembloroso’. Se emplea como locución nominal masculina para designar el síndrome de abstinencia que sufren los alcohólicos crónicos, caracterizado por delirio acompañado de temblores y alucinaciones: «La descripción de esa enfermedad [el alcoholismo] se limitaba a los cuadros psicóticos que podía producir, como el delírium trémens» (Valbuena Toxicomanías [Esp. 1986]). Es invariable en plural los delírium trémens.
In artículo mortis.
Loc. lat. Que significa ‘en el instante de la muerte, a punto de morir’. Puede usarse como locución adverbial: «Este objeto, transmitido generalmente “in artículo mortis”, es el que determina la condición de bruja» (CBaroja Brujas [Esp. 1961]); o como locución adjetiva, especialmente referida al matrimonio que se contrae cuando uno de los cónyuges está en peligro de muerte.
In albis.
Loc. lat. Que significa literalmente ‘en blanco’. Se usa con verbos como quedarse, dejar, estar, etc., con el sentido de ‘sin comprender de lo que se trata’: «La mayoría de los lectores debe quedarse in albis» (Vanguardia [Esp.] 16.7.95).
‘sin saber qué decir’: «—Sí, me iba a hacer una pregunta. No sea tímido, hombre —anima el camarero a un Chalán que se ha quedado in albis» (Ribera Sangre [Esp. 1988]); y ‘sin lograr lo que se espera’: «De noche la cena se diferenciaba poco del desayuno. Y no fueron pocas las que me fui en blanco, in albis, a la cama» (Asenjo Días [Esp. 1982]).
Médium.
‘Persona a la que se considera dotada de facultades para comunicarse con los espíritus’. Es común en cuanto al género: el/la médium.
Su plural es médiums.
«Volvieron a contar la historia del comercio de Teresa con toda clase de médiums, videntes y pitonisas» (Pitol Juegos [Méx. 1982]).

APUNTES ORTOGRÁFICOS: Echo, echa, echas / hecho, hecha, hechas.

Todas las formas del verbo echar (que significa, a grandes rasgos, ‘tirar’, ‘poner o depositar’ y ‘expulsar’) se escriben sin h: Siempre echo los papeles a la papelera. Si echas más sal al guiso lo estropeas. Hay que echar la carta al buzón. Tienes suerte si no te echa de aquí ahora mismo.
El verbo echar forma parte de la locución echar de menos, que significa ‘añorar’: Te echo de menos. ¿Me habéis echado de menos?.
O de la locución echar a perder, que significa ‘estropear’: Siempre lo echas todo a perder.
También de la perífrasis echar a + infinitivo, que indica el comienzo de la acción expresada por el infinitivo: Siempre se echa a reír en el momento más inoportuno. Casi me echo a llorar.
Aunque se pronuncian igual, no deben confundirse en la escritura las formas echo, echas, echa, del verbo echar, que se escriben sin h, y las formas hecho, hecha, hechas, del participio del verbo hacer, que se escriben con h, al igual que el sustantivo masculino hecho (‘cosa que se hace o que sucede’): ¿Has hecho lo que te dije? Aunque iba con prisa, dejó hecha la cama. Ya están hechas las tortillas. El hecho es que hemos solucionado el problema.

Apuntes ortográficos: A ver / haber.

Aunque a ver y haber se pronuncian de la misma forma, deben distinguirse adecuadamente en la escritura. a) a ver.
Se trata de la secuencia constituida por la preposición a y el infinitivo verbal ver:
Vete a ver qué nota te han puesto. Los llevaron a ver los monumentos de la ciudad.
Como expresión fija, presenta distintos valores y usos: · En tono interrogativo, se emplea para solicitar al interlocutor que nos deje ver o comprobar algo:
—Mira lo que he comprado. —¿A ver?.
· Expresa, en general, expectación o interés por saber algo, y va normalmente seguida de una interrogativa indirecta: A ver cuándo nos dan los resultados.
· Se utiliza para llamar la atención del interlocutor antes de preguntarle, pedirle u ordenarle algo: A ver, ¿has hecho lo que te dije? A ver, trae el cuaderno.
· Equivale a claro o naturalmente, como aceptación de algo que se considera inevitable: —Pero ¿al final os vais? —¡A ver! Si no lo hacemos, perdemos el dinero de la reserva.
· Delante de una oración introducida por la conjunción si, expresa, bien expectación, curiosidad o interés, a veces en forma de reto; bien temor o sospecha; bien deseo o mandato: ¡A ver si adivinas lo que estoy pensando! A ver si te caes. A ver si eres más organizado de ahora en adelante.
En muchos de estos casos la secuencia a ver puede reemplazarse por veamos, lo que pone de manifiesto su relación con el verbo ver y no con el verbo haber: A ver con quién aparece mañana en la fiesta [= Veamos con quién aparece mañana en la fiesta]. A ver si te atreves a decírselo a la cara [= Veamos si te atreves a decírselo a la cara].
b) haber.
Puede ser un verbo o un sustantivo: · Como verbo, haber se usa como auxiliar, seguido de un participio, para formar los infinitivos compuestos de la conjugación:
Haber venido antes. Tiene que haber sucedido algo. Sigo sin haber entendido lo que ha pasado.
También se emplea como infinitivo del verbo impersonal que denota la presencia o existencia de lo designado por el sustantivo que lo acompaña:
Parece haber un chico esperándote en la puerta. Tiene que haber muchas cosas en el frigorífico.
· Como sustantivo, haber es masculino y significa, en general, ‘conjunto de bienes o caudales de una persona’:
Su haber era más bien escaso.

Tilde en adónde, cómo, cuál, cuán, cuándo, cuánto, dónde, qué y quién.

Las palabras adónde, cómo, cuál, cuán, cuándo, cuánto, dónde, qué y quién son tónicas y se escriben con tilde diacrítica cuando tienen sentido interrogativo o exclamativo.
Estas palabras, por sí solas o precedidas de alguna preposición, introducen oraciones interrogativas o exclamativas directas:
¿Adónde quieres ir? ¡Cómo ha crecido este niño! ¿Cuántos han venido? ¡Cuán bello es este paisaje! ¿De quién es esto? ¡Con qué seriedad trabaja! ¿Hasta cuándo os quedáis?.
También introduce oraciones interrogativas o exclamativas indirectas, integradas en otros enunciados: No te imaginas cómo ha cambiado todo. Le explicó cuáles eran sus razones. La nota indica cuándo tienen que volver. Voy a preguntar por dónde se va al castillo. Ya verás qué bien lo pasamos. No sé quién va a venir.
Además, pueden funcionar como sustantivos: En este trabajo lo importante no es el qué, sino el cuánto. Ahora queda decidir el cómo y el cuándo de la intervención.
Sin embargo, cuando estas mismas palabras funcionan como adverbios o pronombres relativos o, en el caso de algunas de ellas, también como conjunciones, son átonas (salvo el relativo cual, que es tónico cuando va precedido de artículo)
y se escriben sin tilde: ¿Estás buscando un lugar donde dormir? Ha visto a quien tú sabes. Esta es la razón por la cual no pienso participar. Cuando llegue ella, empezamos. El jefe, que ayer no vino, sale de viaje mañana. No dijo que estuviese en paro. ¡Que aproveche!